Capítulo cincuenta y dos

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 𝐀𝐁𝐃𝐄𝐋

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𝐀𝐁𝐃𝐄𝐋

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[EDITADO]

Destrozo el cuello de un renegado antes de caminar a la cocina para ir por mi conejita, asegure que nadie estuviera ya en la casa para que ella estuviera a salvo,  mis pasos se detienen y mi corazón se cae al suelo al ver como la puerta de la cocina está abierta, me da un colapso por pensar que alguien entro a la cocina y que encontrara a mi conejita.

Observo al intruso caminar hacia una esquina donde rápidamente miro a mi calabaza sosteniendo un cuchillo intentando defenderse, algo que me rompe el alma al ver como ese sujeto se aprovecha de ella.

Sin dudarlo más, me acerco con rapidez y tomo en mis brazos a dicho hombre que no paraba de susurrar cosas, alguien llega ayudándome y se lleva al sujeto, necesito saber si los envío la persona que tengo en mente.

Siento como dos pequeñas manos me abrazan y es cuando pongo atención a mi alrededor, escucho sus sollozos mientras se apega más a mí, me giro un poco dejando que me abrace, beso su frente repetidas veces respirando con más tranquilidad de que nada le haya ocurrido.

Aunque el miedo que siente me hace sentir más furioso que antes, observo como mueve su pequeña nariz por el miedo que esa persona le causo, esconde su rostro en mi cuello y solo acaricio su espalda.

— Y-yo... n-no-no... me querían llevar Abdel...— Cierro mis ojos negando, eso no debería de estar sucediendo.

— Todo está bien, ya nadie intentará llevarte. — Susurro comenzando a caminar lejos de lo que ha ocurrido, tratando de que no olfatee la sangre que hay en toda la planta baja.

— No quería hacerle daño a esa persona. — Lo dice un poco más calmada. — Y si tenía una familia...

Beso sus labios deteniendo sus palabras.

— No te hagas esa idea, él quiso llevarte y tú no le causaste ningún daño. Y nadie más te causará ningún daño. — Sus ojos azules me miran. — Yo me haré cargo de que nadie más te haga daño.

Suspira y deja caer su rostro en mi pecho cerrando sus ojos.

Camino saliendo de la casa hasta llegar a la pequeña cabaña que remodele para que uno de los últimos recuerdos que tuvo nunca se le olvide y es la última vez en la cual paso un momento lindo en este lugar antes de todo lo ocurrido.

Noto que mi calabaza se ha dormido y sonrió queriendo no despertarla mientras la dejo en la cama, miro como junta sus labios y la beso, siendo un beso tierno. Me quito mi suéter lleno de sangre y camino hacia la chimenea para hacer algo de fuego y que no este tan frío el lugar.

Suspiro mirando a Giovanna que se remueve entre las sabanas buscándome, me meto a la cama asegurándome de taparla bien y siento como me abraza, mi cuerpo se estremece al solo verla en esa forma tan vulnerable.

Mi dulce de melocotón 🍑; Libro 1 [Ver. extendida en proceso] ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora