Capítulo 2.

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Belle

Quité las fotografías que tenía pegadas en el espejo que yacía frente a mi cama, las rompí y arrojé al cesto de la basura. Detuve mi mano en el aire para agarrar la última de las ellas y miré a cada uno de los que estuvieron ahí presentes aquel día que quisimos retratar ese momento, estábamos todos a los que en algún momento llegué a considerar "amigos", aquellos que me dieron la espalda y se burlaron de mí al final de todo. Suspiré y rompí la fotografía en mil pedazos para intentar olvidar lo que había sucedido meses atrás. Ya nada de eso me importaba. Lo que alguna vez significó algo para mí, ahora me tenía sin cuidado y no me importaba para nada.

Aquellas personas quedaron en el olvido en el instante que me dañaron a tal punto que me odiaba a mí misma, mi existencia y hasta el hecho de respirar. ¿Cómo es que alguien te puede dañar tanto que odias la versión de ti mismo? ¿Cómo es que alguien puede ser tan cruel? No entendía cómo es que no sentían remordimientos de lo que me hicieron. Ellos continuaron con su vida mientras yo me pudría en la soledad y la tristeza.

En estos momentos extrañaba tanto a Ted, mi mejor amigo, pero él al igual que mamá me habían dejado. No lo culpaba por lo que hizo, creo que ni siquiera supo en qué momento su corazón se detuvo y dejó de latir para siempre. Muchas veces intenté ayudarlo y hablar con él, hacerle entender que solo se estaba haciendo daño al consumir drogas. Estaba consciente de que si continuaba así las cosas iban a terminar mal, incluso hablé con su madre a sus espaldas porque si lo hacía y él se enteraba se molestaría conmigo y no quería que me dejara de hablar, no quería perder su amistad.

Después de su muerte me culpé por no hacer más por él, pero sabía que él no quiso salir de ese mundo de perdición y muerte. Me lamentaba que las cosas hubiesen terminado así, porque merecía más que eso, merecía tener una larga vida y cumplir todos los sueños de los que alguna vez hablamos. Queríamos ir juntos a Oxford. Yo iba a estudiar fotografía y él sería el mejor reportero de todo el Reino Unido. Ahora solo yo iba a asistir a Oxford, y Ted, me cuidaba desde las estrellas.

Derramé una lágrima y cogí una de las tantas fotografías que nos tomamos juntos, dónde ambos éramos felices. Cerré los ojos y exhalé, recordando todos y cada uno de los momentos que pasamos juntos y que guardaba en mi corazón.

—Hija —escuché a mi padre. Me limpié las lágrimas y fingí no estar triste por Ted. Lo miré a través del espejo y apenas pude sonreír ante aquella sonrisa sincera —. ¿Estás bien? —se cruzó de brazos apoyando el hombro en el marco de la puerta.

—Estoy bien —me dejé caer en el colchón, suspirando de nuevo, pero esta vez con más melancolía. Papá entró por completo a mi habitación, se sentó a mi lado y cogió mis manos revisando mis muñecas que aún tenían las marcas de lo que sucedió aquella fatídica noche, precisamente en esta habitación.

Dejé las fotografías de Ted a un lado, para después guardarlas en mi maleta. No iba a salir de esa casa sin esas fotografías. A como diera lugar él iba a estar conmigo, iríamos juntos a Oxford.

—Sabes que no me gusta esto, pero es tu decisión y te apoyo en lo que sea que hagas —una media sonrisa se dibujó en mis labios que hasta este momento se habían mantenido sellados.

—Lo sé —susurré.

—Me va a doler ya no verte, pero es lo mejor para ti, mi amor, estar lejos de este lugar, de estas personas que solo te han lastimado —palmeó mi mano con tanta delicadeza como si fuera una frágil flor que estaba a nada de romperse. Y es que así me sentía porque era tan frágil que con el soplo del viento mis pétalos se iban a caer uno a uno hasta que solo quedara una flor seca y débil que en cualquier momento se iba a romper, mis espinas ya no provocaban daño alguno, solo eran un adorno que no hería a nadie más que a mí.

𝑃𝑙𝑎𝑐𝑒𝑟 𝑂𝑠𝑐𝑢𝑟𝑜 (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora