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–Nunca había venido aquí. –Karchez la miró. –Bueno claramente.

–Claramente. –Karchez rió.

–Te extrañé horrible.

–Sí, fue horrible, yo también te extrañé.

Lía negó con la cabeza. –El horrible eres tú. –Se rió. –Pero si te extrañé.

–¿Ah sí? –Karchez tomó a la chica por la cintura y la alzó a su hombro. –Horrible tú, la horrible eres tú, ¿Me haz visto? –Decía mientras corrían por el pequeño campo que básicamente estaba para ellos solos.

–Está bien está bien, que eres guapo. –Le dió pequeños golpes en la espalda. –Que la horrible soy yo.

Karchez la bajó en la manta que habían puesto para comer. –En realidad no lo eres, solo quería que admitieras que soy guapo.

–Pues sí, sí lo eres. –Se tiró en la manta y el chico le siguió haciendo lo mismo.

Ambos se giraron para verse, se tenían de frente, podían sentir su respiración caliente salir de su nariz, se miraron a los ojos y por un momento fue como si nada más existiera, cada uno miraba hasta el mínimo detalle de la cara del otro, era como si quisieran guardar en su cabeza la imagen del otro.

–¿Y cómo estuvo? –Lía interrumpió.

–¿Qué cosa?

–Pues las grabaciones y eso. –Le dió un golpecito en la frente con sus dedos.

–En realidad estuvo bien, me gusta ir a Barcelona. –No dejaba de mirar a la chica. –No sabía que tenías un lunar aquí. –El chico tocó una parte de la mejilla de la chica. La verdad es que ese lunar pasaba desapercibido por todos, entre tantas pecas apenas y se notaba.

–Mamá tenía el mismo pero en el lado contrario.

–¿Y también tenía pecas?

Lía asintió. –Pelirroja como yo, pecas, era muy delgada, pero extremadamente fuerte y obstinada, la extraño mucho.

Karchez se acercó a ella y la tomó en sus brazos, se pudo ver como Lía soltó un pequeño respiro de tranquilidad cuando el hizo eso.

–Si me permites preguntar... ¿Cómo fue que falleció?

–Tenía cancer de seno, fue bastante rápido e invasivo. –Tomó un gran respiro. –Era una niña pero recuerdo cómo pasó todo, desde que supe que estaba enferma hasta que se fue.

–Lo siento yo no... no debemos hablar de eso si no quieres.

Lía se pegó más al pecho del chico. –Creo que me haría bien hablarlo si no te importa. –El chico negó. –Tenía 8 años y recuerdo ver cómo mi madre lloraba escondida en su cuarto, ella siempre fue muy linda, era una excelente mamá, así que como siempre me consolaba cuando lloraba yo fui a hacer lo mismo, recuerdo que la abracé y me dijo que todo estaría bien, que no me preocupara. –Se podía ver lo difícil que le resultaba pasar la saliva. –Y entonces empezaron las quimioterapias, llegaba de clases y ahí estaban estas muchas personas al rededor de mi madre.

Karchez bajo una mano a su espalda y empezó a acariciarla, haciéndole saber que estaba ahí para ella, que la estaba escuchando.

–Al principio no entendía nada, pero después vi como mi mamá perdió su cabello, como perdió su energía y como perdió el color de su piel. Creo que ahí fue cuando entendí que mi madre no estaba bien, así que siempre regresando de clases hacía cualquier cosa para hacerla sonreír, a ella y Rory que era muy pequeña. –Soltó un suspiro. –Luego vi como mi madre perdió su seno... y vi como mi padre se acercaba menos a ella. Y luego fue mi noveno cumpleaños y ella estaba con toda esta luz y toda esta energía, no parecía ella, no parecía que tuviera cancer.

Quédate. |Karchez|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora