Capítulo IX

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Las misteriosas formas que las sombras tomaban gracias a los rayos de la Luna, le habían brindado algo de suspenso y una pizca de emoción a los pasillos que recorría a causa de su insomnio. Baekhyun pasó su vida considerándose alguien no melancólico, pero esas horas le dejaban en claro lo equivocado que estaba. Cada estancia, cada rincón, le recordaba a los momentos que compartió junto a Sehunnie y su familia, y ahora de eso nada había quedado porque los espacios eran únicamente gobernados por silencio y una ligera oscuridad.

Sus padres habían salido de la ciudad a primera hora de la mañana debido a negocios; y sus hermanos habían formado su propio hogar, como el que él había creado con Hun. Ahora se encontraba solo en esa gran casa, y en su día a día también.

Terminó sentándose en la escalinata cuando estuvo cerca del primer piso. Durante toda la noche, no, durante todos esos meses no podía detener su necesidad por el menor, de ir y sentirse uno nuevamente con aquel a quien había esperado por tanto tiempo.

Abrazó sus rodillas y miró la distante entrada. ¿Era un idiota? Últimamente, consideraba bastante esa opción. Desde que puso un pie en esa casa, no había recibido mensaje alguno de su acosador e, intuía, así seguiría hasta que abandonara ese lugar.

¿Por qué debía ser tan complicado? Ya no soportaba más fingiendo que el pelinegro le era indiferente, además, era terrible haciéndolo. ¿Por qué ahora que ambos estaban en el mundo debían hallarse distanciados? Un par de lágrimas desobedientes sucumbieron ante la gravedad. Lo necesitaba, los latidos de su corazón lo asfixiaban con un calor que añoraba a Oh Sehun, su ser lo extrañaba en demasía y, ahora, ese sentimiento se acumulaba en sus ojos húmedos.

¿Pedir perdón sería suficiente para enmendar el daño que le causó a la persona que amaba? Lo desconocía, y no sabía si era lo bastante valiente para descubrirlo.

La situación estaba lejos de depender del orgullo, más bien, llevaba un terror profundo contenido en las entrañas. Algo que había incrementado cuando vio a su ex esposo en compañía de Guanlin en la cafetería. Tal vez, el destino de su protegido era pasar esa vida junto al chico de ojos grandes. Después de todo, en alguna ocasión se lo advirtió el arcángel Tao: podrían renacer un millón de veces antes de por fin estar juntos.

Probablemente, sus antiguos amigos lo miraban con lástima. Él, que dio sus alas por amor… ¿Dónde se encontraba ese valor ahora?

Su corazón estaba abrasando su cuerpo, o sus emociones, ya no se entendía. Pero podía asegurarse una cosa: le aterraba perder a Hunnie. Y su firma en los papeles de divorcio se lo hizo ver, como un tipo de bofetada para recuperar la razón.

Su celular timbró. Justo cuando creía que podía morir de tristeza sin que a nadie le importara, llegaba ese perfecto hombre para salvarlo de la desdicha y enloquecer los golpes en su pecho: se trataba de su Sehunnie.

—Hola— se apresuró a contestar—. ¿Estás bien?

Lamento molestar a esta hora. Yo…— Sehun hizo una pausa, dubitativo.

—Tú jamás serás una molestia— aseveró, tratando de darle confianza al otro para continuar hablando. Él podía llamarle en cualquier momento, no importaba si ya pasaba la medianoche.

—¿Por qué firmaste, Hyunnie?

La alegría de ser mencionado por ese apodo, se vio rápidamente opacada por la tristeza de la realidad que trajo esa pregunta.

—Es lo que tú querías.

El aludido se limitó a responder de manera corta, únicamente para que el silencio incómodo no se extendiera más. Además, había mucho que decir, y tenía varias palabras que ya querían salir, porque sólo el menor le daría paz con su respuesta, o le traería caos.

—¿Es él? — cuestionó, cabizbajo.

—¿De quién hablas?

—La persona que merece tu amor… ¿Es él?¿Es el hombre de la cafetería?— preguntó Baek, con voz quebrada.

Silencio. Horrible silencio. El mayor quería gritar que se apresurara a dar una respuesta, pero cómo hacerlo cuando él jamás las dio y pasó años ocultando la verdad, esa maldita verdad que los había arrastrado a ambos a tal situación.

Tú sabes quién es el hombre de mis sueños.

—¡No! ¡No lo sé, Oh Sehun! — exclamó, habiendo perdido su compostura con el hecho de imaginar al menor en los brazos del ex novio—. ¡Creí que sí, pero no es así!

—¿A qué juegas, Baekhyun? — indagó el pelinegro. Su voz había dejado su tono sereno—. Primero no quieres saber de mí, finges demencia y ahora me reclamas por querer reconstruir mi vida.

El mayor no respondió. Permitió que más lágrimas salieran al recibir la contestación a sus preguntas: su amado intentaría retomar su relación con Guanlin.

