Capítulo 12

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Suenan unas trompetas.

-Damas y caballeros -suena la voz de Eizen-, la vencedora de los vigésimo quintos Juegos del Hambre: Amanda Brown del Distrito 11.

Gané. En estos momentos debería estar feliz, ¿por qué no lo estoy? Me levanto del suelo un poco atónita todavía. A mi lado veo a Jasper, muerto. Quiero llorar, ya no quiero estar allí. Que bien que ya me iré. Veo mi cuchillo, todo ensangrentado. Lo odio. Odio todo esto. Grito de frustración y clavo el cuchillo en el suelo. Tal vez cualquiera pueda tomar eso como un grito de guerra, tomando en cuenta que lleve mis manos a mi cabeza y comencé a llorar.

Lo último que recuerdo es haber estado al lado del cuerpo de Jasper y estaba llorando. Creo que me desmayé.

Estoy en una sala que nunca había conocido. Esta claro que ya no estoy en la arena. Gane y estoy en casa. Solo que esta no es mi casa. Todo es monstruosamente blanco: las paredes, los utensilios, la camilla. Creo que estoy experimentando la claustrofobia. Quiero salir de allí. Quiero que me lleven a mi casa de una buena vez. Lloro, otra vez. No se cuanto tiempo he estado llorando, pero me duele terriblemente la cabeza.

Intento levantarme pero no puedo. Cuando bajo la vista mis muñecas y mi torso están sujetados. ¿Me han encarcelado? ¿Qué he hecho? La claustrofobia me inunda y empiezo a gritar. Siento que algo me empieza a recorrer dentro de mi brazo. Un líquido viene desde mi antebrazo y sube hasta el resto del cuerpo. Inmediatamente dejo de gritar y me calmo. Ya no puedo hablar, solo me duermo.

Sueño que vivo en un mundo perfecto. Sin Los Juegos del Hambre, sin tantas reglas. Solo estamos todos en paz. Los niños recorren felices las calles sin tener miedo de que cuando cumplan 12 años estarán en la cosecha. Los Distritos son todos hermanos. No hay guerra, nunca la hubo. Ningún Distrito no pasan hambre, todos se regocijan con comida.

En mi sueño veo a mi padre. Tiene una gran sonrisa. Él y mi madre nos ven jugar a mí y a Sebastián junto con Sheila, la pequeña de Clarisa, quien también juega con nosotros. Dylan y mi padre empiezan a asar una carne para toda la familia. Todos estamos felices, sobre todo porque papá esta allí.

También llega Sean, con su madre y pequeña hermana. Nina, la hermanita de Sean, se une con nosotros al juego. Su madre comienza una animosa charla con mi madre, Clarisa se une a ellas.

Sean se acerca a mí y me abraza. Sebastián me da un pequeño golpecito en el brazo y yo le hago señas para que se aleje.

-Ten mucho cuidado con ella. -Dice mi papá, acercándose-. Lo es todo para mí.

-¡Papá! -Le reclamo.

-Estoy muy consiente de aquello, Sr. Brown.

Ambos sonríen, y yo también. No puedo creer que ellos dos estén aquí, charlando. Todo esto me hace feliz. Sin embargo, como había dicho era todo un sueño. Un sueño del cual no quería despertar.

Pero lo hice, desperté. Desperté con la esperanza de ver a Sean, de ver a mi padre, pero a quien vi fue a Jeffrey. Bufe y rodé los ojos.

-Yo también me alegro de verte. -Me espeta.

-No estoy de ánimos para discutir. ¿Por qué estoy amarrada?

-Pues, cuando te anestesiaron para curarte, involuntariamente te quitaste todos los aparatos del brazo, empezaste a sangrar como loca.

Vi mis brazos y el derecho tenían un pequeño rosetón.

-Pero ya estas libre. -Me dice.

Moví mis brazos y mi cuerpo, y me di cuenta que estaba libre, así que me senté.

Distrito 11: el primer Vasallaje de los 25.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora