XIII

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—Llegas tarde, Mandy —las mejillas de Amanda se encendieron.

—P-perdón —tomó un lugar frente a Emi. Nerviosamente observó cada espacio de la cafetería, tratando de ver algo que no fueran los penetrantes ojos de Emi.

—¿Quieres pedir algo? —Amanda negó, bajando la cabeza para ver su regazo. Se sentía incómoda. ¿Sería apropiado tratar a Emi como lo había hecho antes? ¿O ahora lo mejor sería considerarlo como el duque de Yunn? Tenía tantas dudas, y quería preguntarle a Emi para que se las resolviera. Pero él probablemente le diría que se olvidara de su título. Sin embargo, y por mucho que lo quisiera, eso no era lo correcto y menos lo normal.

Desde pequeña a Amanda le enseñaron a respetar a los nobles de mayor rango que ella. Si no lo hacía, su familia podría sufrir de grandes consecuencias como la deshonra, o la muerte.

Si bien, ella necesitaba ver los ojos de Emi y bromear con él, sus instintos mas desarrollados le advertían que no. Estaba aterrada, no de Emi, pero lo que podría pasara si lo hacía enojar.

—No, estoy bien —el chico suspiró por su respuesta corta.

—La última vez dijiste eso y terminaste comiéndote mi pastel —el rostro de la chica se pintó de rojo. Alzó la cabeza y lo miró.

Por primera vez me miras, pensó el chico.

—Lo siento por eso —Emi apretó los labios con disgusto. ¿Le había molestado su comentario? Debido a que Emi era tan quisquilloso con su comida, lo que Amanda había hecho podía explotar su ira.

Tembló ante esa imagen.

—Amanda, ¿qué pasó? No me gusta que estés así conmigo —la frustración latía en las palabra del chico. Era su primera vez viéndola tan pequeña. Amanda siempre le había parecido tan eterna que ahora verla finita, le molestaba gravemente.

La chica dudó de si sería apropiado decirle.

—Tengo miedo. Tú sabes como es la mayoría de nobles. No aguantan el mas mínimo desliz de palabras. ¿Qué pasa si te hago enfadar y toda mi familia termina en bancarrota por mi culpa? —en sus ojos se acumularon las lágrimas, las cuales rompieron el corazón de Emi.

—No llores, Mandy —trató de tranquilizarla —. Nunca podría hacerte daño. Aunque me hagas enfadar. Nunca —la chica parpadeó, tratando de quitarse las gotas. ¿De verdad había sido tan fácil? ¿De verdad Emi era tan...? ¿Tan qué? ¿Tan libre? ¿Tan fascinante?

Amanda nunca había conocido a alguien así. Su pecho se alivianaba cada que sus ojos se abrían y estudiaba a un Emi tan alucinante.

Ese era la palabra. Alucinante.

—¿Seguro que nunca vas a lastimarme? —quería asegurarse. Quería saber si era verdad todo lo que su pretendiente falso decía.

—Te lo aseguro. Lastimarte sería lo peor que podría hacer en esta vida, y en la siguiente —Amanda deseaba creer en Emi, necesitaba hacerlo.

Así que con una mano insegura le entregó su confianza. Ahí también iba su corazón. Solo esperaba que Emi no lo rompiera.

—¿A pesar de que me coma tu pastel? —quiso bromear con una media sonrisa. El chico rio aliviado por el intento de provocación.

—Tienes la palabra del duque de Yunn —levantó su mano posándola sobre su pecho.

—Si el duque de Yunn no cumple con su promesa deberá darme todas sus dulces—con una sonrisa, el chico asintió.

De lo Amargo a lo Dulce ONC 2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora