Vuelta a la realidad

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Heridia sonreía todavía en llamas.

Heridia: ¡Exacto, veamos que dice Iza!

Heridia: ¡Exacto, veamos que dice Iza!

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Ambas amigas reían entre dientes y eso enfurecía a Francesco, no solo tenía que hacerle el favorcito a la amiga de su novia sino que se burlaban en su cara

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Ambas amigas reían entre dientes y eso enfurecía a Francesco, no solo tenía que hacerle el favorcito a la amiga de su novia sino que se burlaban en su cara. Pero no lo iba a dejar así, claro que no, era Francesco Fortunatto y nadie ni siquiera una insignificante bruja y su amiga se reirían de él... Empezó a acelerar, era tanta la velocidad que Heridia sintió que el alma se le salía del cuerpo, a Allegra se le había caído el móvil entre los asientos del coche y Heridia se golpeó la cabeza contra la ventana.

Allegra-: ¡Pero qué carajos, idiota casi nos matas!

Heridia puso sus manos en el tablero, mientras irradiaban una luz amarilla y algo carmesí, frenó el auto, sus ojos flameaban, el miedo de su amiga le abrió su corazón, tanto, que su empatía se volvió iracunda y con su vista empezó a causarle dolor corporal a Francesco, nadie dañaría a su amiga, no tenía importancia lo que le ocurriera a ella, pero a quien quisiera con el alma y corriera peligro sí, todo por alguien a quién el ego lo consumía día a día. Es que su oscuridad en él, iba creciendo y marcando paso.
Francesco estaba perdiendo fuerzas y Allegra a pesar de odiarlo, trataba de calmar a su amiga, ya que, no estaba siendo ella misma. Entendía que aún no controlaba sus poderes y no conocía sus límites ¿Es qué acaso los tendría?, No tenía tiempo para pensar en eso, debía apagar esa llama antes de que el engendro perdiera su miserable vida. Debía reconocerlo, Allegra lo disfrutó, pero todo tenía un límite...

Allegra: ¡Heri, por favor Heridia, para lo estás matando! Respira, estoy aquí, respira por favor...

Heridia: (no paraba de infringir daño con su mente, y su voz se había vuelto apagada y potente como si de un zombie se tratara) ¿Allegra eres tú, ya estás mejor? Nadie te va a hacer daño, nadie ¿Me entiendes?

Allegra: ¡Heri por favor, vuelve, acuérdate de respirar!

Heridia: No sé respirar Alle, no me acuerdo cómo era, solo sé que debo terminar lo que empecé...

A Francesco se le salían los ojos de las órbitas, no podía sacarse lo que sea que tuviera encima y se había cagado del miedo. La había subestimado e iba a ser difícil sacarle el poder.
Una luz violeta iluminó la oscura tarde de otoño, se había detenido el tiempo, pero está vez menos Francesco, ambas eran testigos y esa voz de nuevo llegó: deja de quitarle su energía Heridia, no vale la pena y lo sabes, por las leyes universales no podemos decidir sobre las vidas ajenas, pero sí alejarnos si sabemos que energías como las de este ser oscuro, no vibran en sintonía con nosotros, para ya, lo matarás.
Sus ojos volvieron en sí, la luz desapareció y observó a Francesco sin un rastro de color en su piel, como si fuera un busto antiguo, y no pudo evitar reír, es que sí, el engendro, se había hecho en los pantalones. Allegra, despertó del trance y no pudo evitar las carcajadas, ante tanto miedo e incertidumbre, ya que no sabía porque Francesco actuaba así, solo quedaba reír. Pero ella e Ízaro, si bien no eran brujas, siempre habían notado algo raro en él, algo oscuro, capaz de hacer cualquier cosa para arrebatarles a Heridia.
Después de varios insultos de Francesco hacia Heridia, la echó embravecido del auto, ella solo se arrodilló y con suma verborrea le pedía disculpas, pero él no contento con eso, bajó del coche, la trató como si fuera un pedazo de carne y la tiró al suelo, Allegra la ayudó a incorporarse, su amiga era un mar de lágrimas. Entre gritos echó al idiota de la puerta de su casa y le pidió a Heridia que se quedará con ella a pasar la noche, Heridia aceptó y la recibió con gusto Horux, el gato de Alle.
Con o sin poderes, sus amigas no iban a permitir, que un mísero ególatra machista, les quitara a su amiga...

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Grimorio, una Wicca Enamorada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora