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- Nadie se dará cuenta, solo tienes que bailar con una que otra, eliges a una del montón y luego... mandamos las cartas necesarias, se casan en medio día, ¡resuelto!

- Es una pésima idea, señor. - Tara dice sin expresión, mientras se ajusta el cuello del traje. - Ugh, ¿todos estos siempre pican igual? Siento que me estoy asfixiando, - pregunta ya al borde de la locura de lo apretados que son los cuellos.

Tara no puede creer que esté pensando esto, ella no solía usar vestidos tan elegantes, pero ha confirmado que los trajes formales de hombre definitivamente son lo peor.

- Ah, sí, sí, te acostumbraras en unos meses, probablemente deban hacerse algunos a la medida, mandaré llamar a los Miller.

Tara resopla incomoda, viendo al rey que está viendo a los hombres del consejo enfrascados en una caminata ansiosa, que la está mareando.

- Señor, nuevamente, no quiero sonar descortés, pero... lo que sugieren es simplemente ridículo. - El rey, su padre, la mira como si le acabara de golpear la cara. Tara piensa que es gracioso, pero controla su risa para evitar que la tensión siga en aumento. - No podemos engañar a un pueblo entero, - continua - ¡a un reino entero! Está intentado hacerles creer que se estarían casando con mi hermano cuando, bueno, se estarían casando conmigo.

- ¡¿Pero entonces qué hacemos?! - resopla un consejero desde atrás de la mesa de madera, usa unos ridículos lentes que hacen sus ojos cien veces más grandes. - Tu no quieres casarte con un príncipe...

- No quiero casarme con nadie, - Tara repite al aire una doceava vez en el día - y no es necesario, puedo tomar la corona sin un matrimonio. Dentro de una década, Tulio será lo suficientemente grande para tomar mi lugar, lo cederé sin dudar.

- No, no, no, ¿es que no has aprendido nada en todas las lecciones que te he dado? - Tara gira los ojos cuando otro consejero se levanta, arrastrando su ridícula túnica mostaza por todo el suelo. - Una coronación, en estos tiempos, sin un matrimonio... ¡Radicales! ¡Cualquier cosa es mejor que un trono con una sola corona! De otro modo, estamos condenados, - el hombre alza las manos al aire y su voz se vuelve dos octavas más aguda - ¡mejor abrimos las puertas e invitamos a los ladrones y piratas a que nos saqueen de una vez!

El rey se toca la frente angustiado. Tara se cabrea, sintiendo la respuesta en la punta de su lengua lista para salir.

- ¿Pero quieren que sea un matrimonio de una mujer haciéndose pasar por un hombre...?

- Tú y tu hermano eran idénticos, nadie lo notará. Y si lo hacen, ya será demasiado tarde. - Dice el mismo hombre del consejero y Tara lo pierde.

- ¿Ah? - Dice inclinándose sobre la mesa, enseñando los dientes, - ¿y cuando deba consumar el matrimonio? ¿Qué se supone que haga? ¿Ir con la bruja del pueblo a ver si me puede hacer crecer uno? ¿O quizás te lo puedo quitar a ti y pegarlo con un mecate a mis caderas? - Tara toma su daga del hombro solo a modo de amenaza, sabe que ha rozado el límite.

El grito ahogado generalizado se lo confirma.

- ¡Tara, - el rey se levanta en un rugido, entre molesto y escandalizado, - ese no es el lenguaje!

- No puedo creer su comportamiento...

- Una barbarie...

- El reino está condenado...

Tara aprieta la boca a los susurros en la sala, ella sabe perfectamente por qué está ahí. Sabe por qué quieren que se espose a alguien bajo una mentira y que tome la corona, en vez de dejar que su padre siga gobernando por diez años más. Tara es una princesa, pero contra todo pronóstico, también es la mejor guerrera del reino. Tara cree que fue todo genético, no cree que ella sea especial. Ella y su hermano empezaron su entrenamiento a la par y siempre fueron similares en su desempeño. Jamás dejarían a una mujer dirigir un batallón o ser general de nada, pero había derrotado a cada hombre del reino con su espada, incluido su hermano, y todos sabían que la princesa estaba lista para la guerra en cuanto los tambores sonarán. Que serviría en las filas en la menor de las provocaciones, cuidando la espalda de su hermano y el honor del reino. Ahora que su hermano había muerto bajo amenaza y en total secreto, Tara no estaba preparada para la sarta de sandeces que estaba viviendo. Era más fácil matarla y fingir que su hermano seguía vivo, que decir que la corona peligraba con un rey sin piernas para pelear una guerra y sin un hijo heredero.

Tara sabía que ese no era el lenguaje de una princesa, ¡mucho menos de una heredera!, pero apenas había pasado un día desde que se enteraron del asesinato y el dolor de la pérdida le hace voluble, cree en serio que tiene justificación por tener que soportar que el rey y su estupido consejero están complicando todo innecesariamente.

Tara se endereza, sabe por qué está ahí, porque es la mejor candidata, siendo la mejor guerrera del reino significa que es una cabeza mejor entrenada para el matadero, en caso de que una guerra se desatara. Piensa acceder al matrimonio, pero lo hará bajo sus propios términos.

- Tomaré la corona porque soy la opción más rápida y accesible en este momento, lo entiendo y estoy de acuerdo, pero lo haré bajo un par de condiciones.

- Tu no tienes por que poner condiciones de nada, - dice uno de ellos levantandose justo al lado de ella, poniendo su cabeza sobre la de ella. - Si el rey lo demanda, tú solo debes obede... - el consejero no termina de decir la oración cuando la hoja de metal helado ya está tocando su garganta.

- Tara... - dice el rey a modo de advertencia.

- Primero, anunciaremos la muerte y tomaré la corona como reina. - El consejero hace un sonido con su garganta, como si fuera la peor noticia de todas, Tara aprieta la hoja contra su cuello. - Segundo, podemos hacer el estúpido baile pero en cuanto decida con quién me casaré, no pueden intervenir.

- ¡¿D-d-dos reinas?!

- Dijeron que cualquier cosa excepto un trono con una sola corona, no que debía ser un hombre. - Tara siente una pequeña satisfacción al ver el sudor escurrir por la sien del hombre. - Y tercero, quiero elegir a mis consejeros yo misma.

Tara baja la espada con lentitud y se gira, a esperar la respuesta del rey, que realmente luce perturbado y bastante ansioso. Tara sabe que le está costando cada fibra de su ser respetar sus términos. Minutos largos pasan antes de que su padre hable sonando como si acabara de fracasar en todo.

- De acuerdo.

[CARTAS MULTIVERSE] Promtp 3.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora