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Liliam.
Mi respiración es pesada y siento que he sido desplazada a otra dimensión con tan solo leer una simple frase.
«Nunca.»
Él nunca en la vida me había dirigido una sola letra. Durante estos casi cuatro años se ha mantenido lejos de mi; no lo he vuelto a ver desde aquella fatídica mañana, porque sí...
«Su ataque fue al amanecer.»
Y sorprendió.
Todos esperaban que él planeara todo con calma para venir a atacar, «Él es un estratega por naturaleza.», sin embargo...
«Hizo uso del factor sorpresa.»
Porque mientras el ejército de mi país llegaba a resguardarse, el suyo venía detrás con hambre de guerra. No dio tiempo para crear un contraataque, no dio tiempo de armar una defensa; él sencillamente invadió nuestra nación de forma inmediata, tomó la capital en menos de nada y se adueñó del palacio en esa misma mañana y de no ser por mi padre y su suplica, hoy todos estaríamos muertos y Monastery tendría bajo su yugo un nuevo reino conquistado.
Yo nunca olvidaré esa mañana.
Nunca olvidaré su rostro.
Era como ver un ángel de la muerte... O no; verlo a él era como ver al mismo Hades.
Recuerdo perfectamente su cara llena de ira; aún se me eriza la piel al recordar esa aura tan maligna que lo acompañaba, aún recuerdo esa mirada oscura y llena de odio que poseía; sus ojos denotaban tanta arrogancia y maldad que aunque quisieras, no le podías sostener la mirada ya que era tan fuerte que cuando hacías contacto visual directo con él, se sentía como sí te dieran una cuchillada en el abdomen.
Pero al mismo tiempo... al mismo tiempo poseía esa belleza oscura que te hace anhelar volver a mirarlo para comprobar si él es real o solo es producto de tu imaginación. Él es el tipo de hombre que hace vibrar el cuerpo de una mujer con tan solo una mirada.
«Él es de esos seres a los que nunca les olvidas el rostro.»
Ni aunque quieras.
Y en ese momento no lo entendía, pero hoy comprendo más.
—¿Está todo bien, majestad?— salgo de mis pensamientos cuando Rosaliss me habla.
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MONASTERY. [Imperio De Sangre.]
Romansa«Imponente, despiadado y poderoso.» Tres palabras que lo describían a la perfección. El cielo en sus ojos, la muerte en sus manos. Belleza oscura que atrapa y confunde, sonrisa carnal que te desciende al mismo infierno, cuerpo pecaminoso que alte...