Capítulo 6

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—Llegas tarde.

—Son cinco minutos por amor a Dios —Emma le miró mal mientras termina de acomodarse el cabello detrás de la oreja, sin embargo aquella expresión poco a poco fue desapareciendo mientras inspeccionaba con la mirada a Keisuke— Te ves bien, demasiado bien para ir sólo por un par de helados ¿A caso tienes una cita después de mí?

Baji metió las manos en los bolsillos de su pantalón, la idea de venir vestido formalmente como si fuera a ver al presidente había sido idea de Kazutora. Lo cual era inesperadamente sorprendente, juraba que el chico lo haría vestir de leopardo o algo así. De algo le había servido leer tantas revistas en prisión.

—La única cita que tengo hoy es contigo —dijo y le sujetó la nariz suavemente, aquello le hizo gracia— Y olvida los helados, te llevaré a comer el postre puede esperar.

Le indicó con la mirada que lo siguiera y Emma parpadeó sorprendida mientras lo seguía.

—Qué amable, me sorprende que no tengas novia —picó ese punto la rubia, una forma poco sutil pero efectivo de sacar chisme en el camino.

—¿Novia? No me interesa en este momento, tengo mucho en la mente como para agregar una chica a la lista.

Emma miró a Baji en busca de algún rastro de sarcasmo en su rostro, pero Baji solo le miró, hasta se detuvieron para poder contemplarse el rostro. Era inesperado escuchar eso, donde sea que fuera podía sentir y escuchar las necesidad de todo el mundo de tener a alguien en su vida que la complicara o lo hiciera más fácil. Pocas veces se podía escuchar a alguien decir que no estaba interesado en la relaciones y más aún de alguien de tan buen mirar como lo era Baji.

—¿Estás pensando que ahora tienes una oportunidad conmigo? Qué linda —pregunta Baji con la intención de molestarla.

—¡Quisieras! —y lo logra por supuesto, Emma desvía la mirada con pánico, no era lo que estaba pensando pero ese sujeto siempre buscaba la forma de molestarla.

A Baji le gusta esa expresión que hace cuando está molesta.

—Espero que no estés a dieta porque no voy a invitarte a comer ensalada precisamente.

Keisuke le muestra un pequeño local que recién se había inaugurado, era un típico restaurante de comida rápida pero con un ambiente bastante agradable para servir hamburguesas de la altura de una botella de refresco como su única especialidad.

—Tienes suerte de que no, de lo contrario te habría dejado solo.

Ambos entran y buscan una mesa cercana a la ventana, si la conversación no fluía tendrían la excusa de ver la ventana para no sentirse incómodos.

Aunque Emma no iba a permitir aquello.

—Pide lo que quieras —Baji sujeta el menú y se dispone a ver qué pedirá para él. Emma lo imita y su mirada baja cada vez más al ver la cantidad de grasa y colesterol a la venta.

Sí, no es que estuviese en una dieta estricta ni voluntaria pero tampoco era llamativo pedir la hamburguesa más grande del menú. Sus ojos dorados se detuvieron ante la hamburguesa que traía como complemento una pequeña ensalada y Nuggets de pollo.

—Ya sé que pediré —menciona, un suspiro casi escapándose de sus labios. Al menos el lugar era agradable y Baji se miraba animado mientras se decidía por la hamburguesa que trae tocino o la de milanesa de pollo.

—Bien —el mesero llega y les toma la orden, quince minutos es lo que tendrían que esperar.

—¿Te sientes mejor?

—Sí, ya no deberías preocuparte mucho por eso Emma.

—Es difícil.

—Escucha, te aseguro que estoy bien. Me siento mejor.

Baji puede observar como Emma no le cree del todo, en su mirada temblorosa se puede observar duda y no la culpa, después de todo ella estuvo muy presente en su tiempo de recuperación en el hospital por lo que haberlo visto en esa camilla no debió haber sido cosa fácil.

—Está bien, te creo. Pero no dudes en decirme si te pasa algo ¿De acuerdo?

—Mírala, te ves adorable cuando te preocupas por mí —sus colmillos se asoman junto a su sonrisa burlona.

—Lo digo en serio —ella desvía la mirada nerviosa.— Eres amigo de Mikey, hemos jugado juntos cuando éramos niños. Es normal que me preocupe.

—Lo sé, gracias. —Baji vuelve a sentir esa molestia al escucharle decir eso. Él quería escucharle decir que era su amigo, no sólo el amigo de Mikey.

Pero Emma no parece darse cuenta de que le molesta eso, en realidad no parece darse cuenta que son amigos. Siempre Mikey esto, Mikey lo otro. Como si Mikey tuviese que ver siempre en todo.

Como si su vida se girara entorno a él.

.

.

.

Cuando terminan de comer, Emma no podía creer lo delicioso que estaba todo y lo bien que lo había pasado hablando con Baji.

—¿Quieres ir por el helado?

—Estoy llena, podríamos caminar un rato antes de ir por los helados.

Se dirigen hasta el centro comercial cercano, Emma tira del brazo de Bajo y a rastras lo lleva hasta el arcade. Se detienen frente a una máquina llena de peluches rosados y con una sonrisa ella le señala uno de ellos.

—Mira, Draken me obsequió uno de estos en mi cumpleaños ¡Fue tan lindo! Nunca esperé que me regalara algo así —ella se abraza así misma y se balance emocionada.

Baji se esfuerza para no distorsionar su rostro de ninguna forma. Cuando está con ella se olvida por completo que existe Draken y que Emma está enamorada de él. Porque para Baji cuando están juntos son solo ellos dos y nadie más, no existe Mikey, ni Chifuyu, ni Draken.

Son solo ellos dos. Cómo esas dos estrellas que siempre captan su atención brillando en el cielo nocturno juntas y estando apartadas de todas las demás.

—Me alegro por ti —respondió en un tono suave, distraído. Luego se recompuso y sonrió cuando la miró— mi regalo tiene que ser mucho mejor entonces.

Emma le miró confundida pero luego solo soltó una pequeña sonrisa.

—No es necesario, me basta con que me he divertido hoy contigo. Con el abuelo yendo a la casa de retiro a jugar bingo con sus amigos, Mikey y Draken fuera también la casa se siente muy sola, incluso Hina ha estado muy ocupada y casi no hemos podido hablar —Emma baja la mirada, intentado disimular que no se sentía mal de estar tanto tiempo a solas— Estar contigo hoy fue muy divertido, quisiera que volviéramos a salir de nuevo.

La mente de Baji se llenó de esperanza, esperanza que él mismo se encargaría de matar. Porque esa chica frente a él no lo está viendo de la misma forma que miraba a su amigo Draken. Emma se sentía sola y quería compañía. Compañía que no parecía ser llenada por Draken, ni su familia.

—Seguro —porque son amigos, él no iba a dejarla sola.— Toma esto.

Baji se quita una de las cadenas que carga alrededor de su cuello como un collar y se lo entrega.

—Tengo otra más en casa, quédate esta. Así tendrás algo mío acompañándote cuando te sientas sola.

Emma observa el collar, no es bonito ni hermoso, no vale casi nada pero aún así en sus manos se siente como si tuviera un valor incalculable. Ella no puede evitar recordar lo que dijo y una risa se escapa de sus labios brillantes por el labial.

—No sabía que podías ser tan cursi Keisuke —los ojos de la chica se achinan a medida que sigue riendo y aunque la vergüenza puede con él decidió no decir nada más.








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