41.5. recuerdo, parte 2

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trigger warning: maltrato psicológico familiar.


Desde que tenía uso de razón que sus padres fueron personas distantes.

Cuando era más pequeño jugaban con él a ratos, pero el paso del tiempo y una crisis económica dentro de la familia hicieron muy obvia la creciente distancia con su hijo. Bokuto era un niño despistado la mayoría del tiempo, pero podía notarlo. Intentaba acercarse a ellos para jugar, o hablar, o sólo estar cerca, y la respuesta siempre era silencio o un "ve a jugar a tu habitación". Koutaro comprendía que estaban ocupados, los dos trabajaban mucho para mantener su pequeña familia, pero le hubiese gustado pasar un poco más de tiempo con ellos.

Para cuando tenía 10 años, lo referente al dinero ya se había estabilizado, podía notarlo porque ya no tenía que usar ropa usada de sus primos y tenía juguetes nuevos, pero la actitud de sus padres persistía de todos modos, incluso cuando no trabajaban. Por eso estuvo muy entusiasmado esa vez que su maestra los llamó a la escuela. El pequeño quería enseñarles los juegos del patio y contarles las cientos de aventuras que imaginaba con sus amigos en el recreo, pero ellos no parecían muy felices de estar allí. Al menos lo dejaron jugar en el patio mientras la profesora hablaba con ellos.

Durante un par de semanas, le prestaron más de atención de lo usual, aunque al pasar unos cuantos días Koutaro se dio cuenta de que no era una buena situación. Lo llevaban a ver a muchos doctores que le hacían las mismas preguntas, lo hacían leer cosas aburridas y resolver pruebas monótonas, aún peores que las de la escuela. Él sabía que algo podía andar mal, porque no era normal ir al médico tan seguido, así que estuvo bastante aliviado cuando al fin lo escuchó de boca de una doctora: trastorno por déficit de atención con... ¿hiperactividad? "Es muy largo" pensó el pequeño Bokuto, "espero que no sea contagioso".

—Ese fue el último, no veremos a ninguno más, Sachiko —el menor podía notar la molestia en la voz de su padre, mientras conducían de vuelta a casa.

—No puedo creer que a todos se les ocurriera el mismo diagnóstico —refunfuñó su madre—. Es ridículo.

—¿Ya me mejoré? —preguntó Koutaro, que no estaba muy seguro de qué era lo que estaba mal, en primer lugar.

—No queremos que seas uno de esos niños raros, así que sí, estás bien —Hiroto, su padre, habló de nuevo.

—Me alegro —el menor sonrió, un poco confundido, ¿de qué "niños raros" le hablaban? No entendía mucho, pero al menos estaba bien.

—Ya puedes dejar de llamar la atención. Deja de hacerle la vida difícil a tus profesores y concéntrate en tus estudios, tus notas bajaron mucho —Sachiko hablaba con la dureza de siempre.

El menor bajó la mirada. No necesitaba que le recordaran eso constantemente, mucho menos a los 10 años. Ya estaba dudando de su inteligencia antes de que la maestra hablase con ellos.

—Ayer me pusieron un 10 en educación física —murmuró, esperando una felicitación que no llegó—. Estudiar en el salón es aburrido.

—Debes hacerlo igual o te quedarás atrás como un tonto —el peligris que iba al volante ya parecía harto del tema.

—Ya me aburro suficiente por la tarde cuando espero a que pasen a buscarme —se quejó, haciendo un puchero—. Mis amigos se van muy pronto.

Su padre suspiró exasperado.

—Entra a un club o algo, ya me cansé de hablar de esto.

"¿Un club?", pensó él, "buscaré un club mañana. Espero que sea divertido".

「caffeine」 bokuakaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora