VII

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Owyn esperaba en su cuarto, rogando a Delsea que no se tratase de algo sumamente malo.

— Tengo que hablar de tu fe.

Owyn soltó una risita dulce.

— ¿Te interesó tanto? — preguntó, con sus ojos iluminándose

— En realidad, si. — respondió Verity, sentándose junto a ella en la cama.—  Y quería que me contaras más de lo que sabes, como viviste con las monjas.

La otra chica suspiró.

— Pues... Como vez, mi vida es austera. ¡Ni siquiera uso celular! — dijo, encogiéndose de hombros.

— ¡Vaya! Entonces, ¿No tienes manera de contactarlas?

— ¡¡HOLA!!

Verity miró a Jackie con desaprobación. Owyn se encogió de hombros y siguió hablando.

— No, no hay como contactarlas... A menos, claro, que vayamos al convento U'klu. ¿Conocen el bosque Lindungan?

Jackie se quedó quieta. Como si su cuerpo fuera hecho del mismo material que su dominante brazo izquierdo. 

— Este... yo... Sí, mis padres murieron ahí. Los colgaron. Recuerdo que la jefa de los Aseguradores dijo que eran un peligro, bla, bla, bla, yadda yadda yadda...- dijo entre risas nerviosas, antes  de hacer una imitación — Estas personas son un peligro, y Shcheye los debe ver ¡MUERTOS!

Las otras dos jóvenes se miraron. La menos alta de todas suspiró

— Como decía. En el Lindungan está el Monte Slú. Ahí, en la cima, está el templo. 

— Vaya- dijo Jackie, encogiéndose de hombros. — Para Maureen, sería increíble.

— ¿Qué sería increíble? — dijo la mencionada, quien estaba esperando, en el marco de la puerta.

— Ella fue desde un monte hasta aquí, con los pies descalzos. —  dijo Jackie, apuntando a la rubia. 

— Si... es un voto que hice .—  dijo la aludida, nostálgica. —Todas tienen que hacer un voto a las doce semanas de estar en el templo... El mío fue de austeridad, y eso incluye estar descalza. 

Bueno, yo lo hice a los doce años, el mío es un caso particular. Si, por eso  no me puse las ropas de tus hermanos, en realidad. ¿Ves que si puedo mentir cuando quiero, Jackie?- la pelimorada se quedó boquiabierta- Otro voto que recuerdo es el de la Hermana Jenna. Ella se volvió vegana.

 A las dos nos ungieron con Agua de las Diosas. No sé exactamente a que se refieren con "Agua", pero, en fin, con ella se nos unge, y luego recitamos frente a todas nuestros votos, en un discurso. Comemos Oblaké y tomamos Zijo en la fiesta, varias se rizan el cabello y se ponen bonetes... No lo traje, el bonete. Pero sí una botella de Agua de las Diosas. Dicen que cura... ¡todo! Nos las dan si la Sacerdotisa Suprema cree que estamos listas. Ella decide cuando.

— Vaya... — dijo Verity, viendo como la joven sacaba una botellita con aquel líquido azul con el que sus armas fueron ungidas. 

— Si. La Hermana Jenna me solía contar historias de animales, historias muy lindas... Oigan, esta hora debo rezar 12 minutos, no hice los de la mañana.  — dijo ella, riendo nerviosa. — Pero, si se retiran, en 12 minutos podemos comer algo, y luego les cuento una historia para dormir.

— Suena bien, Owyn — dijo Verity, sonriendo. 

Por respeto, ellas se fueron. Oyeron muy poco de las oraciones de la chica, pero notaron que, al final, se estaba riendo. 

Ese día hubo sándwiches de mermelada. Luego Owyn contó su historia. 

— Mermelada... Como la de los pays del Geja, donde trabajaba Melyster... Sé que ya saben esa historia, y sobre  que Melyster curó a su amigo Ka con uno de los pays. ¡Pero a que no saben que a veces, hacían pays para los animales! —  dijo Owyn, cerrando los ojos de ilusión. 

— Ay, Owyn, no te creo.

— Si, la Hermana Jenna me decía que los hacían de carne. Dicen que una vez a Melyster le dejaron una caja, en la puerta del Geja. Ella estaba un poco confundida, no sabía que podía contener. Abrió la caja, y vio ¡Muchos gatitos negros, y esponjosos! — dijo Owyn, abriendo los ojos con ternura — ¡Como Cysur cuando se transforma! Y pidió que rápido hicieran pays de carne para todos. 

Las otras meseras se confundieron. No sabían como hacerlos,, así que improvisaron. Reunieron tanta carne como pudieron, y empezaron a hacer pasteles, en los cuales no confiaban.  Pero les quedaron tan ricos que los gatos se quedaron. Muchas de las meseras los adoptaron. 

Un día hubo una plaga de ratones en Mozhet. La gente no sabía  que hacer, y nadie podía ir a comer aquellos pays, ni siquiera para sanar. Pero los buenos gatos empezaron, uno por uno, a controlar los ratones, ¡y salvaron al pueblo! Así el lugar se mantuvo limpio siempre. O al menos eso me dijo la Hermana Jenna.- dijo Owyn, antes de bostezar.- Sería hermoso que cuando muera sea uno de los gatitos que acompaña a Cysur cuando se transforma... Dicen que no los puedes tocar, por que son  solo alma, y si lo haces, las Diosas te castigan, aunque no se como... Pero yo amo los gatitos, son tan... mullidos. 

En ese momento, Owyn cerró los ojos. Ya se había dormido.

—Buenas noches, chocolatito blanco

—Eres tan cursi, Verity.

— Lo sé, Maureen. Pero vámonos. Y sin hacer ruido, Jackie. — dijo esta, mirando con ternura mandona a su amor pelimorado. 

— Ok... — dijo la del brazo mecánico, avergonzada. 

Y eso hicieron esa noche, en la que, por primera vez en mucho tiempo, todo  mundo soñó bien.

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⏰ Última actualización: Jun 02, 2022 ⏰

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Shcheye: Primera EnmiendaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora