Día 4. Angeles y demonios

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Esta historia contiene un razonamiento de Dios específico, que no es la ideología que se mantiene en ninguna religión, según estas.

Mi intención no es ser ofensivo con las religiones ni torcer ideologías, solo es entretener y si no te gusta el tipo de contenido que menciona la religión te recomiendo no leer.

En fin, si te quedaste aún así, se ha dado la advertencia, espero que disfrutes la historia.

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- "Dios es amor" Vaya mentira. - Se quejaba por lo bajo el caminante, el color de las plumas de sus alas cada vez se volvía mas oscuro, las que una vez fueron alas majestuosas y pulcras, quedaron como las de un cuervo maltratado.

Seguía caminando en el conocido como "limbo", el eco resonaba en sus pasos, había sido un camino largo, con sus alas pudo haber llegado en un Santé amén, pero ahora sólo tenía las podría usar al llegar a su destino.

Tras cada movimiento de sus pies protegidos por sandalias pateaba piedritas negras y, lo que pudo intuir, era carbón, el camino ahora se estaba volviendo rocoso, de sombra pasaba a luz rojiza, muy diferente a la que conoció en el cielo, blanca y pura, sentía asco de todo, al principio solo de si mismo, pero ahora simplemente no dejaba de preguntarse el porque de su castigo, no hirió al ser involucrado en su pecado... ¿O si?

Si hubiera herido a esa preciosa presencia, ni él mismo se lo perdonaría, pero no importaba cuantas vueltas le diese, no veía nada malo en su "error" que le costó la divinidad.

- ¡Sigurd! -Un grito lejano se escuchó, paró en seco, reconociendo la voz de inmediato, al principio creyó dilucidar, pero al volver a escucharlo sin dudar giró la cabeza, encontrando a un pequeño Ángel que desesperado corría a su dirección en la lejanía, él también comenzó a correr a su encuentro.

- ¿¡Que haces aquí?! - preguntó angustiado al verlo frente a él exhausto.

Cubrió con sus alas a ambos y levanto su cabeza por encima de estas para examinar alrededores, Ángel o demonio, no quería que ninguno los viera juntos, principalmente por como podía repercutir negativamente en el contrario, incluso abrazándolo para esconderlo con su diferencia de altura, solo quería que estuviese a salvo. - Sigurd... - susurró agitado el Ángel de menor altura y edad, mientras el mencionado no dijo una palabra, solo disfrutaba su presencia.

- Sigurd... - volvió a insistir el joven ser apartándose de él y tomando sus mejillas para revisarlo, lo habían herido, su Dios permitió que su amigo fuera herido. - ¿Q-que ha pasado? E-estaba esperándote y-y al ver que no llegabas fui a buscarte, yo pregunté por ti y... - explicó como podía el joven Ángel mientras comenzaba a quebrarse su voz; a lo que el Rubio no pudo más que comenzar a recitar unos "shh... " bajitos para calmarle mientras lo acunaba entre sus brazos.

Arrullaba al estudiante, porque si, ese chico lo había vuelto su instructor en su camino a intentar convertirse en un Arcángel como él, lastimosamente ya no lograría acompañarlo en eso.

- Lo siento, pequeño, creo que ya no podré enseñarte nada más- susurró con gracia penosa y el corazón en la garganta, dolía tanto, se había vuelto más que un simple estudiante para él. Pues a pesar de que probablemente la humanidad pensara en ellos como los seres más puros del planeta, él sabía de sobra que no era el caso, para los arcángeles la guerra para desterrar a demonios hacia el infierno era como quitar la vida a las personas para los Ángeles de la muerte, solo su trabajo, solo su monótono propósito, hacer una sola labor obligada una y otra vez.

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