Y no, no estoy saliendo con él ni lo haré. Venderé el penthouse y se está encargando de eso.

El corazón del antiguo ángel comenzó a calentar su cuerpo nuevamente, esas palabras le habían dado demasiada paz a su ser. Un par de minutos pasó tranquilizándose con la respiración del menor a través del aparato, su ex pareja tenía ese poder sobre él, poder que había ganado con los años de convivencia y amor.

—Sehunnie, ¿por qué me llamaste? — limpió con la muñeca la mucosidad que salía de su nariz—. ¿Pasó algo?

No podía dormir— dijo, tras unos segundos en mutismo—. He tenido sueños muy extraños últimamente.

—Te entiendo. Hubo un tiempo en el que tenía sueños demasiado raros.

—¿Y cómo se detuvieron?

—Aceptando su significado— habló, sus labios dibujaron una melancólica sonrisa. Tal vez, su castigo por tantas mentiras, era que solamente él recordara los momentos que ambos compartieron hace muchos años. Su pecho se estrujó.

Créeme, estos no pueden tener algún significado— aseguró.

Baekhyun se recargó en el pasamanos de la escalera, la delgada pijama no le ayudaba con el frío del escalón, pero no importaba realmente, la dicha que le ocasionaba hablar con Hun no le permitía preocuparse por algo más.

Baek… ¿por qué me enviaste esa flor?

“Porque fue la primera que me regalaste”, pensó. Calló esa respuesta para que el menor no creyera que se le olvidó el arreglo de girasoles que le obsequió por primera vez en esa vida.

—Me pareció un lindo detalle— se limitó a decir.

Soñé con ella— el corazón del mayor saltó al oír esas palabras—. Soñé que te la regalaba, pero tú no estabas ahí físicamente… No sé cómo explicarlo.

¿Por qué los golpes en su pecho estaban incontrolables? ¿Era tan ingenuo como para creer que su amado protegido lo recordaba como un ángel? Se esforzó en calmarse, aunque el fuego lo estaba consumiendo en vida. Simplemente, era imposible.

—Sólo son sueños, Sehunnie. Probablemente, lo que ha pasado entre los dos los haya detonado.

Sí, eso debía ser. Porque ningún mortal podía tener conocimiento de sus antiguas memorias. Por lo que seguía sin entender el que fuera la excepción, ya que ahora era un simple humano.

Estoy enloqueciendo— comentó, desesperado.

—No es cierto, eres el más cuerdo de los dos.

Entonces estamos jodidos, ¿No lo crees? — bromeó.

Baek río. No exageraba al pensar que esos minutos nocturnos le habían hecho más feliz que todos los meses pasados juntos. La voz de él era lo único que requería para estar bien, ese hombre era su apoyo, su mejor amigo, su cómplice, su todo… No podía estar más tiempo apartado de él.

—Sehun, ¿Puedes venir mañana a la casa de mis padres? Quisiera hablar un asunto contigo.

Ahí estaré.

Baekhyun pudo reconocer la felicidad en el tono ajeno.

Descansa y gracias por escucharme.

—No agradezcas, siempre estaré para ti— dijo, sonriendo finamente—. Descansa.

Fue triste cuando la llamada se dio por terminada, pero al menos su ánimo había mejorado. Oh Sehun era todo lo que quería y estaba dispuesto a ganarse su perdón,  aún cuando esto significara contarle la verdad. Si la distancia entre ambos no ayudaba a dar con su verdadero secuestrador, entonces la cercanía lo haría.

Una persona infeliz no tolera ver a otra feliz, así que hará lo que sea para arruinarlo, incluso si representa descubrirse.

La puerta principal se abrió, lo que activó sus alarmas. Su celular no le serviría demasiado si necesitaba defenderse, y había dejado su arma en la habitación; abandonó su asiento y dejó que su estado de alerta tomara posesión de su cuerpo.

Un par de risas fue el que le animó a esconderse detrás de la escalera, no por miedo sino porque conocía a esos hombres y quería conocer la razón de que se encontraran ahí. Se colocó en cuclillas.

La pareja entró como si fueran universitarios llegando a su departamento de solteros después de una fiesta. Su hermano y el menor de los Kim, se trataba de una relación de la que no estaba enterado. Y sí, fue evidente para él que no eran unos amigos pasados de copas cuando Chanyeol casi se come a Jongin al inicio de la escalinata.

¿Cuándo y por qué? Baek no era idiota, sabía que el matrimonio del mayor estuvo lejos de ser por amor, pero jamás lo creyó capaz de engañar a Jisoo, y mucho menos que el menor correspondiera los sentimientos de su hermano.

—Despertarás a Baekhyun— dijo el de piel morena a modo de reprimenda. Al otro pareció no importarle porque siguió con su carcajada.

—Tú fuiste el que quiso venir— comentó, mientras batallaba en su ascenso.

Su diversión continuó en su subida, y no se percataron del joven escondido entre las sombras. Al menos en eso el plan de Baekhyun dio resultado, porque seguía sin saber cómo se dio su amorío.

