Distrito 11: el primer Vasallaje de los 25.

Capítulo 10

Cuando paramos de correr, Sean curó mi herida del hombro. Le echó un líquido antiséptico y no pude evitar gritar. Luego lo cubrió con una tela blanca. Estoy muy agradecida de haber tomado ese bolsito de primeros auxilios.

Esa noche observe el rostro de Amber en el cielo, recordándome que había muerto. Solo intento sacarme su imagen de la cabeza, pero no puedo. Pienso que, tal vez, si hubiese durado un poco mas, seriamos amigas. No fuimos aliadas mucho tiempo pero era del Distrito 12 y sentí que en una parte teníamos algo en común: nuestros Distritos pasaban hambre. Mi mamá decía que el Distrito 12 es uno de los Distritos más pobres, al igual que el 11. Pero creo que había algo más. Sus ojos pedían ayuda para sobrevivir, vi en ella esa necesidad. Yo tenia comida, armas, primeros auxilios... simplemente podría vivir, pero ella no. Fue como un instinto, un instinto maternal, que me decía que debía protegerla. Pero no lo hice, no pude.

También en el cielo aparecieron los rostros de Eric y Elodie. Elodie, que se mostro amable conmigo al principio, solo porque quería que fuese su aliada. Siempre tan carismática, aparte de que era muy bella. Siento lastima por ella. No merecía morir, solo fue una victima de los juegos, como yo, como Sean. Bueno, Sean pidió venir, y tal vez ella también. Pero, ¿Quién quisiera venir a unos juegos para matar a otras personas y, posiblemente, morir? Sean lo hizo solo para protegerme, o eso dijo. Pienso que lo de Elodie y el resto de los profesionales es por orgullo. Los de esos distritos tienen una mentalidad distinta a la del resto. Los Distritos del 3 al 12 -excluyendo al Distrito 4- Necesitan un ganador, porque así todos comeríamos. Viviríamos relativamente bien durante un año. Pero los Distritos 1, 2 y 4 son distintos, ellos lo tienen todo. Siempre son los favoritos del Capitolio y no pasan tanta hambre porque cada año tienen un vencedor. Siempre se están entrenando, por eso se les dice profesionales.

En el cielo también aparece el rostro del chico que murió antes del terremoto, pero no alcanzo a ver de qué Distrito era. Empiezo a contar cuantos tributos quedan y solo somos ocho. ¡Espera, somos ocho! Y aun no ha pasado ni una semana, estos juegas van rápidos. Mi familia debe estar feliz, orgullosos de mi. Tal vez, estar en los ocho restantes hará que Clarisa se relaje un poco; no hace falta estar en casa, se que esta estresada. ¿Mamá? Seguro estará llorando de la alegría ¿Y Sebastián? A lo mejor ira mañana a ver a sus amigos a presumir que su hermana aun esta viva y que esta en los últimos ocho tributos. Yo no presumiría, suponiendo que en cualquier momento pueden tomarme desprevenida y matarme.

Esta noche yo he tomado guardia. A veces, me asusta que las noches sean tan tranquilas, no es normal. Luego suena un cañón, y pienso que no esta tranquila del todo. Me pregunto quien habrá sido y quien lo habrá matado. Estoy segura que los profesionales se separaron, o al menos Jasper y Alexander pudieron hacer alianza solo ellos. ¿Y si ese cañón fue Lynn? Podría ser, pero ella es fuerte y, además, tiene un tridente.

El sol lucha por salir, dejando detrás la noche. Despierto a Sean. Decidimos comer nuestras galletas, pero teníamos tanta hambre que nos la hemos acabado casi todas.

-Tendrás que cazar. -Me dice y yo hago un gesto desaprobatorio, pero tiene razón.

Caminamos en silencio, yo con mi cuchillo en mano y Sean con el cuchillo que me quitó. Cazar con cuchillos no es tan sencillo, ha sonado un cañón y ahuyenta las presas, pero lo logro.

-¿Te has dado cuenta solo quedamos seis? -Me pregunta Sean, mientras hacemos una pequeña fogata para azar la carne de una ardilla que cacé.

-Si, lo sé. -Me limito a decir.

Echamos tierra a la fogata una vez que la ardilla estaba lista, nos dispusimos a comer.

-¿Sabes lo que quiere decir? -Me pregunta Sean, con un tono de tristeza.