—Ágatha —dije con gran sorpresa —¿Por qué estoy aquí?
Ágatha no me respondió, en cambió se acercó y me extendió una bolsa. —Póntelo —Dijo sin más y luego salió de la habitación.
No le hice caso, en cambio me quedé dando vueltas en toda la habitación, de algún modo los muebles se me hacían conocidos, pero no recordaba por qué.
Entonces la puerta se abrió y él entró.
No era mi Devon. Era una versión mucho más mayor, mucho más madura y, me declaro culpable, mucho más ardiente de él.
—¿Acaso no te dijo Ágatha que debías cambiarte? —Preguntó al verme —Niña desobediente.
—¿Quién eres? —Pregunté algo intimidada por este nuevo adonis que se me presentaba, pero casi segura de saber la respuesta.
—Ross Conte —Cada vez más cerca de mí —El placer es todo mío.
Tomó mi mano y posó un beso sobre ella.
—¿Por qué estoy aquí? —Pregunté apartando mi mano de la suya.
—Porque, mi pequeña niña— esa maldita sonrisa —te quiero para mí... Y mi hijo y yo somos demasiado egoístas para compartir.
—¿Eres el padre de Devon? —Aunque conocía la respuesta necesitaba confirmarlo.
—Eres muy observadora. —Me dijo luego de soltar una leve carcajada.
—¿Qué quieres de mí? —Solté casi con un llanto.
—Ya te lo dije...— me dijo que con una enorme sonrisa en su cara y una de las miradas más penetrantes que había visto nunca —...quiero que seas mía.
Ahora entendía de donde había salido esa intensa hombría de parte de Devon, era hecho a imagen y semejanza de su padre. De tal palo...
Podría haber estado supremamente asustada en ese momento, pero debo admitir que ver a esta versión mayor de Devon logró excitarme un poco. Si eran tan parecidos físicamente con la ropa puesta, no podría imaginar que tanto se parecerían al estar como Dios los trajo al mundo.
—Te estás mordiendo el labio. —Sus palabras me sacaron de mis pensamientos.
—¿Qué? —Pregunté torpemente.
—Tu labio —dijo señalando a mi boca —lo estás mordiendo.
Y era verdad, mordía mi labio mientras recordaba a Devon completamente desnudo e imaginaba a su padre de igual manera.
—Lo siento —dije soltando lo que fue... ¿Un jadeo? ¿Qué mierda me pasaba?
—¿Qué pasa por tu mente, mi pequeña?
Ok, ahora tenía toda mi atención y la de mi vulva también.
Y sí, sé lo que estarán pensando, ¿Cómo es posible que me encontrara cachonda cuando mi vida seguramente corría peligro? Pero deben entender algo, he sido abandonada por casi todas las personas que han pasado por mi vida, desde mi madre, hasta mi padre y mis amigos. Cuando tengo a alguien que me da el mínimo de atención, no puedo evitar sentirme atraída.
—Nada —dije torpemente —no pasa nada.
—Pero claro que pasa algo —otra vez esa sonrisa— y estoy casi seguro de que es mucho.
—¿Y cómo estás tan seguro de eso?
Soltó una leve carcajada y luego se acercó mucho, no, muchísimo más a mí.
—Con solo ver y sentir cómo tu respiración se aceleró, puedo asegurar que tus bragas están chorreando de mojadas.
Mierda, mierda, mierda.
ESTÁS LEYENDO
Arder
RomanceCuando todo lo que conoces de pronto es desconocido no queda más opción que arder en un fuego de mentiras y traición.