Jongin y Junmyeon fueron sus trabajos a petición de los padres; desconfiaban de la imprudencia y la falta de juicio del primero, y de la ambición del segundo, así que contrataron al equipo de los Park. Ninguno de los dos había exhibido a su familia en el extranjero como se temió, y no le confiaban a nadie los secretos, ni siquiera a él, de quien se enamoraron.

Su labor terminó rápido pero tuvo varios conflictos con el par, especialmente con el menor... Algo pareció iluminarse en su inconsciente, ¿Cómo no habían ido tras ellos como principales sospechosos?

Sí, les habían borrado esos recuerdos, no obstante,  con uno el procedimiento tuvo que repetirse en diversas ocasiones. Hasta el punto de casarlo con Kyungsoo para que lo mantuviera vigilado.

Se levantó en silencio. Necesitaba ayuda y Chanyeol ya no era una opción imparcial. Afortunadamente,  había otra persona con las mismas capacidades y que estaría dispuesta a ayudarlo con la absoluta discreción.



Había dado un paso gigantesco. De una u otra manera, su cerebro halló las palabras correctas para transmitir lo mucho que sentía. Después de tantos años, ese ser que lo cuidaba sabía lo que sucedía dentro de sí. Ahora, era del conocimiento impropio que cada detalle que dejaba regados, se trataban de presentes para él: su sol.

Tenía miedo, mucho. Porque intuía que si no actuaba rápido, esa presencia desaparecería y no se hallaba dispuesto a perder el motivo de tan bellas emociones.

Si bien, en su adolescencia se propuso dejar tal insensatez por su bienestar, no lo consiguió. Rápidamente aprendió a callar su sentir para nos ser juzgado por la sociedad, pues solo no podría contra tal sistema, y menos si la razón del calor en su pecho únicamente él podía identificarla.

Todos evaluarían el estado de su cordura y daba lo poco que tenía a que llegarían a la misma conclusión. Y no los culparía, ya que él también lo consideró en su momento.

Cuando lo aceptó, el pesar en su pecho por ya no ser visitado con frecuencia, le hizo entender que quería a ese ente. El aspecto físico carecía de importancia, era el fuego que el ser poseía el que lo había atrapado, ese brillo que lo había hechizado.

Lo que había dicho hasta el momento, no lograba desaparecer la angustia de perderlo, necesitaba dejar en claro sus intenciones, en dado caso de que el ramo de girasoles y rosas blancas no fuera lo suficientemente evidente.

—Si pudiera tocarte, acariciarte… Desde hace años, te hubiera escrito una carta, solicitando tu permiso para cortejarte.

Liberó las palabras que oprimían su garganta, la paz lo invadió. Probablemente, su corazón se hubiese quedado tranquilo tras su última confesión, de no ser porque el calor de su acompañante invisible se acercó. Lo sintió en sus mejillas, después sus labios conocieron de tal dicha… Si alguien pudiera morir de felicidad, sería él, ¡Y que bella muerte sería!

Cerró sus ojos, dejándose llevar por el delicado contacto. Era indescriptible la amalgama entre alegría y felicidad que invadía su pecho. Ese beso era droga y sedante a la vez, algo que no sabía que necesitaba hasta ese instante.

Le resultó increíble la reacción de su cuerpo, el calor que se apoderaba de él y que tenía una extraordinaria reacción entre sus piernas.

En esos segundos, se había formado una burbuja entre ellos, un lugar en que ambos se encontraban seguros en el abrazo del otro. No obstante, pronto el miedo regresó y más intenso que antes, cuando su sol desapareció, dejándole un vacío en el corazón.

Había diminutas gotas de sudor cubriendo su frente cuando esas imágenes lo abandonaron. El hablar con su hyung logró hacerlo dormir, pero no consiguió alejar los inquietantes sueños.

“Temo que he perdido la razón por usted”, eso le había pronunciado al ser invisible, y era lo único en lo que concordaba: enloqueció.

Estaba convencido que exponerse al aparato A.N.A. era la causa de sus delirios, y necesitaba encontrar la manera de frenarlos. Y Baekhyun podría ayudarle, porque él también había sufrido por el equipo y lo entendería. Además, por algún motivo, sabía que ese ser invisible era su ex esposo.

Afortunadamente, esa tarde se reuniría con el mayor y tendría las respuestas a las preguntas que no abandonaban su mente desde que se reencontraron.

...
¡Hola!
Estoy actualizando con otro capítulo porque en el cumpleaños de Sehun subí dos, así que no subiría nada más uno en el de Baek, no no.

Gracias a los que me dejan comentarios o mensajes, me motivan mucho. Ya me surgió otra idea para un nuevo fanfic así que esperemos si se desarrolle.

Cualquier duda, los estaré leyendo.

¡Muchas gracias por leer!

Remember you <SeBaek>Donde viven las historias. Descúbrelo ahora