Camino a Gringolandía. /Killermare./

la casa del patrón p/2

Tuvo que retirarse, lamentablemente no podía estar más tiempo al lado del "patrón".

Era alguien bastante apuesto a decir verdad, tenía una cara hermosa y un cuerpo tan fuerte, uff... A pesar de haberlo secuestrado, le atraía bastante.

El físico era lo único que le atraía, pues a su parecer, su personalidad no era muy linda que digamos.

Un mexicano, ¿Siendo romántico ? ¡JA! Eso no es posible, los mexicanos son simios, son personas sin pensamiento razonable; que solo se dedican a tirar balazos porque sí y a decir "chinga".

Aunque debía admitir que algunos eran bastante guapos a pesar de ser estúpidos, como lo era Killer.

Pero bueno, quitando el tema de los mexicanos, decidió recostarse en la cama con comodidad, era tan suave... Era casi como las camas que tenía en su hogar, el estar raptado de esa manera no sería ningún inconveniente para él.

El inconveniente era no estar con el de sombrero, ese cuerpo tan fuerte y atractivo no lo tendría entre sus fuertes y jodidamente ardientes brazos. Que lástima.

Aunque... ¿Qué pasaría sí llegaba a decirle que tenía miedo? ¿Qué pasaría sí lo obligaba a dormir con él? Ciertamente no era para nada una mala idea, sabía fingir muy bien, sus habilidades como actor harían que el mexicano cayera rendido a sus pies, pero no todo sería de un día para otro, debía hacer que se interesara más por él.

Solo debía planear algo rápido, no sabía que le esperaba el día siguiente. Pero el pensar había hecho que se quedara viendo a un punto en específico, el techo.

Era un punto dónde nada se movía de manera constante, era un punto dónde podía pensar más a fondo sin ser interrumpido visualmente.

¿Acaso no le habían dado una pijama? ¿Qué clase de rancho era ese?

Volteó a la mesita de noche, para notar como había una pijama, al parecer el servicio no era tan malo como pensaba.
Al menos los mexicanos tenían un poco de consideración, un leve punto a su favor, pero todavía pensaba en que eran estúpidos y primitivos.

Decidió colocarse la pijama, después de unos pocos minutos, ya estaba listo, con su pijama, total comodidad.

Ahora, solo faltaba ir con el jefe. Una pequeña sonrisita traviesa se formó en sus labios, iba a ser tan divertido... Amaría todos los momentos que pasaría engañando al mexicano para poder quedarse a su lado.

Caminó afuera de su cuarto, para poder encaminarse al otro cuarto. Una vez ahí, decidió tocar primero, a lo cual escucho un "Pase".
Bueno, con su permiso pasaba.

Abrió la puerta y pasó a los adentros del cuarto, notando como el de sombrero lo miraba un tanto confundido y sorprendido.

– ¿Y qué hace usted acá señorito? ¿No debería estar acostado , pues?– preguntó mirando como se sentaba el contrario en su cama, cabizbajo.

– Yo ... Miedo dormir solo..– dijo para simplemente acostarse a su lado.

– Hombre, te dí un pinche cuarto para que durmieras ahí, y me sales con que eres bien mariquita pa' dormir tú solo. ¡Pues sí no te va a llevar el coco ni la llorona! Déjate de mamadas y vuelve a tú cuarto.– dijo al último para darse la vuelta y darle la espalda.

– but i'm scared...– dijo abrazándolo por la espalda, ocultando su rostro en esta misma.

– Ora pues, andas muy cariñosito... ¡Hágase pa'lla! ¡Órale!– le parecía bastante extraño que lo abrazara, ¿Acaso iba a apuñalarlo con algo? Que estuviera tan cariñoso era raro.

– ¡Güero!– le dijo en voz alta, a tono de berrinche.

Eso hizo que el mayor se hartara. Por lo que, en un rápido movimiento, terminó por acostarlo en la cama, y tomarlo por las muñecas con sus manos, mientras estaba entre sus piernas.

–¿¡No entiendes qué es "Ya" pues!?– le gritó bastante alterado.

El otro, dió un jadeo sorprendido, no esperaba alterarlo de esa manera. Pero al ver la posición tan comprometedora en la que estaban, no pudo evitar sonrojarse y soltar una sonrisilla coqueta.

– So, do you like this position?– abrazó de manera leve las caderas ajenas con sus piernas, solo para provocarlo un poco.

– Ugh... Olvídalo.– Justo cuando iba a soltarlo, entró el caníbal, notando como estaban en aquella posición tan rara.

– ¿¡Patrón!? ¡No sabía que le iba al Tecate! ¡Tan rápido y ya se lo quiere echar y no a balazos!– tenía tantas frases que decir, las risas no se hicieron esperar por parte de él.