aprender a defenderse.

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Después de algunos días de holgazanear en el hogar del Patrón, este mismo decidió empezar a enseñarle defensa propia al gringo, pues según él, los gringos no sabían nada de defensa personal, solo le dejaban a las autoridades corruptas sus problemas y listo.

Ambos tenían ideas muy distintas de sus culturas, muy erróneas.

Pero bueno, en el caso de este gringo, eso era verdad. Estaba muy acostumbrado a ser prácticamente intocable, por lo que no sabía defenderse, nadie le había enseñado eso, solo lo protegían.

Ahora mismo se encontraban en el patio de la casa del patrón.

– Tienes que ponerte firme, sosten la pistola de esta forma... Tienes unas manos muy de señorita, necesitas tener manos de machito pa' que no piensen que eres intocable, aquí se hacen las cosas diferentes.–
Estaba detrás del contrario, sosteniendo con sus manos las manos contrarias, las cuales tenían una pistola, sosteniendo el gatillo de manera sutil para no disparar de repente. –Bien, ahora puedes disparar...–

Su intensión, era quitarse lo más rápido posible de esa posición, pues sabía que por el empujón que daría la bala al salir de la pistola sería muy potente.
Pero el gringo no sabía eso, por lo cuál, sin dejar que el contrario se alejara de manera considerable, disparó.

Terminó cayendose de espaldas, cayendo en las piernas contrarias de manera brusca.

Ambos se quedaron calculando un poco los momentos, ¿Qué mierda había pasado?

Y de pronto, el gringo se dió la vuelta, aún en las piernas ajenas, para tomarlo por el cuello de la ropa con una sonrisa emocionada.

– ¿Viste? ¡Ya sé disparar!– sí, le habían enseñado español en el transcurso de los días, pues nadie pretendía hablar en inglés, por lo cual se tuvo que adaptar de mejor manera.

– Pero pues, tenías que dejarme estar aunque sea a un metro de distancia, para evitar pos... Esto mismo.–
Miró a sus partes inferiores, para notar como estaba colocado el contrario... Muy cerca de la "pistola", diría él.

– I know, ¡Pero fué genial!–
Dió unos cuantos leves saltitos encima del contrario, el cuerpo ajeno podía sentir como se movía de manera constante "cierta" zona sensible de su cuerpo, lo cual, le causó un sonrojo notable al patrón.

– ¡Bueno pues, Tampoco tas chiquito como pa estar dándole brinco y brinco al árbol! ¡Órale pa'lla!–

Lo colocó a su lado aún con aquel sonrojo en su rostro, a lo cuál, el contrario soltó unas cuantas leves risillas, pues le encantaba poner nervioso a su contrario en ciertos momentos.

– No me vas a negar que te gustó, Daddy...~ – le sonrió de manera coqueta, aún soltando pequeñas risillas por como se había puesto el contrario.

– ¡Ora pues, bájale de tanates tantito cabrón! ¡Yo no me llevo así de pesadito contigo!–
Le respondió aún molesto, notando como el contrario se reía aún más, lo cual lo ponía furioso. – ¡Oh pues, ahí te quedas tonces!–
Se levantó de mala gana para poder ir en dirección a los adentros de su casa, notando por los pasos como el otro lo seguía.

Y ciertamente sí, los demás sirvientes y ayudantes se le quedaban viendo raro por como era el otro...


.... Pero sus tiempos juntos, no durarían para siempre...

Camino a Gringolandía. /Killermare./Donde viven las historias. Descúbrelo ahora