Astromelia (Símb. felicidad)

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—Buenos días en la mañana —comento Victoria mientras llegaba a su lugar de trabajo—, eh... ¿Aleister? —no obtuvo respuesta de nadie por lo que se dispuso a buscar en el jardín al ya mencionado.

Luego de unos minutos buscando por el lugar Vitoria se rindió y pensó que quizá Aleister se había quedado dormido en su casa pero mientras especulaba por el paradero de su mentor la puerta del jardín choco bruscamente.

—Rayos... menos mal Aleister no esta o me mataría sin dudarlo.

—Está cerrado, Aleist... —Victoria se quedó callada al notar como un chico de piel morena clara y cabellos rizados y claros entraba al jardín llevando en su hombro lo que parecían ser bolsas de tierra—, ¿eso es para aquí?

—¿Eh? ¿Tú quién eres y que haces en la florería de mi amigo?

—Es un jardín —respondió de forma cortante —, soy Victoria, aprendiz de Aleister.

—Hum no.

—¿No qué?

—No puedes ser aprendiz de Aleister, él odia a todos.

—Esto es un trabajo no una forma de socializar, si no necesitas nada puedes irte, ya conoces la puerta.

—Oye... pero, debo traer esto.

—Ya lo trajiste ahora vete.

—¿Y quién los cargara a su lugar?

Un soplido lleno de irritación salió de Victoria mirando despectivamente al contrario.

—¿Acaso crees que porque soy mujer no puedo llevar un poco de tierra en mis hombros?

—Yo... es que... no son solo dos... —acto seguido el contrario señalaría hacia a fuera del lugar donde se verían cerca de 20 de esos mismos bultos.

—Aleister... está bien, éntralos.

—¿Ahora si quieres mi ayuda?

—No es tu ayuda, es tu trabajo.

—Auch... ya veo cómo te soporta Aleister —se dio medio vuelta y empezó a caminar hacia el resto de los bultos—, igual de loca por el trabajo.

—Rarito... —intento con exito subir un bulto a su espalda y empezó a cargarlo hasta una esquina del jardín donde tenían otros bultos del mismo tipo—. Como la tierra pesa tanto, no es común.

Victoria volvería al lugar en el que hablo con el otro chico y tomaría el segundo bulto en su hombro empezando a caminar pero tropezaría torpemente con una raíz fuera de lugar precipitándose al suelo hasta que algo detuvo su trayectoria.

—Te dije que necesitarías ayuda.

—Yo... —luego de un breve silencio donde sus ojos se encontraron con los del contrario musito—, que te pasa, no me toques.

—Ok —soltó abruptamente a Victoria permitiendo que se estampase de espaldas con el suelo.

—Lo admito me lo busque.

—Un poco... ¿te ayudo a levantarte o me alejo 5 metros a la redonda?

Victoria evito la pregunta y se levantó rápidamente sacudiendo la tierra en su ropa.

—Creo que empezamos mal... no debí intentar sacarte de aquí de esa forma tan grosera.

—Así es.

—¿Qué?

—¿Qué?

—Deberías disculparte también.

—¿Debería? Yo solo estoy haciéndole un favor a un amigo mío, no hice nada malo... bueno al parecer te toqué —lo último lo dijo con un toque de sarcasmo.

—¿Cuál es tu nombre?

—Soy Nick.

—Oh... claro.

—¿Pasa algo?

—No... bueno si —Victoria era toda una experta en cambiar sutilmente de tema—, si Aleister te pidió que trajeras esas cosas hoy... entonces ¿sabes porque no vino?

—¿De verdad te consideras su aprendiz? Solo digo que si lo fueras te lo hubiera dicho... o quizá no sabe... nunca ha tenido un aprendiz así que quizás es la segunda.

—Responde.

—Claro —Nick aclaro su voz antes de continuar—, cada luna llena un habitante de la ciudadela debe salir a recolectar comida durante dos días seguidos para abastecer al resto de las personas.

—Y hoy es el turno de Aleister.

—Genial tienes razonamiento lógico, felicidades.

—Como sea... ¿entonces son dos días libres?

—En teoría... si Ale no te dijo nada, sí; pero normalmente tu maestro debería de haberte dejado algo que hacer, ¿no tienes algo por hacer?

—Este lugar insiste en que se trabaje a Diario —una carcajada salió de Nick mirando a Victoria.

—Por favor, que deberías hacer todo el día además de regar unas plantas.

—Es notorio que no servirías para trabajar aquí.

—¡Oye!

—Aquí estudiamos plantas, las cuidamos y domesticamos para que sean útiles —Victoria se dio media vuelta y mirando sobre su hombro a Nick, le indico por un cabeceo que le siguiera.

—Eso fue muy a Aleister.

—Ni lo menciones... odie eso.

—Lo sé, es aburrido sonar como Aleister; mira lo intentare —Nick se separó de Victoria y corrió hacia un cardumen de cactus y empezaría a hablar imitando el tono de Aleister—, los Euphorbia Ingin son cactus altos y resistentes, al igual que la mayoría de los de su especie.

Victoria estallo en risas al ver como Nick imitaba a Aleister y tocaba un cactus pinchándose el dedo y llevándolo a su boca para lamerlo. Una vez su risa se apagó hablo.

—Primero, me gusto el tono, si sonaba como Aleister, segundo, es Euphorbia ingens no ingin.

—Es una imitación, no puede ser perfecta.

—Y tercera, no toques un cactus directo en sus espinas.

—Lo tomare en cuenta para la próxima, lo prometo.

—Creo que no habrá próxima si no hacemos lo que Aleister te pidió.

—Y de nuevo tienes razón.

Luego de casi dos horas llevando y acomodando bultos de tierra en la esquina del jardín Nick y Victoria fueron a la puerta para cerrarlo y despedirse.

—Entonces... ¿mañana aquí mismo?

—Lo siento, también debo trabajar —Nick rasco su nuca rápidamente y miro al cielo viendo como este empezaba a oscurecerse por la hora— pero... tú tienes el día libre, podrías acompañarme.

—Podría intentar regar las plantas de forma veloz.

—Entonces poder verte mañana, en el centro de la ciudadela, la casa de piedra, al medio día.

Ambos se despidieron con un rápido abrazo para empezar a caminar hacia donde residían pero no contaron con que vivían hacia el mismo lugar hasta luego de unos minutos encontrarse con una bifurcación en el camino de piedras.

—Yo me voy por aquí.

—Y yo por aquí, adiós.

—Adiós.

Relatos de Apokulupgeria: El JardínDonde viven las historias. Descúbrelo ahora