52. la temporada en que el sol no brilló

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Sin importar cuánto la ignoró durante los últimos 9 meses de su vida, la sombra de la soledad a la que estaba tan acostumbrado siempre lo persiguió. El universo le había regalado la combinación de posibilidades perfecta, una probada de lo maravilloso que podía ser el mundo acompañado, no solo por amigos, sino que además por una pareja. Por Bokuto Koutaro, la encarnación del sol, de entre todas las personas que se habrían podido fijar en él. Disfrutó la experiencia tanto como esa siniestra sombra se lo permitió, mas las estrellas se alinearon, sus inseguridades salieron a flote y lo arruinó todo. Ni siquiera podía culpar al destino por este resultado, porque fue obra de su propia mano, y eso le daba una extraña sensación de alivio al respecto. Eso no podía ser normal, ¿o sí?

Y quizás tampoco era normal que él estuviese tan bien con el hecho de no estar bien casi nunca, ni lo era el hecho de que estaba activamente evitando llorar desde ese viernes en la tarde, aunque había fallado un par de veces. De todos modos, Akaashi Keiji nunca se consideró a sí mismo normal. Incluso cuando no lloraba, estaba sumamente triste, pero también estaba enojado, y aliviado, y ansioso, y celoso. Estaba sintiendo cosas a las que no sabía qué nombre ponerle, porque era la primera vez en su vida que ese vacío en su pecho se sentía tan real. Era la primera vez que una ruptura le dolía genuinamente, sin mencionar que el dolor se estaba volviendo físico, oprimiendo su estómago y quitándole el sueño. Sentía tanto que su cuerpo necesitaba somatizar al menos un poco de todo eso para que no le explotara el cerebro después de tanto sobrepensar.

—Es lunes... —se recordó a sí mismo al despertar con el sonido de su alarma.

Debía volver al mundo real tras estar dos días evitando el contacto con cualquier ser humano, sin contar a Hikari y Kenma, que le enviaban mensajes cada tanto para saber cómo seguía. Había estado haciendo poco más aparte de mirar el techo y escuchar música, y de solo pensar en que vería caras conocidas y tendría que dar explicaciones le entraban ganas de escapar de la ciudad, correr hacia Shobara y pasar el resto de su vida acurrucado en su cama junto a Haru. Pero no podía hacer eso. Tenía un trabajo al que ir, clases a las que asistir, un laboratorio en el cual ayudar. Un montón de cosas por hacer, porque el mundo no gira en torno a él.

Estuvo en piloto automático buena parte de la mañana, mientras se alistaba para ir al Aoi Café a cumplir con su turno de la mañana. La mitad de su cerebro estaba ocupada pensando en cómo estaría Bokuto, ¿estaría despierto ya? ¿Estaría en su apartamento, sintiéndose tan deprimido como él? ¿O tal vez en el gimnasio, soltando sus frustraciones mientras levantaba pesas? Siempre le dijo que hacer ejercicio le despejaba la cabeza. ¿O quizá estaría hablando con Ats-?

Se distrajo de sus pensamientos cuando sintió un dolor agudo en su boca y el sabor a sangre mezclado con el de la tostada que estaba desayunando. Cerró los ojos mientras sostenía un lado de su cara, el lado donde se había mordido a sí mismo sin darse cuenta. "Es lo que me gano por pensar en tonterías", pensó, tratando de verle un poco la gracia a la situación. Decidió que eso era suficiente desayuno por el momento, de todos modos era incómodo seguir comiendo así, de modo que se deshizo de la tostada en el basurero de la cocina y salió en camino a la cafetería.



Estaba bastante contento de que la primera persona a la que vio no le podía importar menos su relación con Bokuto, era un amigo que había hecho sin conexiones a su ex novio, así que el inicio de su día no fue tan incómodo como se lo había imaginado. En lugar de un montón de preguntas pesadas de parte de Osamu, tuvo un agradable turno conversando sobre la última película de A24 que el castaño había visto y sobre lo bizarra que le resultó. Por un momento, tan solo por unos minutos de corrido, pudo dejar de pensar en lo pesado que se sentía su corazón. Si tenía suerte, podría acabar el día sin ver a ninguno de sus amigos en común con Koutaro y evitar esa inmensa sensación de tristeza que lo invadía cuando pensaba en sus ojos dorados y sus mechones grises.

「caffeine」 bokuakaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora