2do Capítulo: ENCUENTROS

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Día 1

Sukuna esperaba a su casi ex esposo en un viejo parque a las afueras de la ciudad. Lo había citado a eso de las 4 de la tarde pero estaban a punto de dar las 6 y no había ni rastros del pelinegro.

Cuando Sukuna estuvo a punto de retirarse escuchó un motor ruidoso y vio con una enorme motocicleta se acercaba a gran velocidad.

En pocos segundos la vio aparcarse y de ella se bajó uno de los dos sujetos que venían allí. Cuando se quito el casco se dio cuenta que era Megumi.

—Vaya trajiste compañía...— mencionó Sukuna con ironía cuando el otro estuvo cerca

—Por supuesto. No hiba a venir solo a un lugar tan desolado como este.

Las palabras de Megumi se escuchaban molestas y un tenue olor a alcohol se desprendía de él.

Sin perder tiempo Sukuna lo abrazó y Megumi sólo se dejó hacer. No le devolvió el abrazo, ni siquiera se tomó la molestia de levantar las manos y Sukuna lo soltó para luego ofrecerle un pequeño tulipán de color blanco.

Megumi vio la flor un par de segundos y luego la tomó.

—Bien. Me voy.

Y así sin más el azabache se dio la vuelta y volvió a subir a la motocicleta para luego abrazarse al conductor no sin antes tirar el tulipán que Sukuna le había dado.

El pelirosa los vio irse y luego se acercó a recoger la flor, la vio con tristeza y luego la dejó sobre la vieja y deteriorada banca frente a la fuente.

Día 2

Eran las 10:30am y Sukuna esperaba paciente la llegada del azabache. Esta vez había llevado a Kuro y Shiro consigo quienes de un momento a otro empezaron a mover la cola de un lado a otro anunciando que el azabache pronto doblaria la esquina, así fue y está vez venía solo.

Los ojos de Megumi brillaron al ver a sus mascotas y con gran felicidad se agachó a abrazarlos, todo bajo la mirada de amor del pelirosa.

—Interesante.— habló Megumi —Es aquí donde adoptamos a Kuro y Shiro.

Dijo luego de ver las instalaciones del refugio de animales.

Sukuna sonrió. Le alegraba que el otro recordase algo tan importante como aquello.

—Quién diría que tiempo después conocería al dueño.— prosiguió con una sonrisa maliciosa —Gojo fue quien lo fundó y es quien se encarga de mantenerlo en pie.

La sonrisa de Sukuna se desvaneció dejando en su lugar un seño fruncido.
Se acercó a Megumi y lo abrazó con un brazo mientras que con el otro sostenía las correas de los perros que ahora se restregaban en los pies de ambos intentando (sin éxito) unirlos.

Esta vez Megumi palmeo la espalda ajena un par de segundos para luego separarse. Se agachó una vez más a acariciar a sus perros y luego se puso en pie, se colocó los lentes de sol y se fue.

Día 3

La enorme mano de Sukuna abarcaba casi por completo una pequeña cabecita rosa. Sus manos ásperas se paseaban de un lado a otro acariciando con cuidado y delicadeza los lindos cabellos del niño frente a él.

—Oh Yuji...— dijo con a penas un hilo de voz —No sabes cuanto te extraño, siento no poder hacer nada mas por ti.

No hubo respuesta.

El pequeño niño seguía con los ojos cerrados, durmiendo.

—Mi pequeño hermanito...— volvió a hablar en un lamento —Eres todo lo que me queda.

Siguió el silencio.

—Los doctores dicen...— su voz se quebró —Dicen que es hora de dejarte ir...

Habló para luego esconder su cara entre sus propias manos y hecharse a llorar.

—No puedo... No puedo.

Los lamentos de Sukuna inundaban la habitación. Había sido así desde hace ya un año y medio.

Su hermano menor Yuji había sido arrollado por un conductor ebrio que se dio a la fuga después del accidente.

El pequeño cuerpo de Yuji no había aguantado aquel impacto y terminó en estado vegetal con tan sólo 6 años de edad.

—Es mi culpa... Todo es mi culpa.

Sukuna lo repetía siempre. Si tan solo hubiera estado más atento a lo que hacía su pequeño hermano lo habría evitado.

Si tan solo no le hubiese permitido correr delante de él para llegar más rápido al parque...

Si tan solo no hubiese sido tan descuidado...

El niño no se encontraría ahora en un sueño eterno del que era imposible despertar.

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Sukuna esperó a Megumi un par de cuadras lejos del hospital. Se colocó un par de lentes oscuros y se recargó en su auto.

Cuando Megumi llegó el pelirosa mantuvo su semblante serio a pesar de necesitar tanto al otro.

Fue un abrazo corto que Sukuna deseó alargar. Pero no lo hizo y le dejó ir, de nuevo...

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¡Hey! ¿Cómo están?

No tengo mucho que decir hoy. Tomen agua y cuídense, nos leemos pronto.

No olviden dejar sus ★★
¡Y feliz inicio de semana!

𝙊𝙣𝙚 𝙈𝙤𝙣𝙩𝙝 • |ꜱᴜᴋᴜꜰᴜꜱʜɪ|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora