Tom

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Texas: 1:46 a.m. Día: desconocido

El caluroso clima del país afectaba el cuerpo de una joven mujer que para no resentir el calor; usaba un vestido azul, ligero, hecho de algodón. El cuarto en donde estaba hospedada tenía una cama matrimonial, un ropero algo viejo, un espejo mediano y la única fuente de luz era un foco que estaba apagado.

Los días pasaban tan rápido que no lo podía creer, le dolía la cabeza y el estómago pero no podía tomar algo contra el dolor, sólo espero a que pasara la molestia.

Unos pasos fuera de la alcoba la alarmaron, pero no tenía fuerza para moverse de su lugar, un rincón, el más oscuro de la habitación. La puerta fue abierta, el piso de madera crujía con los pasos y la persona que lo provocaba, había parado enfrente suyo.

No quería verlo, sabía quien era sin tener la necesidad de levantar la mirada, nadie mas que él entraba a ese lugar. Relamio sus labios partidos y forzó su garganta para hablar.

-¿Qué quieres?

-...

Ni siquiera sabía porque se había molestado en preguntar, él no habla con ella, pero sus acciones dicen lo que su boca no.

-Por favor- suspiro, cansada-. Dí algo.

Jadeó de sorpresa cuando aquel hombre la agarro de los brazos para levantarla; el repentino movimiento la mareo un poco, el agarre en su piel la ponía nerviosa. Las manos ajenas la soltaron, poco después la cargo estilo princesa para empezar a caminar a la cama, donde la acostó con gentileza.

No quería estar en la cama, pero sabía que intentar pararse no era buena idea.

Cuando la dejó acostada, él se movió con rapidez al lado contrario de la cama, el lugar donde duerme, los resortes de la cama chillaron cuando el otro cuerpo se acomodo.

La mujer le dio la espalda a su acompañante, poco después un brazo grande la acerco al pecho ajeno, la mano busco el estómago de la chica y con la yema de sus dedos empezo a dar círculos.

Ella se puso tensa ante esa acción, no podía ignorar el asunto por más tiempo, mas, tampoco tenía la valentía para afrontarlo.

-Thomas- las caricias en su vientre pararon-. No... Me siento muy bien, ¿podrías traerme agua? Tanto calor me pone mal.

El brazo se retiro y Thomas se levantó para salir de la habitación, la puerta fue abierta y después fue cerrada, los pasos se escuchaban cada vez lejos.

El aire en sus pulmones salió despacio, tenso, el nudo que se formó en su garganta la asfixiaba y las lágrimas empezaron a caer.

No quería llorar, pero era la manera en que se podía liberar del sentimiento impotente. No deseaba pensar en nada, quería desaparecer, y lo único parecido a ello era dormir. Sus párpados fueron cerrándose y ya no supo que pasaba a su alrededor.








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Espero les guste el capitulo, disculpen las fallas ortográficas que encuentren.

Buenos días, tardes o noches les deseo.

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