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Entré en un lugar donde las almas se rompen y los corazones sangran

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Entré en un lugar donde las almas se rompen y los corazones sangran. Sin ser invitada entré. No me miren así, la puerta estaba abierta ¿Acaso eso no es una invitación?

He escuchado la sinfonía del dolor, he sentido el filo del arma homicida pero me paralicé como si solo fuera un roce.

Se siente frío, denso. Me oprime el pecho y me deja sin aire. Luego sonrió a través de mis lágrimas, una sonrisa cocida de dolor. Pero era eso o romperme la garganta de un grito.

Tengo nauseas por todo el dolor que me tragué, no pienso, si lo hago me quedo sin oxígeno. Nado en el cielo tratando de suprimir mis sentimientos.

Recogí todo, todo lo roto, todo lo amargo, todo el dolor... Y lo guarde en una bolsa como si de basura se tratara. La tengo en una pequeña habitación, ni se les ocurra abrirla nadie quiere ver el desastre que cargo.

Me siento frente al jardín y lloro en silencio. Mi punto de paz.  Aunque había tanto ruido que tuve miedo.

Yo estaba rota, no quería desmoronarme. No quiero morir sabiendo que aún estando muerta seguiré respirando.

La felicidad se fue de viaje, más bien huyó... Tomó el primer vuelo mientras que el caos me acababa.

No la quiero. Que los muertos no sienten ni siquiera el mismo frío que desprenden.

Un trago de poesíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora