cuatro: oso.

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El lugar fue elegido por TaeHyung pero realmente ambos admitieron haber frecuentado el acogedor restaurante y divertidos comentaron que no era por algo en especial, simplemente pillaba de paso antes de entrar al metro y marcharse a sus casas, por lo que almorzar allí y luego irse con el estómago lleno era lo más atractivo para los maestros más jóvenes.

Sentados uno frente al otro, las cosas podían tomar un rumbo diferente al que habían dictaminado cada uno por separado tras conocerse. Es decir, día a día, JungKook ve la espalda del peligris por horas y horas, sintiendo su presencia algunas veces en su propia espalda, cuando le respira en la nuca y siente sus dedos largos y cálidos colándose con mimo en su cabello para atrapar sus orejitas. El aroma del chico es algo que ha asociado a un pequeño hogar en el trabajo, teniendo en cuenta que los adolescentes están en fase de presentación y algunos de ellos tienen problemas con sus aromas, llegar a su pequeña y cutre sala es lo más gratificante para su sensible olfato.

Y recién ese día experimentaba una aceleración anómala en su corazón por una cercanía que jamás se había replanteado.

—¿Te puedo hacer una pregunta? —Murmuró el Omega pasando la yema de su dedo índice por el borde del vaso de cristal, jugando con algo mientras dejaba que Jeon apreciase sus luceros exóticos. El otro asintió pasando un trago de saliva antes de dispersar su mirada a otro punto— ¿Cuál es tu raza?

De todas las preguntas que JungKook había formulado en su cabeza en esos segundos de tensión, en esos segundos en los que TaeHyung toqueteaba su vaso y le veía con cierta intriga, ninguna se asemejó a tal cosa.

¿No lo sabía? Oh. Debió sospechar. TaeHyung no podía gruñir, no controlaba su aroma y tenía una condición médica que le imposibilita ciertas relaciones sociales, por lo que no era de extrañar que algo similar a la carencia de olfato se presentase también.

—Soy un Alfa... —Respondió cohibido, miedoso de que decirle aquello fuese algo negativo.

—¿Cuál... cuál es tu aroma? ¿Me lo podrías describir? —Sus belfos fueron moviéndose hasta hacer una mueca desilusionada.

Podía percibir el aroma de cualquier cosa inanimada, de las fragancias naturales de la flora, de las comidas que se cocinaban en los fogones del restaurante de su madre todos los sábados, como un sin fin de desagradables olores callejeros. Pero era incapaz de disfrutar del aroma de las personas que le rodeaban. Para cualquier otra persona que ya pudiese captar esos aromas, perder esa habilidad sería un premio. Para él era horrible.

Jeon parpadeó un par de veces antes de arrojar el aire en una bocanada que luego recuperaría con una sonrisa tímida.

—Creo que es una mezcla de... —Se mentalizó para descubrir su propio aroma. TaeHyung se remueve hacia delante, colocando su rostro entre sus largas manos, entonces lo pone muy nervioso— F-Fresas con... —Traga saliva evitando los luceros preciosos del chico— Algo amargo pero no sé qué es, me dijeron que algunas veces también tenía algo de olor a libro nuevo...

—Cuando compras un libro y hojeas rápidamente, el olor que desprende —Siguió el peligris sorprendiendo al Alfa— Me encantaría olerte, tienes mis aromas favoritos —Dijo sin darle mucha más importancia, bajando sus hombros y apartando la mirada por fin.

Y sobre ellos se disipa cualquier rastro de tensión e incomodidad, se plantan allí como si fueran conocidos de toda la vida y las conversaciones los envuelven tanto que terminan su comida sin darse cuenta. El vino que les dejaron ya no tiene ni una sola gota del líquido oscuro y en sus copas aún guardan un poco.

Las risas se les escapan, sus ojos son imanes que se pegan a los contrarios todo el tiempo y entre tanto tonteo, TaeHyung siente que ha perdido la consciencia y ha encontrando en los luceros negros de JungKook una galaxia de bellos destellos en los que se quiere perder.

rawr me | kooktaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora