Capítulo I: Recuerda quien eres.

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"Echamos a perder todas las historias de amor intentando que duren para siempre."

-Oscar Wilde.

Dean Lewis- Be Alright.

🔪𝓗𝓪𝔂𝓭𝓮𝓷 𝓕𝓲𝓸𝓻𝓮.🔪

Uno.

Dos.

Tres.

Sacó la navaja de la garganta de aquel hombre que me perseguía por el bosque.

Tengo que salir de aquí.

Ahora.

Si no, pasaré de estar en una pieza, a pequeñas rebanadas que bien podrían parecer jamón.

─ Oh vamos Boris, no duraste nada.─ una profunda voz con acento ruso se escucha en la lejanía. Aunque me atrevería a apostar que está más cerca de lo que pienso.─ No puedo creer que te dejarás matar de un chiquillo de quince años. Es inaudito.

Observó el cuerpo de Boris dejando su último aliento mientras cojeando y con falta de aliento me refugio detrás de un pino tratando de buscar alternativas de escapes, viendo que las opciones no son muchas.

─ El famoso prodigio de Alessandro.─ una risa burlesca inunda el espacio abierto. Sin poder evitarlo mi piel se eriza.

Maldito hijo de puta.

─ No se equivocaron con los rumores, ¿cierto Vlad?.

─ Cierto Zar.

Me escabullo entre los pinos llenos de nieve maldiciendo en el proceso pues mi sangre está dejando pequeños rastros. Convirtiéndome en un pequeño conejo que le dice al lobo su ubicación sin chistar. Enojado me quito la camisa y la aprieto en mi brazo para detener la hemorragia dejando mi pecho desnudo ante el frío.

Todo pasó en un segundo.

Estaba practicando combate con mi hermano y en un abrir y cerrar de ojos hombres encapuchados con acento ruso nos rodearon. Luego fueron por mi madre y ya todo se volvió oscuridad.

Sé que estamos en Rusia.

Sé que dejamos terreno italiano hace mucho y que estos hombres sólo están aquí porque tienen cuentas pendientes con mi padre, y qué mejor manera de cobrar dichas cuentas con la familia. Lo que no entiendo es porque me tienen en este estupido juego del gato y el ratón.

Maldito ruso hijo de puta.

Después de practicar con mi hermano tenía programado un sauna de lo más relajante que ahora solo me toca imaginar mientras me congelo el culo. La única persona que debería  congelarse las bolas hasta que se le caigan en este momento es Alessandro.

Bufo molesto y sacó de mis botas de combate una mini glock.

La cargo y trueno mi cuello en el proceso.

Estoy harto de esta mierda. Después de esto me merezco como mínimo unas vacaciones a Las Maldivas.

Giro sobre mi eje y observo una sombra en la lejanía.

Respiro hondo y levantó mi mano apretando el gatillo. La sombra en la nieve cae tras el sonido sordo del disparo.

Uno menos.

Quedan dos.

Dos de los cuales se que uno de ellos es prácticamente imposible de matar, pues es nada más y nada menos que el mismo Zar. El jefe de la mafia rusa.

Hayden [ Saga posesivos: Libro I ].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora