tercer fragmento: el hombre de rojo

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Una ciudad bastante animada en su superficie, cada habitante parecía conforme con su estilo de vida, una tranquila y sin preocupaciones.

Nada más que una fachada creada para encubrir lo que realmente sucedía en las entrañas de la ciudad, e incluso si prestas suficiente atención puedes notar la mirada maliciosa de las personas.

Encargarse de todos y cada uno realmente no supondría un problema más que una perdida de tiempo, pero esa no era su misión, su misión es eliminar a un grupo especialmente peligroso de contrabandistas de humanos, otra forma de decir esclavistas. Este grupo se destacaba por su crueldad a la hora de ejecutar sus objetivos eliminando a los que no son de su interés y sobornando y/o amenazando a las autoridades quienes no tenían el poder o los recursos para hacerles frente.

Justo se detuvo frente a un pequeño pero lujoso edificio que nos destacada más que el resto, pero son duda de una u otra manera incitaba a mirarlo aunque sea una vez —. Veamos con que clase de sorpresa me encontraré esta vez —. Sin dudar el hombre entro al edificio prestando atención al más mínimo detalle.

— Disculpe que puedo hacer por usted señor? —. Una joven recepcionista se encontraba ordenando algunos documentos, nada inusual solamente una tapadera.

— Me gustaría hablar con tu jefe tengo algunos negocios que atender el —. La joven por un momento dudo que hacer pero al final accedió y se retiró dejando solo a hombre * este lugar esta lleno con artefactos explosivos, de todo tipo además por su configuración apuesto que nadie que esté dentro sobrevivirá *.

Al los pocos segundos apareció un hombre de aproximadamente 50 años obeso, nada intimidad pero eso no se podía decir de su aura, si un un novato estuviera en su lugar definitivamente habría salido corriendo del lugar.

— Sea bienvenido a mi humilde negocio en que puedo ser de ayuda mi estimado cliente —. Para shirou ese hombre no era nada más que una serpiente con lengua de plata, era capaz de engañar a las personas pero a él no.

— Actualmente estoy buscando una casa con vista a la montaña que podría recomendar me —. A simple vista parecía una frase normal pero para las personas correctas un código para un servicio en concreto.

— Espera aquí yo me hago cargo —. Sin más la chica se retiró dejando los a solas —. No sé dónde obtuviste la clave pero si se que solo las personas de confianza pueden tenerla, pero supongo que algún cliente nos recomendó no es verdad? Bien vamos —.

Caminó hasta una estantería dónde saco un libro e inmediatamente dejo paso a un pasillo secreto. Más precisamente unas escaleras que conducían a los niveles inferiores.

— Puede hechar un vistazo y decirme que es lo que le agrada, y tal vez podamos negociar un acuerdo —. La cara de aquel hombre realmente le resulta repugnante, pero ahora no podía hacer nada o podría sospechar y eliminar la evidencia, o mejor dicho a cada persona aqui abajo.

Aproximadamente 50 celdas con 3 o 4 personas dentro cada una, una escasa iluminación apenas dejaba ver el estado de los esclavos, aparentar que estaba buscando algo en específico fue fácil al menos hasta que sus oídos captaron algo.

— ayuda —

Débil y apenas audible escucho un susurro unas celdas más adelante y camino hasta que finalmente dió con la fuente.

— quien sea ayúdeme, por favor —. Gracias al refuerzo en sus oídos logro escuchar claramente lo que decía, y claramente la voz pertenecía a una mujer jóven quizá de la misma edad que lucy, aunque trato de ver su apariencia reforzando sus ojos no pudo al estar de espalda con respecto a él.

— oye tú voltea —. Sin saber el porqué decidió llamar la atención de aquella chica, y para su fortuna la mencionada se giró lentamente, por un momento juro ver a otra persona con ese mismo color de ojos y cabello.

— ayuda me —.

Arturia DreyarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora