Un Mundo Para Mí ~ [Legolas X Harry]

Cap.11 [El acto de Harry]

Un tiempo antes de la destrucción del anillo.

A Harry le dolía, le dolía mucho. Podía sentir cómo su cuerpo se retorcía de dolor. Podía sentir los lazos que ataban sus manos. Intentó quitárselos, pero no pudo. Abrió un ojo y vio que estaba en una especie de túnel. Miró a su alrededor y vio una especie de telarañas viscosas que lo rodeaban. Sus manos estaban sujetas por una de ellas al techo de la cueva. Estaba de pie, suspendido por las manos a pocos centímetros del suelo.

Recordó cómo había llegado hasta allí. ¡Ese Gollum lo había golpeado por detrás! Y con sus sentidos dormidos no podía estar preparado. Estaba preocupado, pues no podía ver a la criatura cerca de él. Si no podía desatarlo, no podría alcanzar a Frodo.

Así pasaron varias horas, pero nada cambió.

Rezó y rezó y rezó, y justo cuando estaba a punto de gritar su angustia, sintió que una corriente de energía pura le atravesaba.

"Ha llegado el momento de que tú, maestro de la muerte, despiertes tus poderes. Podrás ver el pasado, el presente y el futuro.

También podrás utilizar tu magia en cualquier lugar. La naturaleza te ha elegido, y cuando llegue el momento, las criaturas de este mundo te obedecerán.

Pero tienes una opción. No podrás hacer nada con tanta magia oscura a tu alrededor. Cualquiera que sea, lo respetaremos.

La primera es dejarte libre y marcharte sin poder volver. La segunda es enviarte a un nuevo mundo. Y finalmente la tercera es ayudar a tu amigo a salvar este mundo.

Pero debes saber que si eliges la tercera solución, tendrás muchas posibilidades de morir, porque usar esa energía en un lugar tan cubierto de oscuridad, te llevaría a la muerte.

Me despido de ti, hijo mío, y recuerda que siempre serás y seguirás siendo el hijo de la vida y de la muerte".

Harry sonrió con cariño al pensar que no volvería a escuchar la voz de la diosa. Pero estaba desesperado por ayudar a Frodo.

"Al menos pude cumplir mi promesa". pensó mentalmente.

Se concentró en liberar su magia. Destruyó las protecciones a su alrededor y se produjo una enorme explosión de magia. Todo a su alrededor se incendió. Visualizó a Frodo y lo vio perderse en su locura.

Lo vio tratando de poner el anillo en su dedo. Harry disparó su magia contra el Hobbit y le succionó toda la magia oscura. Podía sentir que le quemaba los huesos y la carne. Las lágrimas corrieron por su cara ante el dolor, pero no dejó que saliera ningún sonido de su boca.

- Si Harry James Potter tuviera que morir, lo haría con dignidad. proclamó Harry en voz alta.

Vio a Gandalf recogiendo a Frodo y a Sam. Sonrió al pensar que por fin estarían a salvo. De repente, sus ojos se abrieron de par en par al ver una figura a lomos del Águila que reconoció como Legolas. Más lágrimas rodaron por sus pálidas mejillas al pensar que no volvería a verlo.

El dolor empezó a roerle y exhaló un último suspiro:

- Papá, mamá... Siruis, Remus... Neville y Luna... Por fin podré reunirme con vosotros .... Y cerró los ojos.

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¿Dónde estaba? ¿Estaba muerto?

Harry estaba flotando en un espacio blanco. No podía ver nada más que ese color a su alrededor. Cuando su visión cambió. Vio su mundo y en qué se había convertido. Primero vio a Severus, la persona que lo había defendido de todos. Le vio sonreír a alguien que Harry no pudo distinguir.

Se acercó y vio a Malfoy. Draco había cambiado mucho desde la guerra. Ahora era muy alto y musculoso. El pelo le llegaba ahora a la parte baja de la espalda. Su piel, sin embargo, estaba tan pálida como siempre.

Después de la batalla, Draco lo había perdido todo, a sus padres, pero también a sus amigos. Había quedado destrozado por la muerte de Blaise, su mejor amigo.

Vio detrás del rubio a una niña de profundos ojos azules y pelo largo y rubio, casi blanco como su padre, pues era obvio que Draco era su padre. Este último sonreía a una mujer de gran belleza. Tenía el pelo castaño ligeramente rizado, un cuerpo delgado y una figura generosa. Debía ser de sangre pura, pues tenía una forma muy aristocrática de estar.

Harry se alegró de ver que había sido capaz de dar un giro a su vida. Y esperaba que Severus también encontrara el amor. La imagen cambió de nuevo y vio a Fred y George fuera de su tienda de bromas. Estaban hablando con un cliente e intentando que comprara cualquier cosa y todo.

Harry sonrió, los gemelos no habían cambiado en el tiempo. Eran tan únicos como siempre.

- Todos lloraron tu muerte.

Harry jadeó y se volvió hacia el lugar de donde provenía la voz, vio a la mujer más hermosa que había visto nunca. Le miró y le dijo con voz suave:

- Soy la persona que te llevó a la Tierra Media.

- Usted es la voz...

- Así es, te he guiado en tu viaje. Jovencito, me has sorprendido mucho al elegir la solución tres. Pocas personas habrían querido salvar la vida de un amigo en lugar de la suya propia. Pero lo hiciste sin dudar ni un ápice. Has demostrado que no todos los hombres son iguales, egoístas y presuntuosos. ¡Mereces vivir! ¡Así que levántate y vive!

Harry, al ver el brillo en los ojos de la mujer, se mostró decidido y sonrió con dignidad y orgullo.

- ¿Puedes al menos decirme tu nombre?

La mujer le devolvió la sonrisa al ver la chispa de grandeza y poder en los ojos esmeralda.

Harry comenzó a desaparecer, pero aún esperaba la respuesta de la mujer.

- Mi nombre es Gaia, diosa de la Tierra y del hombre. Gracias por mostrarme que vale la pena crear personas. Adiós Harry James Potter...

Harry cerró los ojos y se quedó dormido.

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- ¡LO ENCONTRÉ!

Legolas abrió los ojos de par en par y corrió en la dirección que señalaba el soldado. gritó Frodo, contento de ver que Harry estaba bien. Legolas se unió a él y lo vio en el suelo junto a un Gollum muerto.

Dormía plácidamente sin preocuparse lo más mínimo por su entorno. Legolas se sorprendió al ver que alrededor del pequeño elfo, empezando por su cuerpo, había vetas negras, como si Harry hubiera provocado una explosión, que había quemado todo a su paso. Gollum no debió de tener tiempo de saber lo que le había pasado antes de morir.

Harry había sido encontrado y la Tierra y el mundo habían sido salvados. El mundo iba a cambiar drásticamente ahora, y eso era lo que se decían todos los habitantes de la Tierra Media en ese mismo momento.