Epílogo

3.2K 237 111
                                    


5 años después.

Regresé a mi departamento después de haber dado mi último examen de la universidad. Fue muy difícil, pero valió la pena haberme quedado estudiando toda la noche. Al ingresar a mi vivienda, Tony me recibió ladrando como loco y lanzándose hacia mí. Ya es un perro enorme, pero él se seguía considerando un cachorro, por lo que no media su fuerza. Le acaricié la cabeza, le di de comer y lo saqué a pasear.

Una vez que estuve relajado en mi cama, vi que mi celular no paraba de sonar. Eran mis amigos de la universidad que se habían puesto de acuerdo para ir a celebrar el fin de los exámenes. Pero les dije que no, la verdad no tenía ganas, solo quería quedarme echado en mi cama.

Hoy se cumplían cinco años desde que Heylan murió. El mismo día en el que me dijo que empezaríamos de cero, que estaríamos juntos por siempre. Y así hubiera sido, si es que ese maldito prisionero no lo hubiese asesinado.

Sabía que Heylan sufría acoso por los demás reclusos debido a que lo acusaban de pederasta, pero después se supo que yo tenía diecisiete y que aclaré que todo fue conceptuado. Sin embargo, uno de ellos no se lo creía, hasta el punto de asesinarlo y hacer "justicia".

Heylan dejó este mundo, una semana antes de salir en libertad y poder cumplir lo que tanto queríamos; estar juntos.

Tony se subió a mi cama y se echó al lado mío. Nos quedamos los dos solos mientras le acariciaba la cabeza y el me lamía el rostro.

En el testamento de Heylan, nos dejó todo a Emilio y a mí. La última vez que conversé con Emilio, fue para dividirnos nuestros bienes, aunque claro, fue difícil hacerle entender que su fortuna se iba a compartir conmigo. Se rehusó y estuvo en total desacuerdo, pero al final no le quedó de otra que aceptar. Agarró lo que le pertenecía y se fue, nunca más supe de Emilio desde entonces.

Cuando se vendió la casa de Heylan, me alcanzó lo suficiente para comprarme un departamento y para pagar los cinco años de universidad, aparte de que conseguí un trabajo de medio tiempo en un supermercado.

Tuve que aprender a continuar con mi vida, aunque no existía ni una sola vez en que no me preguntara "¿habría otra realidad en la que Heylan y yo estuviésemos juntos ahora mismo?"

Tony se marchó, de seguro quería más comida.

Me quedé viendo la otra parte de la cama, me imaginé a Heylan echado, mirándome con su bella sonrisa que me transmitía tanta paz, esa sonrisa tan hermosa. Me imaginaba su mano sobre mi cabeza mientras la acariciaba, sus brazos al rededor mío dándome seguridad. Mi rostro se acercaba al de él y coloqué mi frente sobre la suya. Nuestros labios se rosaron.

—Heylan, mi Heylan. Nunca te olvidaré, gracias por tanto.

Heylan no estaba allí, y nunca lo volvería a ver. No obstante, su presencia siempre me acompañaría hasta el último día de mi vida.

Fin.

HEYLANDonde viven las historias. Descúbrelo ahora