Falsedad

51 7 0
                                    


Aquel día. 23 de febrero de 2007, fue el peor y mejor día de mi vida. Bueno no, fue un cambio radical. La sensación fue extraña. Me levanté con una vida hecha, programada a mi medida. Tenía cada uno de mis días contados y hechos ya para los siguientes 3 años por lo menos. Me sacó de mi pueblo, me destruyó la vida que yo había formado junto a él. Los dos habíamos puesto empeño para crearme, crear mí día a día. Y un día, sin más, me levanté, la muerte de mi madre fue hace mucho, creí que nunca más volveríamos a ese tema, pero esa fue la razón de abandonar. Me calcé y empecé a bajar escaleras abajo mientras me recogía el pelo con una coleta. Solo mirar a mis alrededores, supe que pasaba. Supe que todo acababa, sin motivo, sin explicación. Mi miró con cara de sorpresa y me lo explico todo palabra por palabra.

Horas más tarde ya estábamos sentados en el coche, con nombre distinto, Rose y Logan, con dirección distinta y pasado distinto. La muerte de mi madre no se diría muerte sino abandono. El pasado en Washington no se llamaría Washington sino California. Había muchas cosas de las que aún tenía que acostumbrarme. Empezaría una vida, con pasado falso. Bastante paralela a la que tenemos ahora pero mintiendo a rasgos que antes me caracterizaban y mintiendo sobre partes de mi pasado. Tarde o temprano, esta vida que no era la mía, sería otra parte de mí, seria del material del que yo estaba hecha: falsedad. Ahora eso no se veía, pero años después, se convertiría en problemas, problemas que no sabía yo que quizá aparecerían, ni que yo ni mi padre nos llegamos a plantear.

La cuestión no es esa, por mucho que intente asustar, los problemas fueron mínimos en comparación con otros problemas que no tenían relación con todo esto, problemas que no sabía yo que algún día aparecerían, pero como todo adolescente, Se enamora, ¿No? Paso por paso, aquí empieza mi gran locura, mi segunda vida. Allá vamos.

Seguía sentada en el coche, con las manos puestas en mi regazo. Oía a mi padre hablarme de fondo, no recuerdo el qué. Fue un viaje corto, o eso me lo pareció a mí.

Al bajarme del coche, fui directa al maletero para poder sacar todo mi equipaje.

-Rose, coge el tuyo y el mío, tengo que hablar con la propietaria de la casa antes de poder comprársela-. Me dijo y accedí a cogérselo.

Horas más tarde, ya instalada en mi nueva casa, empecé a deshacer toda la maleta, puse nombre a todos los cajones con lo que tenía pensado poner. Me iba a ser más difícil de lo que creía acostumbrarme a esta nueva vida. Las cortinas de mi cuarto eran feas, amarillas, no tenían nada bordado ni tenían ningún dibujo a la vista. Eran largas y rozaban el suelo. Las sabanas eran igual de feas que las cortinas, solo que había un pequeño detalle, había un solo y diminuto objeto dibujado en la parte alta de la sabana, me acerqué, intenté discutir con mi mente lo que era, pero no dimos con nada. Tenía cabeza de jirafa, pero cuerpo de elefante, en su cuerpo se veía claramente unas formas cuadriláteras. Sigo sin saber que era.

A los pocos minutos de poner todo en orden en mi habitación, mi padre me llamó.

-Cariño, baja, por favor-. Su tono resultaba tranquilo, por lo que no me tenía que preocupar. Abrí la puerta y me dispuse a bajar por las escaleras más cercanas que daban al amplio comedor.

Si no recuerdo mal llegamos horas antes de las 6, así que probablemente la cena ya estuviera lista. Y así fue. No fue una de nuestras mejores cenas, no hubo tema de conversación. Yo seguía sin saber el motivo de que nos hubiéramos instalado en otra casa y que encima borrara mi pasado, no pregunté el porqué, me limité a comer el pollo con salsa que había comprado hacía poco

Yo sabía todo lo que pasó, la muerte de mi madre, el alcoholismo de mi padre y la gran ayuda que fui para él cuando yo nací. Pero aun así, nada cuadraba. Le di bastantes vueltas mientras metía los platos en el friegaplatos, necesitaba una respuesta. Yo era tan humana como mi padre.


Han pasado varias horas desde que mantuve la silenciosa cena con mi padre. Mi casa es bastante cómoda, en la mesilla de noche hay una lucecita que he puesto para poder leer por las noches. Me gusta, cuando mi padre empezó a preocuparse por mí, me aficionó a la lectura, desde bien pequeña, y eso ha tenido una gran repercusión en mi misma, me encanta leer a tiempos totales.

Cada vez se va haciendo más oscuro, y los parpados empiezan a pesarme. Decido dejar el libro encima de la mesilla para poder descansar lo suficiente.



DEJAR COMENTARIO Y VOTO:)))

vida ajenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora