Cuando la cerradura de hierro en la puerta del pasadizo secreto empieza a sonar, Tara sabe exactamente quién está del otro lado de la pared. En un segundo, una melena rubia se asoma por la pequeña puertecilla que da a su pasadizo secreto y unos ojos miel la ven desde el otro lado de la habitación, chispeando de furia.
— ¡¿Qué hiciste?! - Emma le grita ya en medio del cuarto.
Al ver su rostro, Tara tiene el impulso de salir corriendo y esconderse en el baño, en el closet, en cualquier lado.
— Espera, Emma, puedo explicarlo... — Emma no le da tiempo de responder, ya está del otro lado de la habitación en dos pasos, tomando un cojín y lanzándolo directo a su cara.
— ¿Cómo pudiste...? Lo planeaste, ¿cierto? Por eso insististe en que fuera al estúpido baile. — Emma tiene el rostro rojo y Tara siente una congoja enorme cuando se da cuenta de que hay lágrimas corriendo por sus mejillas.
— Emma... — dice con suavidad, intentando acercarse a ella, solo para ser recibida con otro cojín en la cara.
— ¿Por qué lo hiciste...? - Emma ahora está sollozando, el último cojín en su mano no cae en la cara de Tara, sino a sus pies. — Sabes perfectamente que mi familia no puede decir que no, que prácticamente le debemos nuestra vida al reino. — Cada palabra suena más estrangulada. — ¿Solo por eso me... elegiste? ¿Por qué era la opción más fácil? ¿La opción que conocías?
Tara se humedece los labios, y se arrodilla al lado de Emma, que está sentada a los pies de su cama, su hermoso rostro rojo del esfuerzo y sus delicados hombros temblando de los sollozos.
Tara se siente fatal, sabe que ha hecho muchas cosas mal estos últimos días, y todo lo que en su cabeza parecía buena idea, súbitamente ya no lo es. No lo es si Emma termina herida.
— No quise aprovecharme de tu estatus, Emma, jamás haría eso. — Tara dice, tomando la mano de Emma, quien no se atreve a mirarla a la cara. — Pero sí lo hice aprovechándome del mío porque... lo cierto es, Emma, que no creo que pueda hacer esto con nadie más sin querer matarme en el proceso.
Emma la ve entonces, como no considerando lo que le está diciendo, así que Tara sabe que tiene que ser más convincente, más real.
— En menos de un mes tengo que empezar a dirigir este reino y estoy... tan asustada. — Tara se inclina, dejando su cabeza caer hacia atrás contra el colchón de la cama. Últimamente, se siente como si solo fuera arrastrada entre decisiones que ella no toma, como un barco a la deriva, y que solo debe aceptar y esperar por lo mejor. — Así que pensé: debo pasar por lo más aterrador de mi vida, si no, no seré capaz de pasar la primera semana en el trono sin colgarme en la sala del consejo. — Emma intenta hablar, Tara sabe que es para consolarla, así que no se lo permite, poniendo una mano en su cuello, acercando sus rostros. Es su única oportunidad para hacer esto. — Me hubiera gustado que fuera de forma más romántica que un matrimonio forzado, pero si no tengo otra oportunidad de decirlo, lo diré ahora: me tienes eclipsada, Emma, y no sé muy bien desde cuando, pero puedes estar segura de que estos sentimientos los tengo desde hace mucho tiempo.
Tara puede ver el momento en que la respiración de Emma se corta y sus ojos brillan intensamente, sus enormes pestañas ahuyentan los últimos resquicios de lágrimas.
— Estaré eternamente agradecida... mierda, es más difícil decirlo en voz alta. — Emma sonríe débilmente al desastre de nervios que es Tara y, de alguna forma, eso la reconforta. — Estaré eternamente agradecida si aceptas ser mi esposa y estar conmigo en el trono.
— No sé nada de dirigir un reino.
Tara sonríe, encogiéndose de hombros, luego se aleja, porque tener a Emma tan cerca está haciendo que se embriague de su rostro, de su olor. Emma la ve como si no supiera muy bien quién es Tara, pero no es ofensivo para nada.
Después de largos minutos donde se quedan absortas cada una en sus pensamientos, Emma se levanta sin avisar. Tara la sigue, un poco confundida, y ve cómo se encamina hacia la puerta del pasadizo.
Antes de salir, Emma voltea.
— Me casaré contigo... — dice con voz segura viendo a Tara a los ojos. Emma no lo sabe, pero ha liberado un peso enorme de los hombros de Tara. Tara empieza a sonreír hasta que Emma sigue hablando. — Con una condición.
— Lo que mandes.
— Quiero que me cortejes.
— ¿Cómo dices...?
— Quiero que me enamores, Tara, ya lo he dicho. — Tara se queda muy quieta. — Y no habló de regalos caros, ni vestidos, ni nada de esas cosas, ¿entiendes?
— Nos tenemos que casar en dos semanas.
Emma sonríe.
— Entonces, entre más rápido empieces, mejor. Quiero que ganes mi corazón.
Y con eso, una sonrisa angelical y una vuelta en 180 grados, Emma sale por el pasadizo secreto, dejando a Tara parada en medio del cuarto y con la cabeza hecha un lío.
Tara no lo sabe, pero ella ya tiene el corazón de Emma, pero Emma no se lo piensa decir hasta un par de semanas después.

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[CARTAS MULTIVERSE] Promtp 3.
FanfictionDespués de que su hermano, el único heredero al trono, es asesinado, solo queda Tara en la línea para tomar la corona. Persuadida por su padre y el estúpido consejo, acepta tener un baile de máscaras para esposar a una doncella de buena familia de l...