Quédate. |Karchez|

03

–¡Ya me voy con Karchez! Pórtate bien y en un rato regreso.

–¡Adiós horrible! Te quiero. –Gritó la pequeña desde arriba.

– Te quiero más asquerosa. –Y la pelirroja salió de su casa.

Subió a su carro y puso la dirección a casa de Karchez, en realidad no vivían muy lejos unos 15 minutos aproximadamente. Por esa razón llegó rápido a su casa.

Bajó del carro y le llamó para que fuera por ella a la entrada de su casa.

–Ostia que bueno que llegaste, te quería preparar lasaña pero la verdad es que me salió todo mal. –Tomó el bolso de la chica y el pan que tenía en las manos.

Lía simplemente se rió y se apresuró a entrar.

–A la derecha, es que seguro que se me quemó ya. –Dejó todo en una mesita que tenían.

Su casa era pequeña a comparación con la de ella, pero no le molestaba en lo absoluto, era una casa completamente acogedora, tenía su sala con su televisión, la cocina y el comedor y lo que parecía ser el cuarto de sus padres y el suyo.

De la nada salió una pequeña bola blanca que fue directo a los píes de Lía y se tiró de panza. A la chica le causó mucha ternura y se tiró al lado de el perro a rascarlo.

–Padrea lo que quieras Urko, que nunca haces eso pero hoy que vamos a quemar la casa te tiras de panza, es que debes ser hijoputa. –Se puso las manos en la cabeza.

Lía le dió unas palmaditas en la panza al perrito y se levantó. –Vamos Urko que parece que este hombre de aquí no puede hacer nada.

Y el pequeño perro la siguió a la cocina.

Lía se lavó las manos y trató de arreglar el desastre que había hecho el chico. –Definitivamente te pudo haber ido peor.

–¿Lo dices enserio? –A Karchez le brillaron los ojos.

–No. –Rió. –Pero igualmente la comeré, lo importante es el detalle y creo que puedo salvar un poco. Pero voy a necesitar tu ayuda.

–A tus órdenes reina. –El chico también se lavó las manos y se adentró en la cocina.

–Bueno necesito jitomates, sal, queso, pimienta y carne. –La chica lo miró.

–Creo que pediremos unas hamburguesas mejor. –Ni bien habían empezado y Karchez ya se había rendido.

–Anda, no seas perezoso, ya verás que quedará buena.

Y así estuvieron durante toda la preparación de la comida. Riendo, platicando de cosas que les gustaban, de cosas que no y bailando un poco con la música que había puesto el joven.

– Y aquí tienes. –Lía señaló el platillo con los brazos bien grandes.

–Unos putos genios que somos. –Le alzó las manos para que las chocaran y Lía lo hizo.

                                —
-¿Y tú no estudias? -Le preguntó al chico.

–Lo hacía, una ingeniería pero la dejé por qué creo me dejó de gustar o no era lo que esperaba y también que vi que podía vivir de twitch y empecé a dedicarle más tiempo.

–¿Y no te arrepientes?

–La verdad es que no, me gusta mucho lo que hago y lo disfruto demasiado, igual si me gustaría volver a estudiar pero solo es una idea vaga por ahí.

–Que lindo ha de ser. –La chica picó su comida.

–¿Cómo? –El chico la miró confundido.

–No me mal entiendas, me gusta mi trabajo pero siento que aveces es demasiado. Y siempre he querido algo más, algo mío. Cómo hacer una marca de maquillaje o de bolsos, inclusive de pasteles.