Capítulo I

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Ante la mirada insufrible que ejercía la mujer peliblanca conocida como Echidna sobre sus compañeras, y la incesante urgencia, convertida en cuenta regresiva para salvar al chico idiota de su propia autodestrucción, empezó a generar el sofoco de un ambiente que supuestamente ni siquiera existía y que estaba formando un peso gradual en cada una de ellas.

La mayoría de las otras brujas eran incapaces de salir del letargo impuesto por su acto de traición a su biología, ya sea el miedo de empeorar las cosas, congelación de shock por el suceso, o simplemente por qué realmente no entendían como podrían solucionar esta situación por sus propios medios.

A excepción (claro), de cierta voluptuosa mujer de cabello rubio que culminaba en una encantadora coleta de caballo al final, y profundos ojos de iris azules, ella entendió perfectamente que tratar de razonar con el moribundo hombre no la llevaría a ningún lado en el estado mental en que se encontraba, por lo que haciendo acopio de su inhumana fuerza, dirigió sus esfuerzos y su cuerpo para enfrentar con severidad a la señora de este mundo onírico, a sabiendas de que siempre parecía saber todo lo que pasaba; ella era la mujer indicada para solucionar el problema que estaba presentándose, y la ayudaría a solucionarlo, le gustase o no.

-¡¡ECHIDNA!!

- ¿Si Minerva?... ¿Necesitas algo~?

Tanto la rubia y la albina entendían perfectamente el contexto y gravedad de la situación, y la primera también entendía como ella disfrutaba molestándola de cualquier manera que se le ocurriera; al igual que Subaru, ella estaba incapacitada en más de un sentido para poder defenderse de las burlas que se le adjudicaran, ya sea por el efecto de su antigua autoridad, o por que mientras más frustrada se mostrará, solo empeorarían las burlas hacía ella.

Pero era también evidente que no podía darle el lujo de empezar a molestarla, preservar la salud del chico pelinegro era prioridad en este momento, y cada momento que ella desperdiciara peleando con ella, más cerca podía sentir el espectro de la muerte cerniéndose sobre el, el tiempo era esencial.

-¡¡Sabes perfectamente bien que es lo que quiero Echidna!! - incluso con las cadenas invisibles que la empujaban constantemente hacia el suelo su figura jamás decayó - ¡¡Detén está maldita exhibición de negligencia que estas obligando hacer a Sekhmet y déjame curarlo de una maldita vez!!.

A pesar de ser duramente golpeada en más de un sentido por la atronadora voz de la rubia, Echidna mantuvo su imagen igual de imperturbable que antes, y para aumentar aún más la cólera de Minerva incluso le pareció ver como su sonrisa volvía a ensancharse.

- Y suponiendo que yo le pidiera a ella que te le liberase - comentó hablando entrecortadamente- , y luego procedieras a curarlo... -finalizó dándole una de sus miradas analíticas- ¿Qué harías entonces Minerva?, aunque aquí este relativamente a salvo, tarde o temprano tendrá que salir y volver a hacer frente a las asesinas de la mansión, a Oousagi, a mi alumno, a Garfiel, y evidentemente, también esperar a que la mocosa se digne a terminar sus juicios, veas por donde lo veas no me parece muy justo para él seguir alargando su sufrimiento en una situación con un margen de éxito tan reducido.~

Volviendo a cruzar sus brazos espero ver la reacción de sus compañeras tras su lógica explicación sobre su supuesta falta de acción al respecto, y fue muy satisfactoria de hecho, ya que enumerar la no muy agradable lista de problemas que tenia que resolver el muchacho en menos de una semana, y sujeto a sus propias limitaciones, hizo que la gran mayoría llegarán a sentir un viento frío recorrerles la espalda.

Pará ser justos, incluso en sus batallas más importantes siempre tuvo la oportunidad de organizarse y planear como superar el obstáculo que le presentara, (su mayor fortaleza en opinión general de todas) y reunir a los "aliados" que fueran necesarios para conseguir su objetivo, pero la situación aquí era diametralmente diferente: no sólo por que la amenaza era más directa que nunca para todos, si no que además las pocas personas que estaban mínimamente capacitadas para ayudarlo, o estaban en "su contra" (Garfiel y Shima), estaban en mayores problemas que él (Emilia, Frederica, y Petra) o estaban confabulados directa - o indirectamente- con los malos (Ram con Roswall, y el dueto de asesinas contratadas Elsa y Meili), ¿y que podían decir del Comerciante? Lo único que tenían en mente al pensar en él, era un repugnante recuerdo de él empujando a Subaru a una muerte segura en contra del Hakugei, (o Ballena Blanca como ellos le decían), era un milagro que en bucles pasados no hubiera intentado volver a dejarlo a merced del Gran Conejo para salvar su trasero, simplemente no veían formas de que Él, de entre todas las personas pudiera hacer algo para ayudarlo.

Una Nueva -y codiciosa- Ruta Lujuriosa (A Re Zero Fanfiction)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora