Cuando me desperté estaba en una habitación completamente sola. Mi primera reacción fue correr hacia la puerta e intentar abrirla, pero fue en vano.
Estuve allí por al menos unas 2 horas cuando escuché la puerta abriéndose e instintivamente me puse de pie. Al abrirse la puerta apareció un hombre alto con una bandeja en las manos. La puso en el piso delante de mí y salió de la habitación.
Vi la bandeja en dónde había un cloche, un vaso de lo que parecía ser jugo de naranja y una tarjeta. Decidí tomar la tarjeta y abrirla.
"Un pajarito me ha dicho que es tu desayuno favorito, espero que lo disfrutes, cariño"
Al quitar el cloche descubrí un plato con huevos rancheros y pan tostado. Definitivamente era mi desayuno favorito, pero ¿Quién demonios me había traído aquí y por qué sabía cuál es mi desayuno favorito? ¿Acaso era Devon?
Dudé mucho en comer lo que había en el plato, en mi paranoia temía que tuviera veneno o algo parecido. Pero el hambre me ganó y decidí comer. Para mi sorpresa estaba delicioso, pero aún así no dejé de pensar en que algo malo me pasaría por comerlo.
Pasaron otro par de horas más para que entrara de nuevo aquel hombre con otra bandeja en sus manos. La dejó en frente de mí sin decir una sola palabra, tomó la anterior bandeja y se retiró.
Esta vez la bandeja contenía un cloche y una copa de vino blanco, además de la tarjeta.
Era exactamente la misma tarjeta con la misma letra, pero esta vez no decía "tu desayuno favorito", sino "tu almuerzo favorito".
Al retirar el cloche, me encontré un plato con pollo y verduras. De nuevo acertaron, era mi almuerzo favorito.
De nuevo dudé, pero pensé en que al comer el desayuno no me había pasado nada malo. Tal vez quien sea que me haya traído a este lugar no quiere hacerme daño, pensé.
Todo estaba delicioso, pero aún así pensamientos negativos rondaban mi cabeza. ¿Y si era Devon quien me había llevado a aquel lugar? ¿Y si Matías tenía razón y él era peligroso? Terminé de comer y me acurruqué en un rincón de la habitación.
Horas después se repitió todo. El mismo hombre, la misma bandeja, la misma tarjeta. Pero esta vez con mi cena. Era pizza y dos latas de coca cola.
Esta vez no lo dudé ni un poco. Me comí todo y bebí las dos latas. Pero un rato después de haber comido, me empecé a sentir adormilada.
—Mierda. —dije en voz alta antes de desmayarme.
Al día siguiente me desperté en una habitación diferente. Esta vez estaba sentada en una silla con las manos y los pies atados a ella. Frente a mí había una gran pantalla que se encendió repentinamente. De la nada empezaron a aparecer fotos mías de la última semana. Desde que llegué a mi casa en el auto de Devon, hasta que Matías estuvo allí. Por último un mensaje, "Sé todo sobre tí". La pantalla se apagó.
Minutos después entró aquél hombre con otra bandeja, la puso en una mesa que había cerca y me desató, estaba tan débil que ni siquiera pude atacarlo, él lo sabía. Esta vez no quise comer. Horas después volvió a entrar, trajo una nueva bandeja y se llevó la anterior. Tampoco comí.
Y luego la última bandeja, de nuevo ni siquiera me acerqué.Estaba demasiado asustada, no sabía quién me había llevado a ese lugar, ni qué quería de mí, pero algo dentro de mí me decía que Devon no tenía nada que ver, o al menos era lo que yo quería creer.
Pasaron dos días más en los que se repitió la misma rutina tres veces al día. Y yo no comía nada.
Al tercer día, en la que sería la hora de la cena, aquel hombre entró de nuevo a la habitación, pero esta vez en lugar de una bandeja, llevaba un pañuelo en la mano. Sabía lo que venía. Intenté huir de él, pero no sirvió de nada. Él fue más rápido y más fuerte que yo, yo estaba demasiado débil después de tres días sin probar bocado.
Después de mucho luchar, caí en un sueño profundo.
Cuando me desperté al día siguiente, estaba en una habitación muy bonita, sobre una enorme cama. Apenas pude incorporarme y sentarme en la cama, me dolía todo el cuerpo y me sentía demasiado débil.
Rápidamente examiné el lugar en busca de una escapatoria, pero solo había una puerta que seguramente estaba cerrada.
Al lado de la cama, sobre la mesita de noche, otra bandeja.
Abrí la tarjeta que tenía exactamente la misma letra.
"Cariño, debes comer bien, no quiero que enfermes"
—Bien, si quieres que coma entonces da la cara. —grité fuertemente.
Algo dentro de mí me decía que de alguna manera debían estarme vigilando.
Pasaron horas antes de que entrara aquel hombre misterioso y esta vez decidí aprovecharlo.
—¿Quién eres? ¿Quién me trajo aquí? —pregunté desesperadamente sin obtener respuesta alguna.
Aquel hombre simplemente salió de la habitación, ni siquiera trajo otra bandeja.
Pasé las siguientes horas dando vueltas en la habitación tratando de encontrar una salida sin obtener un resultado.
Y de repente se abrió la puerta. Pero esta vez no fue aquel hombre quien entró.
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Arder
RomanceCuando todo lo que conoces de pronto es desconocido no queda más opción que arder en un fuego de mentiras y traición.