IV

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—¡Por Delsea, necesito que algo pase!- decía Jackie, pateando piedras por la  calle

El teléfono sonó.

—Espera, ¿Maureen?- 

—No me lo vas a creer. 

—¿En serio?

—Exacto, ¿Te acuerdas de las visiones que dije que tenía? Tuve una sobre Delsea. Vamos a ser "imanes de personas"... es todo lo que me dijo. — contestó la Romaní, convencida y a la vez no

—¿Qué rayos? Mejor me voy a buscar gente. Adiós.

—Pero Jackie, deberías tener...

El teléfono fue colgado, y la chica fue a la Catedral en ruinas. Un lugar cercano al Bosque Lindungan, ahí se adoraba a Delsea y Cysur antes de que viniera la Asociación.

-Sólo, Delsea, dame una señal, eso es todo lo que pido...-

Una figura vestida de blanco pasó cerca. 

"¿Qué ra...?" Pensó Jackie para sus adentros.

La figura fue hacia una sucia y descuidada estatua, con la imagen de Delsea.  A los pies de ésta, dejó 12 flores blancas, antes de dirigirse a orar. 

Luego de pensarlo un poco, Jackie se le unió.

—Delsea, te amo...

Delsea, te quiero...

Delsea, te necesito...

Delsea, te amo...

Delsea, te quiero...

Delsea, te necesito..

Delsea, te amo...

Delsea, te quiero...

Delsea, te necesito..

—Oye... me pisas el cabello.

La joven del brazo robótico se volteó, y vio a la figura de blanco. Una chica rubia, de cabello muy largo, delgada, de ojos azules. Estaba descalza y traía un vestido blanco, sin embargo, no parecía una pordiosera

—Soy Owyn.— dijo ella, sonriendo de una manera muy linda, pues sus dientes eran de un aperlado color blanco, al igual que su piel.

Jackie rio un poco.

—Soy Jackie. ¡Vaya, no creí que hubiese nadie aquí! — dijo la chica, extendiendo su brazo  robótico.

La otra chica tomó el brazo, y continuó con su dulce risa.

—No, generalmente no hay nadie aquí. Pero, ¡Hey! Yo aun tengo esperanza en que les ganaremos... Solo necesitamos ser pacientes. — dijo, acomodando su cabello de Rapunzel mientras suspiraba. 

—Eres agradable — Le dijo Jackie, sonriendo. —¿Dónde vives?

—Me adoptaron las pocas monjas que quedan. Ya no viven aquí, sin embargo.

—¿Tus padres también fueron...- dijo Jackie, antes de apretarse el cuello.

—Si.  Ya sabes, religión y esas cosas. ¿Y los tuyos?

— Eran hackers, como yo. La primera regla de la Primera Enmienda es no hablar de ella, pero la acabo de romper por ti.- dijo Jackie, guiñándole el ojo.- Aunque no es primera vez que lo hago. 

— Bien, quiero ver tu hogar. — dijo Owyn, poniéndose de pie.

— Te llevaré. Aunque tal vez quieras un vestuario más urbano. Al menos un accesorio. Dóblate la falda, te daré mi chaqueta—  dijo Jackie, sacando la ropa de cuero de su pequeña mochila. 

Owyn, pues, se dobló la falda. Sonrojada, se puso la chaqueta de la joven, y ambas partieron a la guarida. 



Shcheye: Primera EnmiendaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora