Capítulo 3: Cuando el niño y el dragón se cuidaron

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Un mes, un mes desde que había entablado una linda amistad con Draco Malfoy, un chico que podría parecer frío y presuntuoso, mimado y estirado (aunque mimado si que es), en realidad era un niño amistoso y leal, quien frecuentemente se preocupaba p...

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Un mes, un mes desde que había entablado una linda amistad con Draco Malfoy, un chico que podría parecer frío y presuntuoso, mimado y estirado (aunque mimado si que es), en realidad era un niño amistoso y leal, quien frecuentemente se preocupaba por el.

Durante esos treinta y tres días las cartas iban y venían, tanto fue así que rogo a su padre le comprara una lechuza, a cambio de prometer estar entre los primeros tres promedios de su año, su padre obviamente había aceptado, entre risas por supuesto ya que después Severus admitió que ya había comprado una lechuza para el, felicitándolo por su ingreso oficial a la escuela.

Es así que ahora Harrison se encontraba frente al expreso a Hogwarts en la estación 9 3/4, no estaba nervioso, estaba mentalizado a no dejarse manipular por ningún anciano de barba blanca ni por una mujer de apellido Weasley, su padre le había pedido tener cuidado y eso haría, por lo que con ayuda de un chico de apellido Digory subió su baúl al tren, una vez dentro camino hasta encontrar un vagón vacío donde se sentó y sacó un libro de su mochila en espera de Draco, con quien se citó ese día en el expreso.

Cerca de 40 minutos habían pasado, sin señales de Draco y habiendo leído cinco capítulos de su libro se agacho para tomar un cuaderno donde anotaba siempre los temas que le interesaban, en un libro de encantamientos de defensa había muchos tópicos interesantes, estaba por anotar el primero cuando de manera abrupta la puerta de su compartimiento se abrió, con emoción contenida volteo a ver a la persona responsable, en espera de su amigo, sin embargo se decepcionó al ver a un chico pelirrojo en su lugar.

—Hola, lamento el ruido, me puedo sentar, todos los demás lugares están llenos —Harrison ignoro al niño, quien entro y se sentó dejando la puerta abierta— soy Ron, Ron Weasley, ¿Estás emocionado? Yo sí, mamá me obligó a traer a Scabbers —le mostró una rata gorda y fea— no me gusta pero es algo, ¿eso es un hurón? que genial, parece Scabbers pero en blanco.

Así el chico pelirrojo siguió y siguió por lo que le pareció una eternidad, hasta que alguien más entro en el compartimiento con ellos, una niña con dientes de castor y pelo enredado crespo, bastante mal cuidado si le preguntan, y genial ahora parece Draco, opinando del pelo de los otros, ese pensamiento le sacó una sonrisa ligera.

—¿Han visto un sapo? lo perdió un niño llamado Neville —ambos negaron con la cabeza— soy Hermione Granger y tu... ¡Eres Harry Potter! —esa afirmación saco una mueca disgustada de parte de el ex Potter— es un gusto conocerte, espero seamos amigos y ¿eso es un libro? no es de los de la lista, lo se por que me he leído todos —con ello le arrebato el libro— esta muy maltratado y mira nada más roto, lo voy a reparar, es sencillo y...

—¿Crees que no se reparar cosas? No se quien te creas, pero deja mis cosas —sin tapujos le quita de vuelta el libro— no me interesa saber quienes son, así que, se van ustedes o me voy yo.

— ¿Es verdad? —una nueva que arrastraba las palabras se hace presente en el vagón— lo que esta niña grito, el gran Harry Potter está aquí.

—Sí, ¿Y tu y tus gorilas tienen un problema con eso? —el pelirrojo de inmediato se levanta con afán de defender a el niño de ojos esmeralda— vete de aquí rubio.

Harry Potter y un nuevo caminoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora