Llegaron a casa del mayor, luego de conducir tranquilamente durante 20 minutos. No vivían juntos, sentían que aún era demasiado temprano para hacerlo, pero solían ir a casa del otro a dormir un par de días o quizás solo una noche. Lo hacían con frecuencia, incluso tenían ropas y pertenencias del otro en sus casas. Después de todo, era como si vivieran juntos, pero con dos casas.
Una vez la puerta fue cerrada y asegurada, Jay tomó a Jungwoon para fundirlo contra su cuerpo. Abrazaba su delicada y baja contextura como si su vida dependiera de ello, como si no lo hubiera visto en años y lo extrañaba. Por que realmente lo había extrañado, en casa de su amigo no podía abrazarlo, se sentía demasiado expuesto y desprotegido. Pero dentro de su hogar, -el que realmente no era suyo, pero así lo sentía-, podía hacerlo cuanto quisiera.
— Hoy estás mimoso —dijo Jungwoon acariciando torpemente su gran espalda. Como pudo, comenzó a caminar en dirección hacia la habitación, guiando a Jay para que no tropezara y se deshiciera del abrazo.
— Uhm, sí. Tú me pones mimoso —respondió, hundiendo su nariz en el cuello de su novio. Este rió ante las cosquillas—. Vayamos a la cama, tengo ganas de mimarte.
— Me encanta la idea, lo sabes. Pero primero ve a cambiarte, bebé —ordenó con suavidad, palmeando el abultado trasero de Jay para que hiciera caso. Este se quejó, pero finalmente hizo lo pedido.
Luego de ambos cambiarse, lavar sus dientes y rostros, terminaron sobre la cama, con Jungwoon debajo y teniendo entre sus piernas a Jay que mimosamente repartía besos por todo su rostro. El mayor se encontraba sonrosado por la cantidad de besos. Aquello no sucedía siempre, normalmente el cariñoso era Jungwoon, por lo que apreciaba totalmente ese tipo de momentos. Se dejó hacer, disfrutando cada uno de los besos que el pelinegro le daba. Disfrutaba aún más los que eran depositados sobre sus labios, amaba con locura los besos de Jay. Sus suaves y gruesos labios se sentían como malvaviscos y algodones de azúcar, llevando a Jungwoon hacia el mismísimo cielo. Dónde conocía ángeles cada vez que los besos del menor eran acompañados con tiernas caricias.
Jay no era bueno para expresarse con palabras, no las encontraba y terminaba sintiéndose totalmente tonto. Pero podía demostrar perfectamente su amor con detalles físicos, como esos besos y caricias que le regalaba a su novio en esos momentos. Las palabras no eran necesarias para Jungwoon, no cuando podía tener al más alto amándolo de esa manera. Sus actos eran mil veces mejor que cualquier palabra, con el tiempo pudo notar eso y aprender a apreciarlo. Ahora que lo hacía, podía hasta llorar de amor cuando el menor le demostraba su cariño. Los besos y caricias continuaron, pero Jay decidió agregar unos pequeños detalles que hicieron que el corazón del peliazul latiera salvajemente.
— ¿Ya te dije hoy que te amo? —pronunció con voz calmada, esta siendo un tono más bajo que de costumbre, provocando que los vellos de Jungwoon se erizaran. Como pudo, negó con su cabeza—. Vaya, qué mal novio soy... Jungwoon, te amo —repitió, y el nombrado no pudo sonreír más de lo que lo hacía.
— Yo también te amo, Jagi...
— No dudo de ello, cariño. Y realmente estoy agradecido contigo por eso. Agradecido porque me amas... —el mayor abrió sus labios, dispuesto a hablar, pero el más alto posó su dedo sobre ellos—, déjame continuar, por favor —pidió y Jungwoon asintió ligeramente con su cabeza, dejando un piquito sobre el dedo que estaba sobre sus labios.
Jay sonrió con amor bañando su rostro. Observó a Jungwoon en silencio unos segundos, casi olvidándose de lo que iba a decirle. Pero le era totalmente difícil no perderse ante la preciosa imagen de su novio. Bajando de su linda nube rosa, a la que llamó Jungwoon el amor de mi vida, decidió por fin retomar sus palabras.
— Sé que soy alguien difícil, y creo que tú más que nadie lo ha notado y lo ha sufrido. Te lastimé mucho, ¿no es cierto...? — Jungwoon negó, acariciando el rostro de su novio. Jay soltó una suave risa nasal, sabía que el peliazul nunca le diría que lo hizo—. Pero aún así, te mantuviste a mi lado, te quedaste conmigo y luchaste por mi cuando yo no sabía qué hacer. Y de verdad te agradezco eso, sin ti yo no sería lo que soy ahora. Sin tu amor nada de esto hubiera funcionado, y gracias. Porque me enseñaste a amar nuevamente, y prometo que voy a poner todo mi esfuerzo en ti, en mi y en nosotros, para nosotros. Voy a mejorar por ti, para poder darte lo mejor de mi, porque te lo mereces. Te mereces lo mejor de mi y todo mi amor.
Los ojos del mayor brillaban por las cristalinas lágrimas que se acumularon en ellos, adorando completamente cada palabra que Jay pronunciaba. Se sentían bien, lo llevaban al mismísimo paraíso, del cual su grandote era dueño. Las palabras terminaron y no fueron necesarias a partir de ese momento, donde con cariño Jungwoon había tomado la nuca de su novio, acercándolo a su rostro para fundirlo en un beso repleto de amor. Se besaron como si los únicos que existieran en el mundo fueran ellos, como si todo a su al rededor hubiera desaparecido y sólo estuvieran ellos. Ellos, sus besos, caricias y su cama. Oh, esa cama que era testigo de las mil y un muestras de amor que la pareja se daban.
Los besos fueron acompañados con caricias, las caricias pasaron a demostrar necesidad y a ser acompañadas con jadeos. Sus prendas que comenzaron a estorbar en sus calientes pieles, terminaron perdidas en el frío suelo de la habitación. La que cuidó cada gemido, cada jadeo y cada palabra linda que Jay susurraba en el oído del bonito peliazul sobre las sábanas, que se retorcía placenteramente debajo de su cuerpo.
Aquella habitación era la única consiente, junto al mismo dueño, de cuanto ama Jay a Jungwoon.
ESTÁS LEYENDO
El novio de Jay
FanfictionJAYWON: ִֶָ Nadie podía creer que aquél cariñoso peliazul, podría ser el novio de Jay, un bastardo sin corazón. • Está historia no me pertenece, todos los créditos a © _cries_in_yoontae quien me permitió adaptarla