Brutus

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Después de tantos años siendo vencedor aun no termino de acostumbrarme a la presencia de algún periodista a mí alrededor. No es que me moleste toda la atención que recibo, es más, me gusta el respeto que mi posición infunde entre los habitantes del Dos por ser uno de los tantos vencedores, el problema es que al ser el Distrito favorito del Capitolio, acuden a nosotros periodistas con más frecuencia que en los demás, y en esos días tengo que soportar, por lo menos, tres o cuatro siguiéndome a todas partes. Lo cual es algo molesto cuando salgo a correr como parte de mi rutina de ejercicios, acompañado de tres idiotas.

Una vez termino mi rutina, regreso a casa donde mi esposa e hijos están esperándome para desayunar. Me detengo en el umbral de la cocina mirando como cada uno tiene una función designada para la preparación de la comida: Lottie, mi esposa, se encuentra friendo los huevos y el tocino mientras nuestros hijos, Cato y Jack están poniendo los platos en la mesa y cortando el pan integral. Cuando notan mi presencia, me saludan y continúan hasta que el desayuno está listo. Me siento con ellos, desayunamos acompañado por el sonido de los cubiertos al chocarse.A esta hora es poco común que establezcamos una conversación, por lo que cada uno mantiene la vista en sus respectivos platos. Una vez terminado, cada uno lava su plato y entre todos colaboramos en la limpieza de la cocina.

—Ya es hora muchachos—dice Lottie, al terminar de limpiar—, vayan a arreglarse para el colegio.

—Sí, mamá—responden a la vez.

—Cato—me dirijo a mi hijo mayor—, te recuerdo que después que salgas del centro de entrenamiento, tienes clases conmigo. La cosecha se acerca y esta es tu última oportunidad.Lo mismo para ti, Jack, no pienses que por faltarte tres años vas a escaparte

—Sí, papá—dice Jack entusiasta

—Hoy no puedo, papá—responde Cato, mirando fijamente su plato, incómodo—, voy a salir con Clove, mi novia.

— ¿Disculpa? ¿Qué dijiste?—pregunto—, parece que no escuche bien

—Si lo hiciste, papá—responde desafiante pero al mirarlo fijamente, baja la cabeza y la voz—, llevo entrenando el doble que cualquier chico en el centro. Dame un respiro.

—Cato—empiezo tratando de mantener a raya mi creciente malhumor—, entiende que estas a dos semanas de tu última cosecha...

—Brutus, déjalo en paz por hoy—media Lottie—, nuestro hijo es el mejor del centro, se ha ganado a pulso un día libre. —En todo momento me mira retadora—. Muchachos, váyanse al colegio, no me gusta que lleguen tarde.

Aprieto la mandíbula con fuerza y miro con reproche a mi esposa hasta que escucho la puerta cerrarse después de que los chicos se van. Me acerco amenazante hasta ella y le agarro el brazo con fuerza, Lottie en ningún momento se muestra intimidada, al contrario, me sostiene la mirada con actitud desafiante.

— ¡Que sea la primera y última vez que me desautorizas delante de mis hijos, Charlotte!—gruño entre dientes apretando más fuerte su brazo.

—Suéltame, Brutus—gruñe también enojada—. ¡Que me sueltes!—Se zafa bruscamente de mi agarre—, no voy a permitir que obligues a Cato a desplazar cualquier evento de su vida ajeno al entrenamiento. Te guste o no, sigue siendo un adolescente.

— ¡Él es mejor de ese maldito centro!—estallo—, y no va a echar a perder su camino a la gloria por estupideces.

— ¡Es su vida, Brutus, no la tuya!—grita, sus mejillas de tiñen de rojo a medida que habla—, tú ya tuviste tu maldito momento de gloria y no voy a permitir que mi hijo se obsesione con la idea de ir a los juegos del hambre por darte gusto. Él no es una extensión tuya.

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⏰ Última actualización: May 02, 2022 ⏰

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