Capítulo 4

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El veinticinco de noviembre por la tarde Baji salió de su habitación hacía la sala, su madre aún estaba fuera haciendo las compras y él había terminado de arreglarse, agarró su teléfono y tranquilizó su respiración esperando que Emma respondiera su llamada.

¿Hola? —su voz le hace sonreír y ya no puede negarlo. Ella le está gustando.

¿Estás con Mikey?

Sí, pero él ya está por irse... Ya sabes cómo es.

Te invito algo de tomar —Baji se apoya sobre una pared mientras decía aquello, su mano temblaba un poco— Si quieres, claro.

Oh, me gustaría pero... Ken-chan me acaba de invitar a cenar. No lo creerás me ha regalado un lindo peluche —la voz emocionada de Emma diciendo aquello le hizo sentir vacío.

—No hay problema. —carraspea, esperando a que ella diga algo más— Diviértete.

Podríamos salir mañana.

—Cuando quieras. —Baji escuchó al otro lado de la línea la voz de Draken llamando a Emma, la llamada estaba a punto de terminar. Keisuke se lamió los labios— Oye, Emma.

Dime.

Feliz cumpleaños.

Y sin esperar una respuesta Baji cortó la llamada, su mirada oscura fija en el suelo. Sonrió para si mismo y se preguntó qué demonios esperaba que pasara ese día.

Emma ama a Draken. Emma tiene cero interés en él.

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Días después salió de su casa y fue recibido por el gélido aire que traía consigo el inicio de diciembre. Baji deslizó sus manos en los bolsillos de su abrigo y dejó salir algo de humo entre sus labios partidos, se recordaría pasar por una farmacia y comprar algún bálsamo labial luego de su reunión con el idiota de Chifuyu.

Según la nota de Chifuyu él lo esperaría en el parque más cercano a la casa de Hanagaki, le había apuntado incluso su dirección.

Baji se dejó el cabello suelto y se dispuso a ir al lugar acordado de la reunión. No es como si tuviera algo mejor que hacer ese día y si era honesto le daba curiosidad saber qué sucedía con los Black Dragons.

Después de un par de minutos se encontraba por fin frente a dos idiotas rubios y uno de ellos había sido su vice-capitán.

—Baji-san me alegra que vinieras —le saludó Chifuyu con esa sonrisa de siempre. Takemichi a su lado asintió.

—Al grano Chifuyu.

Chifuyu no pudo disimular otra sonrisa al escucharlo decir eso, Baji parecía estar de regreso y verlo ya de pie frente a él era un alivio inexplicable.

—Takemicchi fue golpeado por el líder de los Black Dragons. Y en la reunión que Mikey hizo hace poco se dio a conocer que Hakkai es el hermano menor del líder de los Black Dragons.

Baji no pudo evitar alzar las cejas de la impresión, muy bien eso no lo esperaba. Si no mal recordaba Hakkai era ese tipo que seguía al trasero de Mitsuya a todas partes como si fuera su perro. Que su hermano mayor sea el líder de la décima generación de los Black Dragons solo podía significar una cosa.

Hakkai era un espía infiltrado y lo que le dejaba descontento: era más que hecho que Mitsuya lo sabía todo desde un principio.

—Bueno, no es impresionante lo de Tontomichi. Es más, ya me esperaba algo así —Baji sonrió sarcástico.— Sin embargo, lo de Hakkai...

—No era su intención llevarme hasta el área de los Black Dragons, nos encontramos en los bolos y él me invitó a su casa—intervino Takemichi en un intento patético de defender a Hakkai.— Fue una coincidencia que ellos y Taiju estuvieran ahí.

—Eres muy ingenuo, maldición—respondió Keisuke mirando con molestia al rubio, sin duda alguna tenía ganas de golpearle la cara— Coincidencia o no es innegable que Hakkai te llevó a su casa, misma casa donde vive Shiba Taiju ¿Qué esperabas? ¿Una cena de bienvenida?

