tres: gatitos.

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Park JiMin era el Omega de pequeña estatura que le veía con el ceño fruncido y con un aire discriminatorio desde que llegó a la sala de juntas, sus labios pomposos estaban torcidos en una mueca y podía jurar que del naranja de sus ojos podrían salir rayos láser capaces de destrozarle la piel. Según se informó, tanto JiMin como el otro gatito pelimenta eran los profesores de música y junto a ellos habían dos profesoras de baile.

Min YoonGi era el Alfa de gafas de pasta negra y camiseta de cuello de tortuga del mismo color, mismo que yacía reacio a los susurros de su pareja y que bebía con desdén el café que compartían. Desde que llegó se centró en pasear sus gatunos luceros por cada persona que conformaba el claustro y desde entonces se dio cuenta que él no estuvo el día de la primera reunión que se hizo, cuando lo presentaron como nuevo profesor.

Hasta el momento no se sentía tan presente en esa sala de juntas, teniendo en cuenta que es la primera en la que está. Es decir, todos tienen alguien con quien compartir quejas, cotilleos y demás, mientras que él se centra en hacer círculos en una libreta con un bolígrafo rojo bic. Algunas veces alza la mirada y tantea qué tan ignorado es, pero luego sus luceros negro caen solitos al enterarse de lo tonto que se ve allí.

Al principio hablaban de una clase en concreto, luego pasaron a compararla con otra y de allí salieron tantos dramas académicos sobre la importancia de una nueva profesora de lengua que JungKook juró dar gracias a su madre por inculcarle las matemáticas en vez de darle libros.
Estaba por acabar la reunión, JungKook ya tenía el croquis hecho de cómo despedirse de todos y salir triunfante de la sala, pero las cosas sucedieron de una manera un tanto especial.

—No quiero estar en la sala veinte —Dijo, algo escondido, el tigre de ojitos iluminados que hasta entonces no había hecho ningún comentario— No tiene las condiciones para ser ocupada.

El director, el señor de pequeños ojos rasgados y de interminable barba ceniza, atisbó lo dicho como si fuese un pésimo chiste. Se dirigió a los que yacían a sus lados, murmurando un par de cosas antes de intentar ponerse de pie.

—Kim, lamentablemente no hay más opciones —Le dijo, abriéndose paso entre las personas que ya estaban por salir.

—Denme un presupuesto para arreglar todo —Volvió a decir, esta vez sus orejas se mantuvieron rectas y quietas, como captando cada mínimo susurro dicho por el señor mayor que hasta entonces no había dicho nada en alto.

Una de las cualidades de aquellas dos pequeñas orejas grises era la buena audición y percepción de los estímulos, era capaz de escuchar cada mínimo sonido procedente de cualquier punto de la sala de juntas, estaba al pendiente del toqueteo de JiMin en la mesa, del mítico sonido de las agujas del reloj y de la ventana que era cerrada a unos diez metros de él. Así que escuchar las bromas del director fue algo muy sencillo.

—Lo tendrás pronto, sigue esperando —Alardeó el viejo canoso, rudo y tajante como de costumbre— No pidas mucho para una institución pública.

TaeHyung presionó sus labios y salió de allí sin parar a recuperar a JungKook, mismo que se trajo a empujones cuando recién empezaba la charla. El Alfa le vio correr a la sala que les pertenecía.

El Omega había diseñado una cubierta colorida para la puerta, que estaba haciendo todos sus esfuerzos en mantenerse allí y cumplir su función con un extraño y chirriante sonido cada vez que se abría y cerraba. Y ahora Jeon se quedaba diez minutos analizando los dibujos que se dispersaban en un paisaje inventado y alocado, como si fuese un mundo distorsionado en el que todo era a su manera, en el que todo estaba bien. Pudo reconocer al propio TaeHyung, era tan fácil como buscar el par de orejas y la cola gris que oscilaba detrás de un rectángulo blanco que funcionaba como lienzo.

rawr me | kooktaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora