— ¿Dónde estabas? —. Preguntó su madre al verlo llegar.
— En casa de Harmony.
— Oh, ¿cómo se encuentra, y la pequeña Euphony?
— Ambas están bien y la familia te envía sus saludos.
— Tal vez los invite a cenar una noche, y a Bridget por supuesto, ahora que no va a las fiestas no la veo tan seguido.
— Seguro irá a la semana de campo.
— Eso espero, además debemos conocer al nuevo vizconde Evans, ¿crees que esté buscando esposa?
— No lo sé madre, es un niño aún.
— Si, pero tal vez quiera ir pensando en tener descendencia.
— Dios, no puedo contigo cuando te pones en casamentera — dijo comenzando a subir las escaleras — estaré en mi habitación, estoy cansado.
— ¿Tan cansado por un almuerzo? — cuestionó haciendo que el caballero volteara a verla.
— Practiqué esgrima toda la tarde.
— ¿Con el señor Williams?
— No, con su hermana.
— Oh, ¿y es buena?
— Excelente, aunque no entiendo tu interés.
— Solo preguntaba, siempre te quejas de que nadie te da pelea.
— Bueno, ella sí lo hizo.
— Deberías invitarla a venir para practicar.
— ¿Has perdido la cabeza? — preguntó riendo — sería muy mal visto que venga a verme.
— No seas tonto querido, invitaríamos a su madre también, he hablado poco con ella, pero es una mujer muy amable.
— Si es cierto — dijo suspirando — ¿alguna duda más?
— No, ya puedes irte.
Mery estaba tratando de descifrar si su hijo tenía algún mínimo interés en la jovencita, pero no había tenido resultados. Al menos ya tenían algo en común y era mucho más de lo que algunas parejas poseían. Tal vez sería agradable invitar a las damas Williams, si, definitivamente lo haría.
Sabía que su hijo estaba enamorado de Florence, pero eso ya era algo imposible, ella estaba felizmente casada y con un hijo. Nathan debía soltar todo aquel enamoramiento, además de empezar a divertirse un poco más. Siempre había sido responsable, pero desde que su padre había fallecido, lo era aún más. Y obviamente era un alivio no tener un hijo libertino, pero no era malo salir a beber algo con amigos, y pasar el rato.
Por lo poco que sabía de la joven Williams, tenía entendido que era una dama chispeante. Había sido la joya de la temporada pasada, pero poco encajaba con lo que la sociedad londinense esperaba de una señorita. Y estaba la cuestión de que su hijo la había invitado a bailar el año anterior, jamás le había podido sacar información sobre ese asunto pero estaba segura de que ella era la chispa que necesitaba Nathan en su vida.
[...]
El vizconde se encontraba observando nuevamente a las señoritas, todas las debutantes le parecían tan aniñadas que era imposible sentir un mínimo deseo por ellas. Y no porque fueran feas, claro que no, tal vez en unos años cuando tuvieran aspecto de mujeres y no de niñas llamarían su atención. El problema era, que necesitaba esposa ahora.
— Agradable noche ¿no?
— Hasta que te dignas a aparecer por aquí, ¿dónde estuviste este tiempo?
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Remendando el corazón © TL #3
Historical FictionSaga: Temporada en Londres, libro #3 Nathan Holland necesita encontrar a su vizcondesa con urgencia, a sus veintinueve años, deberá decidir quién será su compañera de vida y la madre del futuro heredero. No tiene ninguna esperanza de casarse por am...