Takemichi bajó la mirada vacilante. Era difícil defender a Hakkai con todo eso en su contra.

—¿Qué hicieron con él? —preguntó Baji ante el silencio de Takemichi, refugiando aún más sus manos en los bolsillos de su abrigo.

—Mikey le dejó el asunto a Mitsuya. Acompañamos a Mitsuya a reunirse con Taiju e hicieron una tregua. Taiju dejaría en paz a la hermana de Hakkai si Mitsuya le dejaba a Hakkai a los Black Dragons.

—Ahora Hakkai está en los Black Dragons —Takemichi sonó preocupado, casi angustiado.

Bajo no dice nada al principio, sólo piensa. Mitsuya había llegado a esa decisión por algo y lo respetaba, si hubiera sido él habría hecho una guerra con tal de no dar a sus compañeros. Sea cual sea la razón si Mikey se había hecho a un lado era por algo.

—¿Y bien, qué haremos Baji-san?

—¿De que demonios hablas? —el tono de Baji es áspero.

—¡Hakkai va a matar a Taiju! Tenemos que detenerlo.

—¿Él te lo dijo? —Takemichi tiembla ante la pregunta, balbucea algo y mira a Chifuyu en busca de ayuda.

—Rumores.

—Escuchen, chismosos. No me interesa los Black Dragons, ni este asunto de los Shiba ni ustedes. No tengo nada que ver allí. Tengo mis propios asuntos.

Se dió la vuelta y tal como esperaba Matsuno insistió.

—Baji-san no tienes porqué actuar sólo. Nos tienes a nosotros.

—Ustedes son parte de ToMan, tienen a ToMan —Baji los mira sobre el hombro— Yo estoy sólo.

Me siento solo. Pero eso está bien.

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—¡Tora! Sé que estás aquí sal y da la cara maldita sea —su voz hace eco en todo el lugar. Es una bodega abandonada, uno de los lugares donde se reunieron antes del Bloody Halloween y el último lugar que le faltaba por revisar para encontrarlo.

Un par de ramas en el suelo rompiéndose lo alertan, entre la poca luz del atardecer que se cuela por las ventanas rotas del lugar la sombra de Kazutora se desliza frente a él.

Baji lo mira detenidamente, sus ojeras se han vuelto más marcadas que antes, lleva puesto una camiseta negra y unos jeans rotos, las botas son del uniforme de Valhalla. Kazutora hace contacto visual con él y su estómago se revuelve desagradablemente. Tiene miedo, se siente angustiado.

Baji ha venido a partirle la cara y hasta el alma, la única persona que tiene en su vida ha venido a cobrar venganza y él simplemente no se va a negar a qué eso suceda así que Kazutora tan sólo cierra los ojos en espera del primer puñetazo.

En cambio lo que siente es el cuerpo de Baji acercándose a él y su brazo rodeando su cuello, aquel abrazo es suficiente para romperse.

—He tardado, lo siento Tora, aquí estoy.

Kazutora lo rodea con ambos brazos, corresponde el abrazo y siente como sus mejillas se humedecen rápidamente.

—Baji... Lo siento tanto. Yo... Yo...

—Lo sé. Yo también lo siento. —Baji saca a relucir ese lado que muy pocos conocen y que algún día le gustaría mostrar a Emma.

Comienza a consolar a Kazutora, quien no parecía tener la intención de guardarse sus lágrimas.

—¿Por qué has venido a buscarme? —pregunta con voz llorona. Ya no hay casi luz del día y la bodega está completamente a oscuras.

Baji no puede evitar reírse y saca su teléfono para iluminar el camino hacia la salida del lugar, cuando salen el viento los envuelve y Kazutora sabe que no merece absolutamente a Bajo cuando lo escucha decir:

—No voy a abandonarte Kazutora.










Cero interés | BajiEmma Donde viven las historias. Descúbrelo ahora