Capítulo 6

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Habría pasado una hora desde que me acosté, y todavía seguía teniéndola dura y erecta. No importaba que intentaba distraer mi mente pensando en películas, videojuegos, series, en lo que fuese; era imposible quitarme el increíble cuerpo de Heylan Griffin de la cabeza.

Lo único en que lograba pensar era en el atractivo hombre que se hallaba a unas cuantas habitaciones de donde me hallaba. Me preguntaba si se quitaría los pantalones para dormir, si dormiría en bóxer dejando contemplar su excelente trasero.

Me acordé de la primera vez que vi desnudo a Heylan, la primera vez que me atrajo; gracias a él, fue que descubrí que me gustaban los hombres.

Tenía trece años, mi madre y Heylan habían cenado en la casa junto con Emilio y yo. Emilio durmió en mi cama, mientras que yo dormí en el sofá de la sala. Heylan se quedó con mi madre en su cuarto.

No sé qué ocurría esa noche que no conseguía dormir, por lo que me levanté y me fui a hurtadillas hacia el cuarto de mi madre. La puerta se encontraba cerrada con seguro, no me sorprendió, aunque para esa época aún me costaba asimilar que mi madre tenía relaciones sexuales.

A la mañana siguiente, escuché que la puerta del cuarto de mi madre se abría. Me levanté del sofá y caminé otra vez hacia el cuarto de ella, mi madre había ido al baño para tomarse una ducha, mientras que Heylan se quedó echado en la cama: estaba sin ropa, solo llevaba un bóxer negro que parecía que estuviera a punto de romperse por su enorme trasero. A pesar de estar boca abajo, su cuerpo era digno de admirar: la espalda bien fornida y fibrosa, sus hombros anchos, sus brazos tan bien trabajados al igual que sus piernas.

De pronto me di cuenta de lo que crecía en mi entrepierna, nunca antes me había sucedido de esa forma; fue como si mi cuerpo tomara control sobre mí.

Aproveché que mi madre seguía bañándose, y que Heylan y Emilio seguían dormidos. Me acerqué a la cama, me agaché hasta estar más cerca de su cuerpo bronceado. Me puse en una posición en la que no se notara lo que iba a hacer. Llevé mi mano a mi miembro duro y largo, y comencé a frotarlo como nunca antes...

...

Volví a la realidad, otra vez me hallaba en mi nuevo cuarto, solo que ahora tenía mi mano debajo del bóxer, agarrando mi miembro erecto. Una parte de mi quería abandonarlo de una vez e intentar volver a dormir. No obstante, sabía que la única forma de estar tranquilo era botando todo lo que llevaba dentro. No tenía otra opción.

Agarré mi pene y lo froté lentamente, jalándolo y apretándolo. La serpiente se desenroscaba y se volvía más grande. Entonces, un montón de imágenes llenaron mi cabeza:

Heylan sin camiseta, su torso bronceado, sus pectorales y abdominales bien marcados. Ahora, me imaginaba mi mano sobre su caliente piel, desde su duro pecho hasta su abdomen. Mi cuerpo estaba empapado de sudor, era como si estuviera hirviendo. Mi pene palpitaba, ya me estaba viniendo, ya no iba a soportar más. Si quería parar, tenía que hacerlo ahora antes de que fuese demasiado tarde. Nuevamente, intenté detenerme, pero la imagen de Heylan siguió tentándome.

"Heylan acercándose a mí. Heylan rodeándome con sus brazos, Heylan quitándose la camiseta, yo sacándole la camiseta y los pantalones, yo rasgándole el bóxer y dejarlo con su gigante miembro al descubierto. Yo tocando su miembro y sobándolo hasta que se vuelva una piedra..."

"¡Ya no aguanto!".

Mi pene explosionó, era como si expulsara hasta el alma de mi cuerpo. Mi miembro seguía palpitando sin dejar de erupcionar. De inmediato, mi eyaculación mojó todo mi bóxer, traspasó la tela y manchó también mis pantalones. La sustancia caliente y pegajosa se deslizaba entre mis piernas.

Me quedé unos segundos mirando el techo, mi miembro dejó de latir y poco a poco volvió a su estado normal.

Lo bueno es que al menos ya me hallaba más tranquilo, el bochorno disminuyó, mis músculos se relajaron. De inmediato me invadió un sueño, sin embargo, no podía dormir con todo el caos que había ocasionado debajo de mi cintura. No iba a dormirme con toda mi ropa manchada, tenía que bañarme, cambiarme y tratar de limpiar mi ropa antes de ponerla en la cesta de ropa sucia. "Quizás debería mojarla y así parecerá que mi ropa se mojó por accidente, y no por una corrida".

Me quité toda la ropa, la mojé en la ducha y me bañé con agua caliente. Pensé que la mejor excusa sería que mi ropa se mojó al abrir la ducha.

No podía creerlo, me había corrido en mi primer día en esa casa, con la imagen del hombre que me estaba dando todo su apoyo, que me quería, quien era mi amigo. ¿Cómo se suponía que lo volviera a ver a los ojos después de lo que acababa de hacer?

"He ocasionado todo un caos... Pero no tenía otra alternativa" O era quedarme despierto toda la noche con una culebra enloquecida, o era botar todo lo acumulado y por fin conseguir algo de paz.

"Aniel, estás enfermo". 

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