𝐶𝑎𝑠𝑢𝑎𝑙𝑖𝑑𝑎𝑑 𝐼𝑉

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Capítulo IV: Invitación casual a una reunión familiar

____ tenía catorce paquetes de tés diferentes en su colección

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____ tenía catorce paquetes de tés diferentes en su colección. Restando el que tomaron el domingo, exactamente el primer día del mes,  quedaban un total de trece.

Durante trece días Levi tocó su puerta esperando obtener su taza de té.

Cada domingo, martes y jueves, estuvo lista para abrir la puerta y ser acompañada por el azabache en su desayuno antes de ir a trabajar. Exceptuando el martes que Levi solo le pedía el té que llevaría a su trabajo para beberlo ahí, los demás días conversaban brevemente.

Nuevamente era domingo, final de mes, ese día se completaría su pago. Se levantó temprano debido a que él solía madrugar y buscarla cerca de las nueve, esa hora le parecía de madrugada, pero realizó el esfuerzo de despertarse. Confirmó que las tazas, tetera y paquete del último té estuviesen listos en la barra, puso a calentar el agua en la estufa y esperó.

Con cada visita aprendía cosas nuevas de su vecino, así como la forma en que le gustaba el té. Sin azúcar, sin miel, sin nada extra; lo suficientemente caliente, pero no tanto al punto de quemarse la lengua al beberlo; y, lo que le provocó risa las primeras veces, la forma peculiar en que sostenía la taza.

Escuchó un sonido que al principio confundió con el timbre, luego cayó en cuenta que se trataba del celular. Corrió al cuarto por este y sin darse cuenta de quien llamaba, respondió.

—H-Hola mamá —saludó arrepentida de responder—. No, no estoy ocupada

El timbre de su casa la contradijo. Volvió a correr esta vez a la entrada, permaneciendo en la llamada abrió la puerta dejando pasar a Levi. Cuando él notó que se hallaba en una llamada no dijo nada, cerró la puerta en silencio y correspondió a su saludo de mano con un asentimiento.

—¿El próximo sábado? —repitió reflejando preocupación—. Pero yo no... No creo que...

Levi notó la mirada decaída de ____ mientras escuchaba la voz al otro lado del teléfono. Nunca la vio tan cohibida y en silencio, generalmente solía decir lo que pensaba al instante. Se preguntó ¿Quién se encontraba al otro lado que lograba borrar la sonrisa y actitud despreocupada de ____?

—Entiendo, es solo que... No metas a Nana en esto —pidió con voz suplicante—. ¡Bien, déjame revisar si tengo tiempo!

Ella colgó la llamada y arrojó el teléfono al sillón. Por un segundo olvidó que Levi estaba detrás esperándola.

—Perdón —dijo tras limpiar la parte debajo de sus ojos

—¿Por qué?

𝑪𝒂𝒔𝒖𝒂𝒍𝒊𝒅𝒂𝒅𝒆𝒔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora