Capítulo 7: Cuando el niño salió victorioso

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Nuestro joven protagonista no se encontraba en el Gran Comedor, estaba en los baños de las mazmorras, allí casi nunca iba nadie y el quería un momento para refrescarse, ya que luego de regresar al colegio por su cuenta (Draco quiso quedarse un tiempo más con sus padres) se encontró con Hermione Granger, quien le hablo de una tontería sobre un perro de tres cabezas y de Nicolás Flamel, claro que sabía quien era pero el no tenía por que admitirlo, luego de ignorar a la niña y de una ligera discusión con un chico de nombre Justin siguió con su día, hasta ese momento donde se encontraba frente al espejo de el baño.

Draco sabía donde estaba su novio por lo que pensó que todo estaba completamente bien, ahora estaba cenando con sus amigos, entre cientos de murciélagos que aleteaban, la cena era un completo festín, cientos de platillos de alta cocina, claro que no se comparaban con los de la mansión Malfoy pero eran algo, Daphne estaba hablando sobre lo buenas que estaban las patatas cuando el profesor Quirrell apareció corriendo entre las puertas del comedor, con su turbante torcido y una cara de horror. Todos guardaron silencio mientras se detenía frente al profesorado y con voz jadeante decía

— Un troll en las mazmorras... hay un troll en las mazmorras cerca de los baños... Pensé que debía saberlo.

Y con esto se desplomo en el suelo.

Un gran jadeo colectivo lleno el aire, mientras la mesa de Slytherin contemplaba con horror al heredero Malfoy salir corriendo del lugar

— ¡SEÑOR MALFOY! ¡SEÑOR MALFOY VUELVA DE INMEDIATO! —la potente voz del director no le importó en lo más mínimo, sus piernas corrían tanto como le era posible, su etiqueta no importaba, no mientras Cyg estaba a solo metros del troll— ¿A dónde se dirige? 

La temblorosa mano de Pansy se alzó en respuesta —Cygnus Prince estaba en los baños de las mazmorras—.

El fuerte golpe de la silla de Severus Prince llenó el aire sin importarle nada corrió siguiendo a Draco, claro que ninguno se dio cuenta que faltaban dos Gryffindor en su mesa.

Draco estaba temeroso, ya había recorrido dos de los cuatro baños de varones en las mazmorras y no había rastro ni de su novio ni de la bestia, estaba analizando eso cuando intentó abrir la puerta de un aula que desprendía un raro aroma, se rindió al verla cerrada con llave, iba a avanzar hasta la siguiente cuando algo llamó su atención, un gimoteo y un sonido de algo rompiéndose, seguido de un forcejeo interno en la cerradura.

Sin esperar ni un segundo su varita actuó —Alohomora— y con eso la puerta se abrió, recibió el cuerpo de Cyg en sus brazos cuando algo lo aventó desde atrás, su mirada se horrorizo. Más de tres metros y medio de alto y tenía la piel de color gris piedra, un descomunal cuerpo deforme y una pequeña cabeza pelada. Tenía piernas cortas, gruesas como troncos de árbol y pies achatados y deformes. El olor que desprendía era terrible, lo peor fue ver un garrote es sus manos, tenía un rastro de sangre y un pedazo de la túnica de el azabache en el.

Harry Potter y un nuevo caminoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora