Capítulo 9

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Capítulo 9: ¿Nos volveremos a ver?

Pensaba que jamás iba a salir de este lugar, sinceramente ya no lo aguantaba,tener que estar vigilada todo el día por alguien, ir a las consultas de la señora Marcus todo los días; aunque no me molestaba en lo absoluto porque ella me agrada, pero igual era agotador.

Acomodé todo y como estaba cuando llegué en mi habitación y le eché una última ojeada cerrando la puerta detrás de mí.

Solté un suspiro– no te extrañaré para nada–pensé en voz alta.

Dejé que mis pies caminaran y me dejaran en la puerta del despacho de la señora Marcus. Toc-toc, toco la puerta y se escucha un "pase".

–Hey Ashley, que bueno verte– la señora Marcus me recibió con una gran y contagiosa sonrisa, le devolví el gesto–¿Qué se te ofrece?

–Solo venía a despedirme– le dediqué una sonrisa triste y ella se levantó de su asiento y se dirigió a la entrada de su despacho en donde yo estaba.

Extendió los brazos y me dio un cálido abrazo. Se sentía  bien, ya no recordaba la calidad que puede tener unos simples brazos. Se separó y me sonrió:

–Cuidate mucho ¿sí? Cualquier cosa que necesites aquí estaré para ti– vi como fue a su buró y en su cartera buscó un papel y en este escribió algo que no pude alcanzar a ver desde mi punto de vista–Toma, aquí tienes mi número celular.

–Vale,cuídese señora Marcus–me despedí de ella con un ligero abrazo y cuando los separamos me miró con orgullo y agregó:

–Estoy muy orgullosa de ti Ashly– le sonreí y ella me devolvió el gesto–Ah y por favor ya no me digas señora Marcus, por favor dime Belinda.

Asentí, me despedí de nuevo y con esto, cerré la puerta detrás de mí y ubique la salida. Busqué a la recepcionista para que me devolviera mis cosas, que en realidad sería la ropa con la que entré  al Manicomio de jóvenes  y hecho esto atravesé la puerta, pasando por el  porche delantero y más adelante pude ver a Mónica con una sonrisa de oreja a oreja; estaba entusiasmada al igual que yo. Sostuve bien mi bolso y corrí hacía donde estaba mi mejor amiga.

Cada vez que me acercaba me sentía más feliz de por fin salir de aquí y principalmente ver a Mónica y volver a casa. Al llegar a donde estaba nos dimos un fuerte abrazo que podíamos matarnos de tan fuerte que nos agarramos, se separó de mí y cogió mis mejillas y comenzó a llenarlas de besos.

–Como...te...extrañé –hablaba mientras me seguía besando las mejillas, hasta que se detuvo–¡Hasta que al fin sales de ese lugar!

–Si, hasta que al final salí– le sonreí y me di cuenta de los mucho que a adelgazado –¿Por qué pareces un palo? ¿Mónica por qué no estás comiendo?

–Es que te extrañaba mucho y  me estaba deprimiendo– me dedicó una mirada de perrito mojado en la calle y le di otro abrazo.

Vaya, hoy es el día de los abrazos

Mónica notó que mi expresión cambió repentinamente y me miró e indagó:

–¿Pasa algo?– asentí a su respuesta

–Espérame aquí, ahora vuelvo–fue lo único que pude decir. Comencé a correr hacía la misma puerta por la que salí atravesandola y dejando que mis pies a pesar de estar debiluchos me dejaran en el árbol del patio trasero de el psiquiátrico.

Allí se encontraba, sentado debajo de nuestro especial árbol con las rodillas flexionadas pegadas a su pecho y su cabeza hundida entre estas, su gran pelaje rojizo no paraba de moverse gracias al aire;me fui acercando hasta que creo que percibió que alguien se le acercaba, levantando la cabeza.

Ashley [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora