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Se arrepiente de haberte presentado a Punz.
Él realmente se arrepiente de haberte presentartelo mientras observa lo cerca que tú y Punz estaban sentados en el sofá, sus piernas se rozaban suavemente y su brazo colgaba del respaldo del sofá detrás de tu cabeza, ansioso por agacharse y acercarte a su pecho. La sonrisa que le diste fue más amplia que cualquier sonrisa que le hubieras dado y la forma en que reíste sonó más cálida que cualquier risa que él pudiera esperar recibir.
Se dio cuenta de que había estado demasiado sumido en sus pensamientos cuando te escuchó decir su nombre, volvio a la realidad y te vio mirándolo con una ceja levantada, preguntándote qué estaba pasando por su cabeza."¿Sí?" Él sonríe, dejando de lado tu mirada inquisitiva por el momento."Estábamos hablando de conseguir algo de comida, ¿vienes?" Cambia su mirada a Punz para verlo mirándolo. Una mirada que gritaba "por favor, di que no, quiero un tiempo a solas con ella.
Sintió que se le encogía el corazón al darse cuenta de que no era el único al que le gustabas. Quiero decir, ¿a quién no le gustarías? Era tonto por pensar que tenía una oportunidad en primer lugar."No, estoy bien." La sonrisa se sintió forzada y esperaba que no pudieras darte cuenta. "En realidad estoy bastante cansado, así que creo que me voy a ir a la cama"."¿Está seguro?" Te pusiste de pie y comenzaste a arreglarte la ropa, Punz que no estaba muy lejos lo observaba con una mirada de preocupación.
Sapnap tenía la sensación de que si Punz se enteraba que le gustabas, retrocedería a todo tipo de contacto contigo. Pero a Sapnap obviamente le caía bien su amigo y su amorio por ti, y quién era él para interponerse en eso. Incluso si pudiera sentir que su garganta se cerraba ante el pensamiento.
"Todavía podemos traerte algo". Él simplemente negó con la cabeza suavemente y se puso de pie, lanzándoles a ambos una última sonrisa antes de subir las escaleras. "No, estoy bien chicos. Ustedes dos diviértanse, los veré más tarde". Desapareció por el pasillo. ¿Para qué?, no estaba seguro. Pero el sonido de la puerta principal al cerrarse y tu risa tranquila alejándose más y más le dieron la respuesta que necesitaba. No había esperanza.
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