El Gran Sabio Igual al Cielo

Capítulo 15: Reencuentros y rompecabezas del pasado

"¡Extiendete Yeoui!"

El legendario bastón salió disparado de las garras del Rey Mono y se dirigió hacia el atronador y oscuro cielo.

Se encontraba en lo que parecía ser un gran y espacioso valle rodeado de altas montañas de piedra. Pero el paisaje no siempre fue así, ya que el supuesto valle en el que se encontraba era el resultado de la batalla que estaba librando.

"¡Hazte más grande Yeoui!" Gritó cuando su arma creció mil veces su tamaño normal, con Wukong apenas agarrando la piedra con la punta de los dedos.

Sus feroces ojos azules se clavaron en las nubes de arriba. Los vientos turbulentos hicieron que su túnica de monje, gris oscuro y amarillo, se arrugaran y ondearan violentamente junto con la faja negra atada alrededor de su cintura que ondeaba detrás de él. La vigorosa danza de la faja en el viento hacía que pareciera estática en el aire.

Desde dentro de las nubes, vino una fuerza poderosa que desequilibró su ataque, y el arma gigantesca cayó hacia atrás. Casi cae sobre Wukong si no lo encoge de nuevo a su tamaño normal. No le dieron ni un segundo para recuperarse cuando una lluvia de relámpagos irregulares, del tamaño de un edificio, cayó sobre él.

El Rey Mono apretó los dientes mientras esquivaba cada uno de ellos con habilidad, pero a duras penas, moviéndose por el campo de batalla a velocidades extremas.

Mientras volaba y se movía a través de la avalancha de electricidad, se llevó la mano detrás de la oreja y se arrancó varios mechones de cabello. El Rey se llevó los cabellos a la boca y sopló sobre ellos. Los cabellos se dispersaron a su alrededor e inmediatamente se transformaron en clones de sí mismo, cada uno con una copia de la famosa arma del Rey.

Wukong, junto con sus clones, se detuvo abruptamente y formó una formación similar a una esfera mientras empezaban a hacer girar sus bastones rápidamente. El esfuerzo combinado fue capaz de desviar con éxito el aluvión de rayos entrantes y pronto se detuvieron.

Excepto por uno último que descendió zumbando hacia ellos. Wukong voló hacia adelante y lo contrarrestó personalmente con un fuerte movimiento de su bastón. Pero sus ojos se abrieron de par en par cuando el rayo esquivó su golpe, y se dio cuenta demasiado tarde de que la electricidad no era más que una transformación.

Había caído en el truco. Y para echarle sal a la herida, uno básico. Una táctica que él mismo empleó innumerables veces.

Sin tiempo para reaccionar, la mano de su adversario se había aferrado con fuerza a su rostro y Wukong fue arrastrado agresivamente por el áspero y rocoso campo de batalla. El cacareo familiar de su oponente llenó sus oídos.

Afortunadamente para él, sus clones actuaron de inmediato y los persiguieron rápidamente. El adversario de Wukong se dio cuenta y soltó la cara del Rey mientras retrocedía, volviendo rápidamente hacia las nubes.

Una vez más, no se dio oportunidad de tomar un respiro ya que lo que parecía ser un segundo Yeoui cayó en picado como un meteorito. Instintivamente, sus clones usaron sus cuerpos para bloquear el pilar entrante, pero el daño fue demasiado rápido y desaparecieron en bocanadas de humo, transformándose nuevamente en los pelos del cuello del Gran Sabio.

Con un movimiento de su mano, Wukong recogió sus cabellos y los reabsorbió en su cuerpo. Al patear el suelo, evitó por poco la zona de impacto. El segundo Yeoui causó terremotos retumbantes y grandes fisuras que se extendieron increíblemente rápido, como el agua que golpea el suelo después de caer desde un lugar alto. El suelo debajo se hundió una vez más, creando un valle dentro de otro valle.