XVI

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Amanda nunca se había sentido tan nerviosa. Su cuerpo entero temblaba. Tuvo que apretar la falda de su vestido rosa.

La chica no sabía si estaba mas nerviosa por el tipo de vestido que usaba o por lo que le iba a decir a Emi.

Su vestuario lo había elegido su madre y estaba a punto de entrar en una crisis. No sabía si su escote redondo, a pesar de tener mangas, podría ser permitido en la sociedad. Había captado las miradas de varias personas, algunas la juzgaban y otras eran demasiado lujuriosos para que ella pudiera sentirse cómoda.

Y si eso no fuera suficiente también tenía puesto algo parecido a un corsé, sólo que este era rosa oscuro y tenía la tela fruncida.

Definitivamente a Amanda sólo le gustaba el color de su vestido. A pesar de que no era nada su estilo había accedido a usarlo por las palabras de su madre.

—¿Irás con el duque de Yunn?

—Sí —Amanda se terminó de retocar el cabello. Iba sencilla pero bonita. O eso creía.

—¿Así? —la voz de su madre estaba llena de desdén.

—¿Sí?

—No. Estás con el duque de Yunn, ¿de verdad crees que eres la única mujer que lo ha tratado de seducir? Las mujeres se le deben aventar como si fueran de trapo. Si vas así no lo conquistarás.

—B-bueno, no sabemos que le gusta al duque —respondió, empezando a sentirse insegura. Era verdad que normalmente sus vestido tenían escotes, pero nunca tan pronunciados. ¿Sería verdad que el duque había notado eso? ¿Y si le interesaba mas las mujeres que enseñaban mas piel? Amanda hizo una mueca.

—El duque es un hombre, a los hombres les gusta la piel —la señora de terrón se acercó peligrosamente a su hija —. Si de verdad quieres enamorarlo, debes tentarlo.

—¿Y si él ya está enamorado?

—Un hombre deja de estar enamorado cuando no obtiene lo que quiere —y así, Amanda manipulada por los años de experiencia de su madre y el miedo de perder a Emi, se vistió con algo que no quería.

No aprendan de ella.

Ahora, sentada, sola y sintiéndose como una ridícula deseó haberse puesto algo que le gustara. ¿Qué interesaba lo que a los hombres les gustara? Si Emi la encontraba atractiva con su verdadera esencia significaba que era el indicado, si ella necesitaba cambiar algo entonces él no valía la pena.

Tonta, tonta, tonta, debí de haber pensado en eso antes.

Amanda escuchó unos pasos.

—Por aquí, señor —la figura del chico que esperaba apareció y el corazón de Amanda se escapó. ¿Cómo podía verse tan guapo? El sol reflejaba sobre sus ojos verdes, y su cabello negro parecía brillar.

—Hola, Mandy —saludó Emi.

—Siéntate —no supo que mas decirle.

—¿Nunca vas a saludarme?

—No.

—Ya me lo suponía —el chico tomó asiento y por primera vez en ese día se fijó en el atuendo de Amanda.

Puedo jurar que Emi nunca había tenido pensamientos lujuriosos sobre alguna mujer. Siempre había estado demasiado enfocado en su trabajo para pensar en nimiedades. Pero desde que Amanda había llegado todas sus ideas sobre "sólo me concentro en mi trabajo" se habían ido a la basura. Y ahora, con el escote de Amanda saludándolo Emi sintió su boca seca. Tragó saliva, pero la sensación no desapareció.

De lo Amargo a lo Dulce ONC 2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora