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En las tardes de primavera leía libros que me daban vida

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En las tardes de primavera leía libros que me daban vida. Las hojas secas de otoño quedaron en el olvido.

Miro el cielo, el sol brillante. Siento que lloro oro, que mis pestañas desprenden gloria.

Estoy conduciendo a toda velocidad y no quiero pisar el freno. Mi vida juega en la cuerda floja mientras tomo una copa de vino con la muerte.

Después de haberme ido que la sociedad sepa que fui elegante y muy honesta en lo que dije. Mis escritos dicen las verdades que calló mi alma.

Cuantas veces me rompí el corazón tratando de ser perfecta pero no importa; las rosas que llevo en el pecho florecieron desde mis más profundas heridas.

Estoy corriendo, persiguiendo un sueño. Al fondo escucho mi canción favorita, sigo corriendo huyendo de mi vida pintada en un papel.

¿Quién soy yo? ¿Quién seré mañana?

No tengo contenido y tampoco sentido. Si no entienden no importa, mi mente es complicada.

Escuché millones de protestas. Millones de problemas. Escuché al mundo que está tan destruido como yo.

Pero eso no importa, aprendemos a vivir con nuestros propios demonios.

Grito fuerte. No escuchan. Me encanta este vacío con sabor a primavera.

Mírame soy la ruina, soy oro, soy un defecto, soy única. Soy yo misma.

Un trago de poesíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora