𝐶𝑎𝑠𝑢𝑎𝑙𝑖𝑑𝑎𝑑 𝐼𝐼𝐼

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Capítulo III: Cita casual un domingo por la noche

—Esas cajas en el cuarto de lavado —pidió amablemente a los trabajadores de la mudanza

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—Esas cajas en el cuarto de lavado —pidió amablemente a los trabajadores de la mudanza

Se agachó frente a la cocina recogiendo la caja que había dejado en el suelo. Volvió a erguirse sujetando la caja de cartón con la palabra "baño" escrita en rojo.

—Oi

Miró en dirección a la puerta cuando el azabache entró cargando tres cajas apiladas.

—¿Dónde? —cuestionó manteniendo una seriedad más marcada de lo normal

—En mi recámara. Al final del pasillo, es la puerta que está abierta

Levi retomó su caminó pasando a su lado, recorrió el pasillo atravesando otros cuartos cerrados. Llegando a la habitación de ____ dejó las cajas en el suelo con cuidado.

—¿Qué carajo tiene aquí? —comentó estirando los brazos detrás de la espalda—. ¿Piedras?

Previó a abandonar el cuarto paseó la mirada por éste observando las cosas desordenadas y muchas más cajas apiladas. Plantó su mirada varios segundos en el único mueble acomodado de toda la casa: la cama. Notó que las cobijas y almohada que le prestó estaban sobre el colchón perfectamente dobladas, estuvo cerca de tomarlas, pero se detuvo. Prefirió esperar a que ella decidiera entregárselas.

—¿Por qué tardas tanto? —dijo ____ fingiendo molestia—. Aún faltan otras cajas

—¿Disculpa? —rebatió molesto en verdad—. ¿En qué momento me convertí en otro trabajador? Lo único que hice fue ayudarte con una de las cajas porque ibas a tirarla y terminaste arrastrándome aquí

—No, por supuesto que no eres otro trabajador...

—Entonces terminé. Me largo

____ alcanzó a sostenerlo del brazo, abrazándose a él con fuerza impidiendo que se marchará.

—Lo que eres es un buen amigo que ayuda a una amiga —sonrió alegre

—En primera, suéltame, estás toda llena de tierra y sudor; y en segunda, ¿Por qué ser tu amigo significa trabajar en mi día de descanso y sin paga?

____ lo dejó libre divertida por verlo asqueado debido a la suciedad. Cruzó los brazos manteniéndose pensativa, cuando la idea llegó a su mente señaló a Levi con el dedo índice y la expuso.

—De acuerdo, si de eso se trata te daré un pago que no podrás rechazar

—Nada que digas me hará cambiar de–

—Dejaré que tomes cualquier té de mi colección —lo interrumpió. Colocó sus manos a cada lado de su cintura adoptando una posición de superioridad

Tal como esperaba, Levi no debatió nada, guardó silencio intentando disimular su asombro.

—Vi como contemplabas la caja que decía té. Créeme, reconozco esa mirada curiosa cuando la veo y puedo asegurar que eres un amante del té. A mi me gusta, pero creo que no tanto como tú

𝑪𝒂𝒔𝒖𝒂𝒍𝒊𝒅𝒂𝒅𝒆𝒔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora