Mason
Todos hemos perdido algo o a alguien alguna vez en la vida. Hemos perdido un bolígrafo, o un calcetín dejando al otro completamente solo porque no volverás a encontrar ese calcetín que se te perdió cómo por arte de magia o a veces tu lavadora se lo tragó. Hemos perdido las llaves, también una sudadera. Muchos hemos perdido la fe en la humanidad y las ganas de seguir adelante. Yo perdí a mi madre cuando solo tenía nueve años de edad y en ese momento perdí las ganas de continuar con mi vida. Mi madre era todo lo que tenía y con ella se fue el amor más puro y desinteresado que llegué a sentir alguna vez.
La muerte de mi madre significó una gran perdida para mí, me invadió el dolor y la soledad. Ella se llevó lo mejor de mi existencia y dejándome vacío por dentro.
Aún recordaba el día que partió, dejándome solo. Se encontraba tendida en su cama. Para ese momento ya no tenía cabello y cubría su cabeza con una pañoleta de un tono azul, muy parecida al color de sus lindos ojos. Vestía una blusa blanca y yacía postrada en esa cama desde días atrás, cubriendo sus piernas con los cobertores impolutamente blancos.
Su mano sostenía la mía, mucho más pequeña y frágil. Sus largos y elegantes dedos apretaron los míos, pequeños y delgados. Me sonrió. Me sonrió cómo lo hacía para hacerme sentir bien, a pesar de que las cosas estaban mal y ella estaba muriendo. Aquellas manos que antes me sostenían para que no me cayera. Aquellos dedos que agarraban los pinceles y dibujaban hermosos paisajes que me brindaban paz. Aquellos brazos que me cargaron por mucho tiempo y eran mi refugio favorito. Ninguno de ellos tenían fuerzas ya, estas se la llevaron las quimioterapias y el maldito cáncer que destruyó nuestras vidas.
—Meme —musitó —. No llores mi vida, yo voy a estar bien.
¿Cómo me pedía que no llorara cuando estaba muriendo y le quedaban pocos minutos de vida? ¿Cómo me pedía que fuera fuerte cuando mi corazón se estaba rompiendo en miles de pedazos?
—Piensa en mí cómo lo que fui hace meses —se quejó —. Recuérdame con una bonita sonrisa en los labios —su otra mano ascendió a mi mejilla y tiró de la esquina de mis labios para que sonriera. Lo hice. Fingí una sonrisa porque por dentro, tenía el corazón roto en mil pedazos.
—No te vayas, no me dejes. Llévame contigo —mamá, negó con la cabeza —. Mami, mami, por favor —le supliqué con la voz rota y un nudo en medio de mi garganta.
—No puedo llevarte conmigo, los niños buenos cómo tú no van a ese lugar, todavía no. Pero te aseguro que un día vamos a estar juntos en las estrellas —apreté los ojos y las lágrimas ácidas rodaron por mis mejillas.
—Siempre te voy a querer —dibujó una sonrisa triste en sus labios agrietados.
—Y yo a ti, mi amor. Siempre te voy a amar, nunca me olvides.
—No te voy a olvidar nunca —su agarre se aflojó, sin embargo, apreté su mano con más fuerza para que no me soltara, para que todavía no se fuera.
—Mason —habló mi Yayo, el padre de mi madre. Quiso bajarme de la cama, pero ella le pidió que no lo hiciera. Le negó con la cabeza y me soltó.
—No quiero que me aparten de ella, déjenme solo —mamá, soltó mi mano.
—¿Me puedes abrazar? —le dije que sí, y no dudé en abrazarla tan fuerte cómo mis fuerzas daban para hacerlo —. Nunca dejes de pintar, Meme. Nunca te rindas y no dejes que nadie te robe tus sueños. Ama. Ama como si el mundo se fuera a terminar mañana —escuchaba el lento latir de su cansado corazón —. Ama con intensidad. Enamórate cada día —su respiración era cada vez más lenta y dificultosa —. Déjate amar y permite que te cuiden también —dejó un beso en mi cabeza.
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𝑃𝑙𝑎𝑐𝑒𝑟 𝑂𝑠𝑐𝑢𝑟𝑜 (EN EDICIÓN)
Romance"Él era el villano de una historia mal contada". ESTE LIBRO SERÁ RETIRADO DE LA PLATAFORMA EL 23 DE AGOSTO PARA SU EDICIÓN. 𝑯𝒆𝒓𝒎𝒐𝒔𝒂 𝒑𝒐𝒓𝒕𝒂𝒅𝒂 𝒅𝒊𝒔𝒆ñ𝒂𝒅𝒂 𝒑𝒐𝒓 @artleanell