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Para alguien que parece un ángel, George es cruel.
Y tal vez así sea para algunos ángeles. Voces susurrando dulces naderías que suenan como una canción de cuna, rasgos más suaves que la luz los deja resplandecientes, ángeles oscuros y misteriosos, pero corazones tan oscuros como la maldad en sus almas.
Y se nota cuando te besa suavemente, sus labios contra los tuyos, piel contra piel, y luego agacha la cabeza con timidez para ocultar el rubor rojo que brota de sus mejillas. Y luego también muestra cuando te haría ceder a sus abrazos, terminando con ustedes dos acostados en el césped mirando las estrellas; señalaría constelaciones que ni siquiera existen, solo para hacerte reír.
Te vuelve loco.
Y lo miras fijamente, acostado en la cama durmiendo pacíficamente, con los ojos cerrados, un ángel .
Mira un ojo abierto perezosamente, los ojos oscuros le devuelven la mirada con cariño. "¿Y/n?" balbucea, borracho por el estado de letargo. "Ven aquí..." Él abre sus brazos, y te rindes. Porque siempre lo haces.
Lo odias cómo lo amas tanto.
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Dos figuras se paran en medio de la cocina, la luz de la luna ilumina sus siluetas, y muestra cómo chocan ustedes dos, tan suavemente, tan cerca. Tu pecho se presiona contra el de George, sintiendo el suave ritmo de los latidos de su corazón. Es rápido, pero es silencioso.
Algo como ustedes dos.
Rápido como lo alto de la adrenalina todos los días cuando estás cerca de George, pero tranquilo donde solo estan tú y él.
Te sostiene por la parte baja de tu espalda, sonriendo brillantemente.
El horno hace tictac con el pastel dentro. Va a ser bueno , le dices a George con orgullo, porque vamos a usar la receta de tu madre.
